Edición:
Impedimenta, 2017 (trad. Miguel Ros González)
Páginas:
272
ISBN:
9788416542796
Precio:
21,95 €
Son
muchas las escritoras (en femenino, porque casi siempre se trata de mujeres)
que a lo largo del siglo XX no han conseguido despertar la atención suficiente como
para ser conocidas por el público, a pesar de sus indudables méritos
literarios. En algunos casos, han obtenido un notable prestigio en sus países,
pero permanecen ignoradas más allá de sus fronteras. En otros, tampoco se han afianzado en su tierra y no se las ha reivindicado hasta más tarde. Nombres como
los de las estadounidenses Lucia Berlin (1936-2004), Vivian Gornick (1935) y
Edith Pearlman (1936), que no han llegado a nuestras librerías hasta hace muy poco,
o como la británica Margaret Drabble (1939), por ceñirnos a una generación —las mujeres
nacidas durante la Gran Depresión, que vivieron la segunda ola del feminismo en
su juventud— y un idioma —el inglés— que tiene como autoras más visibles a las más
distinguidas Alice Munro (1931), Toni Morrison (1931), Joyce Carol Oates (1938),
Annie Proulx (1935) y Margaret Atwood (1939), entre otras. También se puede
incluir a A. S. Byatt (1936), la hermana mayor de Margaret Drabble.
Drabble
pertenece una familia de intelectuales, se graduó en Letras en Cambridge y antes de dedicarse por completo a la escritura trabajó en una
compañía de teatro. Erudita y bohemia; una impronta que se nota, y mucho, en su
obra. Ha cultivado principalmente la novela, con títulos como La piedra de moler (1965; Alba, 2013) o
las recientes La niña de oro puro
(2013; Sexto Piso, 2015) y Llega la negra
crecida (2016; Sexto Piso, 2018); ha destacado asimismo como crítica
literaria y, en menor medida, ha publicado cuentos en diversas revistas. Estos
últimos se encuentran reunidos en el volumen Un día
en la vida de una mujer sonriente (2011; Impedimenta, 2017), se presentan
por orden cronológico y abarcan su producción desde 1966 hasta el año 2000. Los
relatos, al igual que las novelas, están protagonizados por personajes que son
un poco como ella misma: mujeres de una generación que ha concentrado sus
esfuerzos en su carrera profesional, intelectuales y ambiciosas, de clase
media-alta urbana, que no obstante su éxito aparente se enfrentan a tensiones que
sus madres no tuvieron.
De
algún modo, las protagonistas de Drabble no pueden «permitirse» caer. Han
recibido una educación exigente, han entrado en un mundo laboral que les
estaba vedado, han progresado; se
espera de ellas que demuestren fortaleza, que no desfallezcan. Y sin embargo, el
equilibrio es frágil, hay puntos de quiebre. Porque estas mujeres tienen que
elegir —casarse o permanecer soltera, tener hijos o no, dar prioridad al trabajo
frente al ámbito doméstico, viajar o no moverse—, y elegir implica renunciar,
además de nuevos conflictos. La autora se ocupa de esos instantes de ruptura
del orden, captura la fisura en la mujer, como en el espléndido relato que da
título a la compilación. La protagonista se ha labrado una carrera en la
televisión; una cara conocida, una mujer sonriente,
nadie mejor que un rostro mediático para representar la impostura de la
sociedad occidental y su idolatría. Todo parece irle bien, pero a su marido no
le hace tanta gracia que le vaya bien; los celos del hombre cuando ella triunfa
más. En una escena memorable, la sangre camuflada en la ropa se convierte en el
símbolo de esas presiones silenciadas. Sobresale la sutileza con la que Drabble
plasma ese rasgo tan propio de la psicología femenina: el hecho de disimular,
de ocultar el dolor, de descuidarse a sí misma a favor de los demás («Al echar
la vista atrás, recordaría ese día como una broma y una victoria, pero a costa
de quién, y sobre quién, no sabría decirlo», p. 168).
Hay
más imágenes desgarradoras, como «Los regalos de la guerra», en el que una
mujer maltratada va a una juguetería para comprar un regalo para su hijo. Para
ella, el niño es su salvavidas, el único en quien puede aferrarse, la personita
que da sentida a su por lo demás degradante existencia. Con todo, la peripecia
de adquirir un juguete, que debería ser puro trámite, tiene una inesperada
vuelta de tuerca cuando los dependientes de la tienda, jóvenes sensibilizados con las nuevas
corrientes ideológicas, le hacen notar que quizá el juguete elegido no sea apropiado.
Basta una leve constatación, un comentario, para que la mujer se rompa; una escena descrita con
una delicadeza exquisita. En otro relato, «Las cuevas de Dios», más irónico, la
protagonista es una científica galardonada con el Premio Nobel por descubrir «el
gen de la vanidad» (p. 236). Este cuento, uno de los últimos —que, en general,
giran alrededor de mujeres más maduras que están de vuelta de todo, algunas se
expresan en primera persona con voz de marisabidilla; una evolución cuando
menos reseñable—, no solo pone de relieve la dificultad de las mujeres para
hacerse un sitio en el mundo de la ciencia, sino que analiza las relaciones de
estas con los hombres, en lo personal y en lo profesional. El lado íntimo de la
científica triunfadora; un muy buen relato.
Margaret Drabble |
Científicas, presentadoras, antropólogas, viajeras, profesoras, escritoras… Las
protagonistas de los cuentos de Un día en
la vida de una mujer sonriente comparten muchos rasgos; aun así, lejos de
resultar monótonos o repetitivos, Drabble se las arregla para sorprender con aproximaciones ingeniosas y miradas insospechadas a las tensiones del
día a día de las mujeres. Los trece relatos que componen el libro alcanzan un
momento culminante, una escena penetrante y simbólica, cargada de esa verdad literaria que solo poseen los grandes novelistas. El estilo se mueve entre la ironía y el lirismo intimista, siempre elegante,
pulcro, preciso, fácil de leer pero con significado profundo, con muchas capas.
Drabble es una narradora inteligente, que dota cada relato de hondura y emoción.
En definitiva, una voz más que reivindicar en la tradición (todavía reciente
pero fértil) de autoras que escriben sobre los entresijos de la «condición
femenina» con el máximo rigor literario.
Otra autora que no conocía. Y que despierta todo mi interés. Me gustará conocer a estas mujeres. Mujeres que han logrado el éxito, pero no por eso dejan de tener problemas.
ResponderEliminarBesotes!!!
Estos cuentos me parecen una buena toma de contacto con su obra. También leí su novela "La niña de oro puro", muy buena, pero más exigente y erudita, recomendaría empezar por los relatos.
EliminarHola!excelente propuesta.gracias por darnos la oportunidad de conocerla! Abrazosbuhos
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