Edición: Espasa, 2013
Páginas: 286ISBN: 9788467008852
Precio: 19,90 € (e-book: 13,99 €)
No sé qué es lo que no funciona. Y tampoco tengo demasiado tiempo para averiguarlo. ¿Cómo coño voy a plantearme mi vida desde todos los frentes que, ahora mismo, no tengo muy claro si funcionan? Como profesional. Como pareja. Como madre. Como mujer, así, a secas. Cuánta etiqueta, joder, cuánta etiqueta encima y cuánto tiempo exige desarrollar —aunque sea de manera cutre e insuficiente— cada una de ellas (pág. 45).
Son tantas las novedades
ambientadas en otras épocas que a veces puede resultar difícil encontrar una
novela situada en el presente de nuestra
sociedad, que hable de sus temas característicos y se exprese en un
lenguaje próximo al de la calle. Las
vidas que inventamos, el nuevo libro de Fernando J. López (Barcelona, 1977)
después de La edad de la ira, con el
que fue finalista del Premio Nadal 2010, nos habla de las mentiras que día tras
día disfrazan nuestras vidas a partir del caso de un matrimonio que no pasa por
su mejor momento. El autor, que es profesor de secundaria y dramaturgo, siempre
ha manifestado su interés por recrear el mundo real y sus problemas, como
explica en su blog: «A la hora de escribir, intento crear un mundo que
refleje, desde la ficción, nuestra realidad. Me interesa hablar del aquí y del ahora […]
reflexionar sobre qué motores mueven a nuestra sociedad y tratar de dibujar los
cambios que estamos experimentando en lo que está siendo un principio de siglo
difícil y convulso». Con esta declaración de intenciones revela muchas de sus
claves como novelista.
Sin
embargo, no sería apropiado encasillar a Fernando J. López como un escritor de
género realista en exclusiva, puesto que las dos novelas que he leído destacan
precisamente por narrar una historia
actual (e invitar a la reflexión) mediante un marco propio de un thriller, con todo el gancho y la
adrenalina que eso supone. En La edad de la ira, el componente de intriga era el suceso de un hijo que había matado
a su padre, lo que conllevaba una investigación en el centro de secundaria a
cargo de un periodista y a través de él se hacía una crítica valiente al
sistema de enseñanza. En Las vidas que
inventamos, la acción arranca cuando Leo
atropella a una chica y se da a la fuga. A partir de aquí, comienza su
tormento: oculta lo ocurrido a su familia, intenta deshacerse de las pruebas,
se interesa por el estado de la joven… Pero Leo no es el único que se pone una
máscara: Gaby, su esposa, pasa por un momento de insatisfacción, tanto en lo
personal como en lo profesional, y charla
con desconocidos por el chat en busca de encuentros sexuales que le aporten
la diversión (y quizá la libertad) que ahora le falta.
Con
este planteamiento, el autor construye una novela narrada a dos voces —las de Leo
y Gaby— en la que las grandes protagonistas son las mentiras o, mejor dicho, cómo el ser humano se convierte en esclavo
de sus engaños y deja que su vida esté condicionada por falsedades que a la
larga derivan en el momento de profunda tensión que atraviesa esta pareja. Fernando
J. López no solo cuenta una historia de ficción, sino que hace pensar (de una
forma asequible) y plasma un pensamiento muy claro detrás de la trama. Detalles
como la elección de dos nombres ambiguos para los personajes, la «dificultad»
de Leo para entender a un amigo homosexual o las abundantes referencias a todas
las etiquetas de Gaby (madre, esposa, profesional) reflejan una mirada crítica y sin tapujos que ya me
conquistó en La edad de la ira y que
es, con gran probabilidad, uno de los rasgos que más me gustan de este autor.
No
obstante, tal vez por mostrar su posicionamiento de forma tan clara, me ha
parecido que el personaje de Leo está demasiado encasillado en su papel de
banquero sin escrúpulos y hombre capaz de llevar a cabo mil argucias con tal de
no confesar que él atropelló a la chica; he echado de menos algunos matices que
lo hicieran más «humano». Por otro lado, también he pensado que la crítica que
lanza a las discográficas es bastante llana; después de haberme sorprendido
tanto con La edad de la ira, tenía
las expectativas altas y quizá esperaba que arriesgara más, que no se limitara
a analizar el tema como lo puede hacer cualquiera. Las otras cuestiones
relativas a Gaby, en cambio, me han convencido de pleno: su evolución me
resultó muy interesante y me divertí con sus conversaciones en el chat (y sus
exigencias). Admiro el atrevimiento del autor al hablar con total sinceridad
sobre una mujer de cuarenta y tantos a la que ya no le divierte su vida y busca
sexo por sexo con desconocidos, un perfil que, además de ser poco habitual en
la literatura, sigue despertando mucha reprobación en nuestra sociedad.
Por
otro lado, Las vidas que inventamos es
una novela entretenida, escrita con un estilo
directo y ágil que no rehúye las palabras malsonantes ni el lenguaje propio
de los chats, con lo que consigue un tono muy cercano y actual. Se divide en
capítulos muy breves que, unidos al contenido intrigante, empujan a devorar las páginas en tiempo récord. Las
tramas personales mantienen el interés en todo momento y no caen en las
soluciones fáciles (al contrario, Gaby toma conciencia de que no es tan fácil
encontrar lo que busca por Internet y Leo experimenta giros inesperados en su
particular silencio). Es importante aclarar que el autor no pretende adoctrinar
al lector sobre los perjuicios de las mentiras, sino tan solo mostrar la realidad —la de los personajes,
la nuestra— con naturalidad, sin eludir los asuntos escabrosos ni buscar un
clímax lleno de pirotecnia.
Cambiando
de tercio, aunque me lo he pasado muy bien con Las vidas que inventamos, en mi opinión no supera su anterior
novela, La edad de la ira. Ambas
tienen mucho en común (la narración en clave de thriller, el realismo y la
crítica atrevida —en la primera al sistema educativo y la discriminación; en
la segunda, al autoengaño en las relaciones—), pero el proyecto de La edad de la ira me parece más
ambicioso (entre otras cosas, por la estructura y la profundidad de todos los
personajes) y me impactó mucho más, incluso me obsesionó por ese brutal comienzo
y porque da una imagen de los centros de secundaria muy diferente a la que a
menudo se plasma en las creaciones culturales. De todas formas, también pienso
que quien no haya leído de forma previa al autor es probable que se sorprenda
más que yo con Las vidas que inventamos,
dado que lo he leído con plena conciencia de cuál es su tono, sin la
novedad de la primera vez.
Fernando J. López. |
Me
gusta leer a Fernando J. López porque tengo la sensación de estar ante un
escritor que piensa, que se interesa por los problemas actuales e impregna sus
historias de este punto de vista (con el que, lo reconozco, tengo mucha
afinidad), en lugar de ir a lo fácil y limitarse a narrar un relato de amor o
de intriga ignorando el contexto sociocultural (cosa que, por suerte o por
desgracia, ocurre con bastante frecuencia). A sus virtudes hay que añadir, por
supuesto, sus habilidades para la narración, la capacidad para construir una
trama bien definida y el uso de recursos eficaces para captar la atención del
lector. ¿Buscáis una novela fácil de
leer y de ritmo trepidante que hace un retrato realista de las contradicciones
de nuestro mundo? No os perdáis Las
vidas que inventamos (ni La edad de la ira).
Pues lo apunto a mi larguísima lista de pendientes, porque me encantaría volver a leer a este autor.
ResponderEliminarEntiendo lo que dices de las altas expectativas que tenías en este libro tras leer "La edad de la ira" y me temo que me pasará algo parecido, porque igualar los sentimientos que aquella novela me despertó creo que es francamente difícil.
No obstante, el tema que en éste se aborda me parece interesante y de actualidad, como un sello del autor.
Saludos,
Irene Maeztu
No he leído nada del autor pero lo tengo pendiente. Tras leer tu reseña lo tengo claro, no debo dejarlo pasar...
ResponderEliminarMuchas gracias por tu recomendación!
Besos
Aún no he tenido el placer de leer a este autor, aunque tengo en casita su primera novela. A ver si soy capaz de hacerle un hueco...
ResponderEliminarUn besito y feliz lunes.
@Irene Maeztu. Con "La edad de la ira" puso el listón muy alto, la verdad. De todas formas, este también tiene el sello del autor y creo que te gustará. Ya me contarás.
ResponderEliminar@Cristina_Roes. A mí me parece un autor muy interesante, creo que aporta algo que no se lee con frecuencia y además puede gustar a muchos lectores. En fin, si te animas ya me dirás qué te parece.
@Xavier Beltrán. Seguro que en cuanto la empieces no podrás parar. Tiene un comienzo muy impactante y engancha que da gusto. Espero que la disfrutes tanto como yo.
Pues no he leído nada de este autor pero me gusta lo que cuentas así que tomo nota de ambas. Gracias.
ResponderEliminar@Manuela. Me alegra que te haya llamado la atención. A mí me parece un autor interesante; ya me dirás qué te parece.
ResponderEliminarNo he leído nada de este autor, pero la verdad es que me llama la atención el título de este libro y la sinopsis, y me lo apunto, a ver si lo veo en la librería, y me lo puedo comprar.
ResponderEliminarBESOTES
iPensamientos de Patri. El título está muy bien encontrado, y encaja perfectamente con el contenido del libro. Si finalmente lo lees, ya me contarás qué te parece.
ResponderEliminarPues me llama la atención así que me llevo apuntado tanto este como La edad de la ira, que aunque me sonaba, no lo tenía fichado. Cuando me decida a encontrarme con el autor empezaré por éste último que parece que te ha gustado más.
ResponderEliminar1beso:)
No conocía a este autor, así que gracias por esta presentación, que me has dejado con ganas de descubrir sus novelas.
ResponderEliminarBesotes!!!
No he leído nada de este autor, y me convence lo que me cuentas, esa naturalidad, esa forma de presentar lo cotidiano...
ResponderEliminar@Elena:). Sí, lee "La edad de la ira". Aunque no me gusta tirar de tópicos, creo que de verdad es un libro que no deja indiferente a nadie (generalmente para bien).
ResponderEliminar@Margari. Me alegro de habértelo descubierto. Seguro que no te arrepentirás de leerlo :).
@Matiba. Sí, es un autor muy cercano y se nota que pone interés en plasmar los problemas de nuestra sociedad. Merece la pena.
No me termina de llamar y parte de la culpa se la echo a la portada, no me gusta, no es de mi estilo y no creo que transmita bien lo que tú comentas sobre el libro, en defintiva creo que le hace un flaco favor al autor, pero yo es que soy muy puñetera con las portadas y tampoco hay que hacerme mucho caso. Creo que me quedo con tu recomendación de La edad de la ira, me tienta más.
ResponderEliminar@Rebeca de Winter. La portada no es gran cosa, no. Creo que sí refleja los contenidos del libro, pero no es lo que se dice "atractiva para el lector". Una lástima, porque estoy de acuerdo contigo en que una buena cubierta puede hacer mucho para llamar la atención de la gente.
ResponderEliminarSi quieres leer "La edad de la ira", date prisa, porque el autor comentó hace unos días que se ha agotado y no habrá nuevas ediciones. Ahora mismo solo quedan los ejemplares que pueda haber en las librerías.
@Alba Úriz. Si te gusta el tono que utiliza en las redes, te gustarán sus libros. Yo de momento no me animo a leer el de Alfaguara, así que si lo lees estaré atenta a ver qué nos cuentas :).
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