Edición:
Lumen, 2016 (trad. Eugenia Vázquez Nacarino; pról. Berta Vias Mahou)
Páginas:
104
ISBN:
9788426402059
Precio:
18,90 €
Edición ilustrada por Óscar Astromujoff.
—Mi sobrina Stella dice —se explayó Rosa, despacio— que en América los gatos tienen nueve vidas, pero nosotros… nosotros somos menos que los gatos, así que tenemos tres. La vida de antes, la vida de durante, la vida de después. —Vio que Persky no la seguía. Añadió—: La vida de después es ahora. La vida de antes es nuestra vida real, en casa, donde nacimos.—¿Y el durante?—Eso fue Hitler.—Pobre Lublin —dijo Persky.—Usted no estaba allí. Solo lo sabe por las películas. —Se dio cuenta de que estaba avergonzado; hacía mucho que había descubierto esa capacidad para avergonzar—. Después, después, es lo único que a Stella le importa. Para mí solo existe un tiempo; no hay después.
«Sin una vida, vives donde puedes. Si todo lo que
tienes son pensamientos, es ahí donde vives» (p. 45), reflexiona la
protagonista de «El chal» y su particular continuación, «Rosa», los dos textos
comprendidos en esta obra. Están consideradas dos de las piezas más
representativas de la gran escritora estadounidense Cynthia Ozick (Nueva York,
1928), aclamada asimismo por sus Cuentos
reunidos (Lumen, 2015), por sus ensayos Metáfora
y memoria (Mardulce, 2016) y por novelas como Los últimos testigos (Lumen, 2006) o Cuerpos extraños (Lumen, 2013). La autora escribió el relato y la
novela breve que componen El chal en
1977, aunque no vieron la luz hasta 1980 y 1983, respectivamente, cuando
aparecieron en la revista The New Yorker,
tal como explica Berta Vias Mahou en el prólogo a esta edición. Más tarde, se
editaron juntos en forma de libro, la opción que ha prevalecido desde entonces.
Ozick, hija de emigrantes judíos rusos, sufrió cierto rechazo en su infancia
por su identidad religiosa, y siempre ha manifestado interés por todo lo que
atañe a los judíos. Esta obra, que sigue las andanzas de tres mujeres marcadas por el Holocausto, es una muestra de ello.
El
libro se abre con «El chal», un relato que en menos de diez páginas condensa un
universo literario único y deslumbrante. Con un estilo lírico e intimista,
Ozick sitúa rápidamente la situación desasosegante de tres mujeres en un campo
de concentración nazi: Rosa, la protagonista, una joven madre que lleva a su
bebé envuelto en un viejo chal («nunca dejaba de caminar, una cuna andante», p.
17); Magda, el mencionado bebé, «una ardilla en su nido, a salvo, nadie podía
alcanzarla en el cobijo de las vueltas del manto» (p. 18); y Stella, la sobrina
de Rosa, «fría, fría, la frialdad del
infierno» (p. 17). La autora asocia un simbolismo
al chal, la prenda protectora que oculta a Magda, que la aísla de un
entorno hostil, que contiene las esperanzas para el futuro encarnado en
el bebé. Incluso se le atribuyen propiedades del realismo mágico: a falta de
leche y otros recursos para cuidar de la criatura, es el chal lo que la «alimenta»,
lo que la mantiene tranquila. En el siguiente texto, «Rosa», el significado del
chal va ligado al pasado, porque algo ocurre con este…
Tanto
por su extensión (setenta páginas) como por su construcción (mayor despliegue
de la acción narrativa, con diálogos, cartas, desplazamientos por
la ciudad, etc.), «Rosa» puede considerarse una nouvelle que continúa, y desarrolla, esa imagen trágica evocada al
final de «El chal». Han pasado treinta años y las mujeres viven en California.
El Holocausto quedó atrás… o no. Stella ha elegido salir adelante, pasar
página, pero Rosa no puede. El texto gira alrededor de un encuentro de Rosa con
un señor polaco que, a diferencia de ella, no sufrió en sus carnes el nazismo. Los
dos han huido de Europa, son extranjeros en Estados Unidos, pero su relación
con el país de acogida es muy diferente: mientras que el hombre se siente integrado,
y anima a Rosa a imitarlo, ella se muestra incapaz. En su historia intervienen la locura, la obsesión, el trauma que
sigue presente aun con la derrota del nazismo. «Todo el mundo había dejado atrás una vida de
verdad. Aquí no tenían nada. Eran meros espantajos con las carcasas huecas que
el viento arrastraba bajo la esfera del sol asesino» (p. 31); así se encuentra Rosa,
como alguien para quien la vida quedó en suspenso desde el campo.
Hay
un pasaje espléndido, reproducido al comienzo de esta reseña, que sintetiza en unas pocas líneas el tema esencial de esta nouvelle: la elección de cómo vivir después de una experiencia traumática como el campo de
concentración (o quizá ni siquiera una «elección»: la forma de continuar
viviendo, simplemente). La protagonista dice que ellos tienen tres vidas: la
vida de antes, previa a la experiencia traumática (que para Rosa es «nuestra
vida real, en casa, donde nacimos»; la mentalidad de una mujer refugiada que no
ha logrado hacer del nuevo país su hogar); en segundo lugar, está la vida de
durante, o el suceso traumático en sí (que corresponde a lo narrado en «El chal»,
más todas sus omisiones); y, por último, la vida de después, en California. Los
propios nombres de las etapas, con esas referencias al «antes» y el «después»,
revelan el estancamiento de Rosa, el hecho de que toda su vida se concentra en
el «durante», todo depende de ahí. No hay posibilidad de empezar cuando
arrastra una herida tan profunda, ¿o tal vez el señor polaco logrará
convencerla…?
Ozick,
además, plantea a través del rol de Rosa una crítica hacia la forma de tratar a los supervivientes del Holocausto o, mejor
dicho, la forma de convertirlos en material de estudio. Un investigador lleno
de buenas intenciones contacta con Rosa, pero ella siente un profundo rechazo
por los términos en que se establece la comunicación, por esa sensación de ser
vista como una curiosidad, como alguien cuyo interés reside en el hecho de que
salió viva del campo de concentración, como si hubiera dejado de encajar en la
categoría «persona» para entrar en una nueva, la de «superviviente», una etiqueta
que le han atribuido los demás, porque para ella esto solo es un «después» carente
de valor y estímulo. Esta percepción, el hecho de convertirse en «superviviente»,
en alguien que logró huir, refuerza su diferencia con respecto a la población
autóctona; no la ayuda ni a integrarse ni a dejar atrás el pasado, sino que la caracteriza
como distinta a la mayoría. Cabe insistir, por otra parte, en el hecho de que
cada mujer vive esta etapa de forma diferente. Rosa es la más dura, la más
cerrada en banda; Stella, en cambio, sí que se ha adaptado, y de hecho insta a
su tía a hacer lo propio.
Cynthia Ozick |
Tanto
«El chal» como «Rosa» son, en definitiva, piezas potentes y desgarradoras,
literatura sin concesiones. El primero, más poético y concentrado, permanece en
la memoria como una imagen perturbadora que aúna toda ella un sinfín de
matices. El segundo, más extenso pero igual de despiadado, explora el después
del horror siguiendo el hilo de ese chal que todavía da vueltas en otra ciudad,
otro país, otra década. La aproximación al Holocausto en ambos textos nace de
un enfoque puramente literario, es decir, sin buscar la «reconstrucción» de una
novela histórica, y recreándose en la metáfora, el símbolo, la riqueza del
universo creativo de la autora. Cynthia Ozick, he aquí una escritora excepcional
que mira a los ojos al lado oscuro del ser humano. Las ilustraciones de Óscar Astromujoff que la acompañan captan la oscuridad, el
tedio y el profundo desamparo de sus personajes para hacer de este libro
una obra aún más impresionante. Cuidado: nadie sale indemne de su lectura.
Fragmento
inicial en cursiva de la página 83.
Qué bien que estés de vuelta! La reseña de este libro es una de las que esperaba con más ganas, así que me has alegrado la mañana. Tengo que reconocer que no conocía a la autora, pero lo que nos has contado es suficiente para convencerme. He leído la primera página del relato y me ha sorprendido la crudeza de su prosa. Aún así, me ha resultado difícil no seguir leyendo hasta acabar las páginas de prueba:)
ResponderEliminarPor cierto, voy a pasarme a ver qué te pareció "La reina de las nieves", que lo terminé ayer y me ha producido sensaciones encontradas, no me ha gustado tanto como creí que lo haría...
¡Me alegra que te haya gustado la reseña! Quería empezar el año hablando de un gran libro, así que lo escogí a conciencia. Cynthia Ozick es una de las escritoras más importantes del siglo XX, su nombre ha sonado para el Nobel. Yo aún no le he leído nada más, pero estos cuentos son una buena opción para descubrirla, creo.
EliminarHola
ResponderEliminarNo conocia para nada el libro y la verdad que no me llama la atencion
Pero muy buena reseña
Gracias
Bueno, ya coincidiremos en otra ocasión :).
EliminarLo tengo bien anotado por otras reseñas y me has vuelto a despertar las ganas. A ver si me puedo hacer con él porque parece que vale mucho la pena.
ResponderEliminarUn beso ;)
Sí, es muy bueno. Hay mucha unanimidad con este libro, y por parte de lectores bien distintos. Algo tiene para generar tanto entusiasmo.
EliminarMuy buenas!
ResponderEliminarMe encantan los libros sobre el Holocausto y el mundo judío-nazi. Creo que hay mucho que aprender de ahí para que no vulva a ocurrir, y que es aún actualidad en materia de campos de refugiados.
Muchas gracias por la reseña. Besos!
No estoy segura de que este sea un libro con el que "aprender" historia (es muy literario, no tiene el carácter didáctico de algunas novelas históricas), pero sí que plantea algunas reflexiones sobre el tema. Me parece un libro muy recomendable para cualquier lector, con independencia de su interés por el asunto.
EliminarFue una de mis mejores lecturas del año pasado y eso es decir mucho en mi caso, porque los relatos siempre se me quedan cortos, sin embargo estos dos relatos me impresionaron muchísimo.
ResponderEliminarUn beso
Son excelentes. Para mí también fue una de las mejores lecturas de 2016.
EliminarA mí me lo regalo Inés, y fue el descubrimiento de una joya literaria totalmente desgarradora.
ResponderEliminarUn beso
La has descrito perfectamente: una joya totalmente desgarradora. Me encanta que tenga tantos lectores.
EliminarYa tenía apuntado este libro y me confirmas que lo tengo que leer. Me lo subrayo bien para que no se me pase.
ResponderEliminarBesotes!!!
Eso, que no se te pase. Es uno de los pocos libros que me atrevo a recomendar sin ninguna duda a cualquier lector. Ese chal se te queda en el cuerpo...
EliminarNo conocía a la autora y por ahora voy a dejar pasar esta lectura. Quizá más adelante me ponga con ella pero por ahora, no.
ResponderEliminarGenial reseña.
Besotes
Quizá para más adelante, sí, no lo descartes del todo :).
EliminarLa verdad es que con una reseña tan entusiasta hace que me lo plantee si me lo encuentro.
ResponderEliminarBesos
Es muy bueno. No te arrepentirás de leerlo.
EliminarMuy bueno
Eliminar¡Así es!
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