Edición:
Nevsky Prospects, 2015 (trad. James y Marian Womack)
Páginas:
193
ISBN:
9788494354663
Precio:
8,00 €
¡Oh, sentimientos dulces, suaves sonidos, la buena voluntad y la calma que experimenta un alma que ha sido conmovida, la felicidad derretida de un primer y tierno amor! ¿Dónde estás ahora, dónde?
Seguramente Primer
amor (1860) sea una de las piezas breves más aclamadas del célebre escritor
ruso Iván Turguénev (1818 – 1883). Quizá porque el relato de esa primera
pulsión permanece incólume al paso del tiempo. Quizá porque plantea un
triángulo tan estremecedor que deja una huella inolvidable. O quizá por su talento
narrativo, a secas, su estilo rico, su
ambigüedad y su sutileza, que hicieron de él un referente de la literatura
del siglo XIX, no solo en su país, sino en toda Europa, ya que con libros como En vísperas (1860) o Padres e hijos (1862), de la misma época
que Primer amor, cosechó un
importante reconocimiento más allá de sus fronteras. En la última etapa de su
vida, pasó mucho tiempo en Francia, donde se codeó con autores como Gustave Flaubert (con quien mantuvo correspondencia), Guy de Maupassant o Henry James.
Este último firma el excelente epílogo de esta edición, en el que explica cómo
Turguénev influyó en la idea que los narradores europeos se formaron de Rusia,
y cómo el contacto con la escuela realista francesa influyó a su vez en las
obras del ruso.
Esta novela breve comienza de forma clásica: un
grupo de amigos de mediana edad, reunidos en un salón, se cuentan historias de su primer amor. Uno de
ellos, Vladímir Petróvich, afirma que el suyo fue un tanto distinto a lo
habitual; lo que sigue, después del capítulo introductorio, es su relato, en
primera persona: «Tenía dieciséis años. Mi historia ocurrió durante el verano del 33» (p. 13). Por aquel entonces,
Vladímir era un muchacho aún aniñado, que poco a poco aprendía a discernir las
particularidades de su entorno familiar: la madre, una mujer de valores
tradicionales; el padre, un hombre todavía joven y apuesto que se casó por
interés, al que «no le gustábamos ni yo ni la vida familiar; amaba otras cosas
distintas, y a ellas se entregaba por completo» (p. 59). Como en tantos clásicos, el cambio en el orden del chico
se desencadena por una llegada: las nuevas vecinas, una princesa venida a menos
y su hija de veinte años, llamada Zinaída. Esta chica se ha criado en un
ambiente menos rígido, de costumbres ligeras (que la madre del narrador
desaprueba); tiene singularidades en la forma de expresarse y de relacionarse
con los demás que llaman la atención de Vladímir («Aquella muchacha hacía lo que quería conmigo», p. 122). Sin embargo, él no
será su único pretendiente, ya que Zinaída arrastra una corte de admiradores.
Como en todas las (buenas) historias sobre el
primer amor, este libro es ante todo una historia de iniciación al mundo de
los adultos, un relato de aprendizaje,
de «matar al
padre» o,
dicho de otro modo, de acabar con todas aquellas fantasías que definen el universo de la infancia. Porque descubrir el amor va unido al descubrimiento
del desengaño, del dolor, que en el caso de Vladímir se acentúa («de súbito dejé de ser un
simple niño pequeño; pasé a ser otra cosa, alguien enamorado. Digo que mi
pasión se inició aquel día; podría añadir que mi sufrimiento también comenzó», p. 63). La grandeza del
texto reside, una vez más, en la elección del punto
de vista: un adolescente que tan solo nos cuenta lo que puede contar, es
decir, lo que vivió él, lo que conoció desde su mirada atenta pero inexperta. No
puede narrar los hechos con objetividad; en su voz se intuye la duda, la falta
de certeza. En ocasiones, basta un solo matiz para describir una escena providencial;
un matiz que insinúa, sugiere una verdad más amplia, trascendente. Turguénev no necesita más:
pinceladas cortas pero contundentes, evocaciones brillantes del paisaje,
meditaciones lúcidas sobre el crecimiento interior del protagonista. Una
narración vivaz, intensa, en la que abundan las exclamaciones y preguntas
retóricas, acordes con la desesperación que embarga al muchacho.
Iván Turguénev |
«Sí,
pensé: esto es el amor, esto es la pasión, esto es la devoción… y recordé las palabras
de Lushin: alguna gente cree que el sacrificio es dulce» (p. 128). Estas palabras
condensan el espíritu de este Primer amor,
un primer amor en el que hay inocencia, ternura, afecto, deseo, pero también, y sobre
todo, una reveladora transgresión. Turguénev es un
escritor extraordinario, y un escritor extraordinario nunca puede ser amable o
complaciente. No: aunque el planteamiento tranquilo parezca inspirar lo contrario, esta novela narra una historia con un fondo
oscuro y doloroso, que, además de relatar el primer enamoramiento de un joven
como un coming-of-age espléndido, muestra
las estructuras sociales del Imperio ruso con su fino análisis de la familia
del protagonista y la sacudida que se produce cuando las vecinas, tan
diferentes a ellos, la ponen a prueba. Sentimiento y realismo; de eso está
hecho este libro. Una nouvelle, en
definitiva, magistral.
***
Un último apunte: este año se ha publicado en España Agua salada (1998; Errata naturae, 2017),
del estadounidense Charles Simmons, que es nada menos que un retelling o versión de Primer
amor. Es difícil dar forma a una adaptación que mantenga la esencia del
original sin hacer un pastiche, pero el autor lo consigue llevándose las
ideas clave a su terreno, en una novela ambientada en un paraje costero más
de un siglo después. Queda, por lo tanto, recomendada.
Cita inicial en cursiva de las pp. 54-55.
Hola ,¿sabría donde restaurar un libro roto?
ResponderEliminarNo tengo ni idea, lo siento.
EliminarUn clásico de los que gusta recuperar de vez en cuando. Buena reseña.
ResponderEliminarBesos
Sí. Será uno de esos libros que voy a querer releer.
EliminarBueno, bueno, otro ruso al que debo darle una oportunidad. Me encanta tu verano de clásicos porque no paro de añadir nombres a mi lista!
ResponderEliminarEsta novela es una buena forma de comenzar a leer a Turguénev, por breve y accesible. Ahora tengo ganas de leer sus novelas más extensas, aunque este año no estoy muy rusa.
EliminarUy, qué recuerdos... no sé si me lo leí "obligatoriamente" en el cole o lo hice porque era uno de los de la editorial Bruguera para jóvenes que salían cada semana, allá en los primerísimos 80. El caso es que yo también era muy joven y creo que no lo disfruté como lo haría ahora. A ver si lo encuentro y lo miro con otros ojos!
ResponderEliminarSuele pasar, a mí me ocurrió con "Cumbres borrascosas", que he vuelto a leer recientemente y con una experiencia bien distinta (me ha encantado). Estoy segura de que ahora disfrutarías más de "Primer amor".
Eliminaren que se inspiro Ivan en la historia, que fue lo que le motivo hacer?
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