Edición:
Salamandra, 2015 (trad. Judit Xantus Szarvas)
Páginas:
154
ISBN:
9788498386813
Precio:
12 € (e-book: 5,99 €)
Los reencuentros son más apasionantes y más misteriosos que los primeros encuentros. Yo lo sé desde hace mucho tiempo. Ver de nuevo a alguien a quien hemos amado… ¿no es como volver al escenario del crimen, atraídos por una necesidad ineludible, como afirman las novelas de detectives? Pág. 134.
Eszter,
una mujer soltera de mediana edad, vive con modestia en la casa que heredó de
su padre. Solo le hace compañía una pariente anciana que lo sabe todo de la
familia; aunque de vez en cuando recibe la visita de su hermano o de algunos
amigos que en su momento fueron pretendientes suyos. Hubo un tiempo en el que
su vida fue espléndida, pero alguien se lo arrebató todo: Lajos, un embaucador
seductor que consigue que todos caigan en sus redes. Ezster lleva décadas sin
saber nada de él cuando de pronto Lajos le envía un telegrama para anunciarle
su inminente llegada (junto a una particular comitiva). Ezster comparte la noticia con los suyos y todos se
previenen: no permitirán, bajo ningún concepto, que Lajos vuelva a aprovecharse
de ellos. Sin embargo, no está en sus manos evitarlo, ya que, como bien sabe la
protagonista, el peligro que encarna su
viejo amigo también puede suscitar una poderosa atracción, sobre todo para
alguien anclado a una existencia gris que necesita una chispa que le dé
intensidad a su vida («Sé que estamos atados a nuestros enemigos, y que ellos
tampoco pueden escapar de nosotros», pág. 8).
Este
es, a grandes rasgos, el argumento de La
herencia de Ezster (1939), del húngaro Sándor Márai (1900-1989), una novela
de factura clásica escrita tres años antes que El último encuentro (1942), la obra que lo dio a conocer al público
español en los años noventa. No es casualidad que los dos títulos formen parte
de la misma etapa, ya que los paralelismos entre ambos resultan más que
evidentes. Para empezar, la trama gira en torno a un reencuentro con alguien
que, tiempo atrás, en su juventud, hizo daño al protagonista, un protagonista
que desde entonces ha vivido en soledad, renunciando a la diversión y sin
voluntad de rehacer su vida, con la única compañía de una anciana muy lúcida
(que incluso tienen nombres parecidos: Nunu, la familiar de Ezster, y Nini, el ama
de llaves de El último encuentro).
Las cuentas pendientes, no obstante, se resuelven de una forma un tanto «peculiar»
durante el reencuentro, o quizá sería mejor decir que no se resuelven, porque
los personajes, de algún modo, se resignan a su suerte. En segundo lugar, lo
que ocurrió entre el protagonista y su invitado se relaciona con una pasión secreta y una traición («Los
amores sin esperanza no terminan nunca», pág. 33), al más puro estilo del
misterio gótico.
Los
puntos en común van más allá de la trama: Márai, un autor heredero de la
tradición decimonónica en una época en la que otros ya habían cultivado las
técnicas renovadoras del modernismo, también expresa esa nostalgia por el pasado en su obra. Tanto Eszter como el general de
El último encuentro están anclados a
otro tiempo, el de la grandeza del Imperio austrohúngaro, y la caída de este
coincide con su declive personal («Me puse mi vestido color violeta. Fue como
si me pusiera uno de mis antiguos disfraces, mi disfraz para la vida», pág. 57).
Por otro lado, la estructura episódica de ambos libros es muy similar:
comienzan con el anuncio de la visita, a continuación se recuerda el pasado de
los personajes para poner al lector en situación (en ambas historias, además, esta
parte relata una amistad entre hombres jóvenes: el general y su amigo Konrád,
Lajos y el hermano de Eszter) y, por fin, se produce el reencuentro, un
reencuentro que siempre consiste en una conversación que se asemeja más a un
monólogo (de hecho, aunque La herencia de
Eszter está narrada en primera persona y El último encuentro no, en la práctica ambos destacan por el
discurso de su protagonista). La anciana aparece justo al principio y al final
de la novela, como la fiel compañera que devuelve a su señor a la normalidad
tras la agitación de la charla.
Este
desarrollo está concebido para mantener
la intriga por lo que ocurrirá durante el encuentro; la tensión va in crescendo y alcanza su punto álgido
cuando se produce o se desvela lo esperado. Los capítulos tienen los pasos e intervenciones tan
marcados que parecen los actos de una obra de teatro —Márai también fue un
prolífico dramaturgo—. Esta construcción, si bien demuestra la maestría
del autor en este género, a la vez lo encasilla en el terreno del divertimento,
de las novelas lineales cuyo leitmotiv
se centra en la intriga en sí y no tanto en un análisis de los personajes o la
sociedad que enriquezca la perspectiva del lector. Los personajes, principales y secundarios, se definen
por un determinismo que les impide
evolucionar; son planos, fáciles de olvidar en cuanto se termina la lectura. En
La herencia de Eszter, por otra
parte, aún se nota más que el grueso se sostiene sobre la intriga: todo el
interés recae en el juego de Lajos, en saber si será capaz de volver a
aprovecharse de Eszter. No es un misterio tan diferente de los dedicados a
averiguar el culpable de un asesinato, a pesar de que la elegante y precisa prosa de
Márai le dé un aparente toque de distinción.
Sándor Márai |
También
(es justo reconocerlo) se plantea, ni que sea de forma vaga, una reflexión
sobre los sentimientos contradictorios que Lajos suscita en Eszter: una mezcla
de rechazo, por lo que le quitó, y de atracción, porque el peligro le aporta
adrenalina y porque Lajos fue su gran amor; una combinación explosiva de emociones («Después
de que él desapareciera, me di cuenta de que no quedaba nada en su lugar: tuve
que admitir que ese peligro había sido el único y verdadero sentido de mi
vida», pág. 49). Con todo, estas ideas,
de igual modo que las relativas a la amistad entre los hombres de El último encuentro, adolecen de superficialidad, de cierta repetición de esquemas ya conocidos,
lo que impide calificar la ficción del autor húngaro —sus obras autobiográficas y
diarios se excluyen de forma deliberada— de gran literatura. En cualquier caso,
puede considerarse un valor seguro como divertimento digno, como obra bien hecha que se lee con avidez. Al fin y al cabo, uno no siempre busca la máxima
exigencia.
Fotogramas
de la película de 2008 basada en el libro y dirigida por József Sipos.
Definitivamente, me abruma tu ritmo lector. Yo creo que no voy mal, un libro me dura entre siete y diez días, pero a tu lado soy un perezoso diletante.
ResponderEliminarSabes que soy un fiel lector de Márai, aunque no todo me lo he leído, mi tiempo no es infinito y en eso de la lectura soy promiscuo (en otras cosas no). "La herencia de Eszter" está en el "debe", en la lista de espera (no muy larga). Porque leer a Márai siempre es una garantía: de belleza, de Historia, de psicogía. Siempre insisto en que me parece uno de los grandes del siglo XX.
Yo, ya lo sabes, todavía no le encuentro esa "grandeza". Me parece un buen escritor, pero las dos novelas que he leído me parecen planas, encasilladas en ese determinismo que impide avanzar a los personajes. Si lo sigo leyendo, probaré con sus obras autobiográficas, que ya sois varios los que me habéis confirmado que son sus mejores libros.
EliminarAh, y tampoco creas que leo mucho más que tú, ja, ja. Suelo leer un libro a la semana, aunque si encadeno lecturas breves y tengo alguna tarde libre pueden ser dos.
Me gustó este libro, aunque al haber leído antes El último encuentro, sí que note mucho parecido en las tramas. Pero no me impidió disfrutar de la lectura. Me gustan sus personajes, me gusta su estilo, su forma de contar las historias... Pero no a todos nos puede gustar lo mismo. Sería éste un mundo aburrido si así fuera, ¿no? Lo que no he probado aún es con sus obras autobiográficas. Voy a tener que empezar a buscarlas.
ResponderEliminarBesotes!!!
Según dicen, sus dos libros de memorias y sus diarios son magníficos para entender el ocaso del Imperio austrohúngaro. Parecen muy interesantes, desde luego.
EliminarEs cierto que los personajes se dejan guiar por cierto fatalismo y que la trama transcurre de manera lineal. Eszter está atrapada en la telaraña de Lajos y se resigna a ser de nuevo engullida por aquel que la embaucó una vez. Valoro la historia, porque refleja la lucha de ciertas personas con su naturaleza, con su propio destino al que se someten (si ese es el tema de la novela, ¿para qué hacer que los personajes evolucionen?).
ResponderEliminarPor otro lado, ¿qué decir de la prosa de Marai? Contiene altas dosis de lirismo y de sensibilidad; en lo formal me parece que es sublime. Puede que los mimbres de la historia sean endebles, pero el envoltorio es de lujo.
Además es una novela breve y la exposición de la historia queda así limitada. Yo creo que a Marai no le interesa desarrollar a sus personajes, sino hablar de ciertos temas que angustian y condenan al hombre. De ahí su valor y su vigencia, la razón por la que atrae al lector actual, aparte de su valor estético.
Me gustan las reseñas que se meten a fondo con el libro, aunque no coincida en algunos puntos, me ayudan a aprender.
Te sigo en adelante.
Saludos.
alguien me puede decir que pasa después de que llega lajos y todos se preparan para no vlver a caer?
ResponderEliminarExcelente tu lectura. Y me gusta esa duda que nos dejas sobre la "grandeza" de la obra de Márai. Me parece bien pensar en ese divertimento digno del que hablas. Tenemos un grupo de lectores de Sándor Márai en Facebook y estamos leyendo precisamante La herencia de Eszter.
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