Edición:
Alba, 2001 (trad. Celia Montolío)
Páginas:
272
ISBN: 9788484281023
Precio: 15,00
€ (minus: 11,00 € / e-book: 6,99 €)
Dos hermanas estadounidenses, Delia y Francie, pasan una temporada
en París junto a su padre, un viudo jovial y bonachón que las deja ir y venir a
su aire. Las jóvenes están en edad de merecer, aunque la primera, de mente
analítica y aguda, no tiene ninguna intención de contraer matrimonio: no piensa renunciar a la independencia que le
proporciona la soltería. En cambio, Francie, dulce y soñadora, «solía tener el aire de estar
a la espera de algo, con una especie de divertida resignación, mientras en su
cabeza zumbaban fantasías tiernas, tímidas, indefinidas» (p. 37). Esta última será el
objetivo de los solteros que pululan por la ciudad, entre los que se cuenta
Gaston Probert, un chico de familia norteamericana como ella, pero tan
afrancesada que ha asimilado las costumbres del viejo continente. Y también
conoce a George Flack, un espabilado periodista de dudosa calaña, que cultiva
lo que ahora se llama prensa del corazón y se acerca a ella para conseguir
información de la alta sociedad.
Este es, a grandes rasgos, el planteamiento de El Eco (1888), una comedia
de costumbres típica de Henry James (Nueva York, 1843 – Londres, 1916), que
sigue la estela de obras anteriores como la espléndida Washington Square (1880). Digo que es un libro «típico» del autor porque condensa muchos de los motivos presentes
en toda su producción, comenzando por el
choque cultural decimonónico entre estadounidenses y europeos, representado
en las familias de Francie y su pretendiente afrancesado. Este tema obsesionó a
James, que sabía de lo que hablaba, pues fue un gran viajero y terminó adoptando
la nacionalidad británica. La sociedad norteamericana, liberal, desenfadada,
espontánea, frente al pudor de los franceses, cultos, refinados y elitistas, recelosos
de lo novedoso, además de remilgados. Estados Unidos encarna un
nuevo orden en eclosión, mientras que Europa muestra su declive con
unos valores que en esta novela se ponen en evidencia y reciben un
divertido azote.
Otro motivo jampesiano por excelencia son las protagonistas femeninas, con un
minucioso análisis de sus emociones: una hermana tierna y romántica, la otra
más terca e insumisa. A diferencia de Washington
Square, el padre no ejerce un control tiránico, sino que les da alas para
tomar sus decisiones, mantienen una relación de afectuosa dependencia («Ellas eran
su compañía pero él no era ni mucho menos la de ellas; era como si él las
tuviese más a ellas que ellas a él», p. 32). En cuanto al sector masculino, con el periodista apuesta, como en Los papeles de Aspern (1888) y otros libros, por un personaje bohemio, en permanente tensión con su entorno: ¿respetar
la intimidad de los demás o contar la verdad ante todo?, ¿qué papel ocupa la
ética periodística?, ¿el escándalo está en los hechos o en el acto de hacerlos
públicos? Se anticipan dilemas de la profesión que en la actualidad siguen
vigentes, pero los aborda de una forma cómica, caricaturizando a Flack, el interesado
buscador de noticias, que sigue una máxima visionaria: «Siempre voy con prisas. Vivo con prisas. Es el único modo de llegar
a algo» (p. 13). James no desperdicia la oportunidad de reírse de su mundillo,
aunque, ya se sabe, en lo cómico suele esconderse una crítica nada inocente.
Henry James |
El James de esta novela es un James divertido, irónico, alegre, ingenioso. Más amable y ligero que en Otra vuelta de tuerca o Los papeles de Aspern, pero no por ello
menos inteligente o menos brillante en su estilo (no faltan esas flamantes
frases largas que no me cansaría nunca de leer, ni sus diálogos, siempre
ocurrentes, siempre magistrales). El autor cultiva la comedia para el placer del
lector, que disfruta de un enredo contado de forma entretenida, pero también para
examinar, con su tono ácido, los aspectos más oscuros del carácter de la
persona (la pasividad de Francie, la brusquedad de Delia, las pretensiones de
Flack, el atolondramiento de Probert) y de la sociedad en general. Nadie como
James para penetrar en la psicología de los personajes y las costumbres de una
época. El James de El Eco es, en
suma, un James recomendable.
"El James de esta novela es un James divertido, irónico, alegre, ingenioso. Más amable y ligero que en Otra vuelta de tuerca o Los papeles de Aspern, pero no por ello menos inteligente o menos brillante en su estilo..."
ResponderEliminar¡Me has convencido!
;)
¡Espero que te guste! :)
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