16 julio 2014

Medea en los infiernos - Diego Vaya



Edición: Punto de lectura, 2013
Páginas: 160
ISBN: 9788466327305
Precio: 7,99 € (e-book: 3,99 €)

Se suele decir que un buen escritor es capaz de narrar la anécdota más intrascendente o la historia más tópica y, aun así, resultar interesante por enfocarla desde una mirada diferente, la suya, que aporta originalidad al tema tratado o, como mínimo, una nueva forma de percibirlo. Algo así se puede aplicar al escritor andaluz Diego Vaya (Sevilla, 1980), autor de cuatro poemarios y dos novelas breves. La más reciente, Medea en los infiernos (2013), se llevó el XVIII Premio Universidad de Sevilla, y por su argumento bien podría tomarse por un relato mil veces contado: una mujer separada intenta reconducir su vida después de la ruptura. No asume que su marido la dejara por otra y todavía le cuesta aceptar que sus hijos pasen unos días con ellos. Para tratar de sobrellevarlo, se marcha unos días a la costa, sola, a un apartamento en el que espera redactar un artículo para una revista de música.
La estancia en la playa se convierte en un viaje interior en el que la protagonista —de la que se desconoce el nombre— repasa su existencia mediante la evocación de imágenes de la memoria y de su imaginación. Siempre fue una persona taciturna, insegura; lo único en lo que se refugiaba era la música, pero cree que ha perdido ese don, en parte por el menosprecio que su exmarido sentía por las actividades artísticas. El narrador, en tercera persona, reconstruye el lado más íntimo de la mujer intercalando escenas de sueños, de recuerdos de infancia, de obsesiones y de secretos que la afligen; el discurso resultante fluye muy bien a pesar de los saltos. Quienes conozcan el mito de Medea pueden intuir el desarrollo de la historia, porque, al igual que la protagonista, era una mujer en apariencia sumisa que supo usar sus armas para vengarse de su amado.
Con este planteamiento, no es de extrañar que Diego Vaya herede la técnica introspectiva de los grandes autores del siglo XX para desarrollar la psicología de la protagonista, con párrafos largos, digresiones, sin diálogo y con muchos matices poéticos. Emplea un lenguaje con un nutrido vocabulario sobre sentimientos, metáforas y reflexiones sobre el arte y la vida —abundan los comentarios sobre compositores clásicos—. Destaca el detalle de no poner nombre a los personajes —el motivo se comprende al terminarlo—, aunque sí se utiliza un apodo para la pareja del exmarido: la mujer de ojos de lechuza (de hecho, se refiere a ella con un léxico propio de las aves rapaces: «La mujer de ojos de lechuza lanzaba una sonrisa ululante y rapaz», pág. 56). Esta fijación por la identificación del personaje por un rasgo físico también se da en la protagonista y su «rostro común», como una forma de enfatizar su carácter anodino y de reforzar la idea de que le cuesta reconocerse a sí misma tras lo acontecido.
El estilo del autor denota un bagaje lector significativo —además de escritor, es licenciado en Filología Hispánica y ha colaborado con diversas organizaciones relacionadas con la literatura—; no obstante, esta Medea en los infiernos no termina de ser una obra notable. Consigue dar su sello a la narración, pero aun así abusa de los tópicos (el perfil de una madre abnegada, la antipatía hacia la novia de su ex, el marido de ciencias que desprecia el arte, etc.), tan poco aconsejables para una novela que se pretende intimista y profunda. En segundo lugar, hay escenas que no terminan de encajar en el conjunto, como las excesivas páginas dedicadas a la relación con sus hermanas durante la infancia, que no tienen más justificación que mostrar la personalidad de la protagonista (una personalidad ya exteriorizada en otros momentos), porque las hermanas no intervienen en el presente. Falta redondear algunas cuestiones, como lo que ocurre al final con el artículo que está escribiendo; y hay un error en la localización de la alianza en la pág. 145, puesto que se dice que la llevaba en el dedo índice cuando en la pág. 11 se había indicado el anular, la posición habitual. Por último, el desenlace peca de breve y torpe: se entiende (y hasta se aplaude) el juego planteado, pero no se trabaja lo suficiente, se despacha demasiado rápido en comparación con el espacio dedicado a otros temas.
Diego Vaya
Soy consciente de que muchos de los problemas señalados se deben al límite de extensión impuesto por el certamen (125 páginas) —y seguramente a la falta de editor, porque las obras premiadas en este tipo de concursos se suelen publicar tal como llegan—, así que estoy segura de que el autor desplegará mejor su potencial cuando no tenga que ceñirse a esta norma y cuente con el apoyo de una editorial en condiciones. Si me he mostrado crítica con la novela es, en parte, porque considero que Diego Vaya tiene una buena base de escritura, demuestra interés por la experimentación con el lenguaje y, en definitiva, puede escribir novelas mucho más completas (y complejas) que esta. Como sugerencia adicional, sería interesante que en el futuro diera un mayor peso a los secundarios; las relaciones interpersonales se enriquecerían mucho al contar con más puntos de vista. De todas formas, Medea en los infiernos, como novela corta sobre un personaje, tiene los suficientes detalles atractivos para justificar su lectura.

12 comentarios :

  1. La lei hace un par de meses y me quede con una sensacion parecida. Claro que no sabia las limitaciones con las que contaba, y eso explica muchas cosas. Pero me ha gustado su estilo, y seguramente lea mas cosas suyas el dia que las haya. Besos

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    1. Sí, los certámenes literarios tienen ventajas e inconvenientes a la vez. Siempre es mejor escribir por libre y contar con un editor, aunque también es mucho más difícil de conseguir.

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  2. Parece que estamos ante una explosión de talento literario. Por donde mires aparecen nombres y títulos nuevos. Y aunque no todos son realmente buenos, por lo menos tienen su oportunidad, cosa que no pasaba antes creo.

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    1. No creo que se trate de una explosión de talento. Nada es casual: si las editoriales apuestan más por autores españoles noveles, es porque sale más barato publicarlos que pagar una traducción; y con la caída de las ventas se están haciendo muchos recortes. Además, hoy en día publicar es más fácil que nunca porque hay muchas editoriales pequeñas y plataformas de autopublicación.

      De todas formas, no es el caso de esta novela, que se ha publicado en Punto de Lectura por ganar el premio, como ocurre con todos los Universidad de Sevilla.

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  3. Mira que me ha llamado mucho la atención el libro pero viendo tu reseña creo que me esperaré a que publique otro libro donde se vea más explotado su potencial, un beso :D

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    1. No es una mala novela, que conste. El autor escribe bien, cosa que no se puede decir de todos los escritores que comienzan.

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  4. Pues a pesar de que has señalado varias positivas, no me acaba de convencer. Me llevo mejor el nombre del autor para seguir su trayectoria, que parece que tiene potencial.
    1beso:)

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  5. Me apunto tus comentarios y, aunque no sea una lectura prioritaria, la dejo ahí a un lado, a la espera, porque lo que cuentas del estilo me resulta interesante.
    Participar en un concurso condiciona mucho, es cierto, y hay que medir y estructurar con mucho cuidado para que no se te vaya de las manos, lo cual tiene sus dificultades y sus fallos. La lástima es esa falta de editor/corrector a la hora de la publicación. Una vez que se publica con una editorial, no debería descuidarse ese paso porque, entre otras cosas, también es la imagen de la propia editorial. Y casi siempre, por mucho cuidado que tengas, se te escapa algún detalle que con una revisión pre-publicación se arreglaría fácilmente.
    Besucos.

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    1. Es cierto que eso perjudica la imagen de la editorial, pero ten en cuenta que estos premios son un porcentaje muy pequeño de su catálogo, se lanzan sin grandes campañas de marketing y, en definitiva, no suelen ser lo más destacado del mercado (aunque se han dado casos de éxito, como "Sabor a chocolate", que ganó este mismo premio). Supongo que no tienen tiempo de trabajar a fondo estas publicaciones, y en parte es comprensible que den prioridad a sus propias apuestas.

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  6. Yo sigo a Diego Vaya desde su anterior novela, a la que se le puede criticar todo, pero con la que me reí durante un buen rato. Hace unos meses leí Medea en los infiernos, y coincido en eso de que este autor tiene potencial. Al margen de los falles que pueda tener, a mí me ha gustado cómo consigue transmitir lo que siente la protagonista. Y a veces, por encima de los fallos de un libro, una se queda con las sensaciones que deja. Otros libros, a los que no les puedo poner ni una sola pega, me han dejado indiferente.

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    1. Desconocía que su primera novela fuera de humor. Veo que el autor tiene varias facetas :).

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