Edición:
Maresia, 2016 (trad. Mercedes Vaquero Granados)
Páginas:
92
ISBN:
9788494450174
Precio:
13,00 €
Fuiste el gran amor que nunca tuve, la gran pasión que nunca viví, la fuga de la ciudad que nunca aconteció, las palabras que escribí tantas veces durante la noche, mi mano bajo las sábanas con los ojos cerrados susurrando tu nombre, mi esperanza y mi desgracia. Eres mi amor eterno, el que va a durar para siempre, porque no me quisiste cuando, tímidamente (pero lo suficiente para hacerte entender), te ofrecí mi mundo. Y gracias por eso. No haber querido me salvó la vida. Y te convirtió en mi amor imposible, de aquellos que duran para siempre.
Virginia
Woolf, en Un cuarto propio (1929),
dirige este particular mandato a las mujeres que escriben, representadas
en la escritora que le sirve de hilo conductor del ensayo: «deberás iluminar tu propia alma con sus
profundidades y trivialidades y sus vanidades y sus larguezas, y decir el
sentido que tu belleza o tu fealdad tienen para ti, y qué relación tienen con
el mundo vertiginoso y siempre cambiante». Woolf les pedía que escribieran
sobre aquello que las atañe, angustia o perturba, sin que importe que
sea considerado «menor». De hecho, de lo que se trataba era de dar voz a los
temas que, por discriminación o por pudor, no estaban presentes en la literatura.
Entre ellos, la experiencia femenina del
amor, el deseo y la intimidad. Desde que la escritora inglesa publicó este
texto han sido muchas las autoras que han explorado el llamado «universo
femenino», y ahora hay que añadirles otro nombre, el de la brasileña Paula Gicovate (Campos dos Goytacazes, 1985), redactora de un programa de radio y
guionista de televisión, que ha publicado la novela Este es un libro sobre amor (2014).
Colecciono mis
fantasmas como la ropa que guardo en el armario, con miedo a desprenderme de
ellos.
Esta obra encaja en lo que se denomina autoficción: una narradora sin nombre, alter ego de la autora, evoca las
relaciones (fallidas) que mantuvo con cuatro hombres, a los que se refiere como
«aquel que podría haber sido», «aquel que no hablaba», «aquel que nunca me
perdonó» y «aquel que me confinó en su castillo». Estos rodeos para designar a
cada chico son un aperitivo del registro poético que despliega Gicovate: su escritura, muy íntima, fragmentada y elusiva, por momentos se acerca
más a la poesía que a la narrativa convencional. No cuenta historias, sino que más
bien evoca su sentir: su amor, sus inseguridades, pero también (y esto es muy
interesante) el aprendizaje que extrae
de cada relación cuando la analiza a
posteriori. La narradora es una mujer joven y apasionada, profunda en sus
meditaciones, que cree en la posibilidad de realizarse con la experiencia del
amor, del amor correspondido. Aun así, no cae en la idealización de este y
tiene la lucidez suficiente para mostrarse crítica, bien con ella misma, bien
con los hombres con los que ha compartido una época de su vida. Todo esto, sin
perder nunca el tono puramente literario.
El
día en que te abandoné no dejé absolutamente nada que tuviese que ir a buscar
después.
Más allá de mi propio
orgullo y de la nostalgia de entender al fin que la añoranza que siento es por
el amor que no me diste.
Se trata, por tanto, de un libro que surge
de la experiencia íntima, de la insatisfacción de una mujer joven, que
se mueve entre los episodios cotidianos y la intensidad interior que expresa a
través de la escritura. Tiene similitudes con otra novela reciente, El cielo oblicuo (2015), de la madrileña
Belén García Abia (1973). Las dos abordan cuestiones propias de las mujeres (la experiencia
femenina del amor, en el caso de Gicovate, y la no-maternidad, en el de García
Abia); las dos escriben con fragmentos breves, a menudo más poéticos que
narrativos; las dos se muestran creativas, juegan a proponer composiciones distintas en
cada episodio; las dos examinan el espacio íntimo de una forma punzante, sin ensimismamiento;
las dos despersonalizan la voz de la narradora para facilitar la identificación
del lector (de la lectora). Y, muy importante, escriben desde la conciencia de ser una mujer que escribe,
una mujer que lee y hace de la literatura un medio para expresar
su «yo», un «yo» femenino, porque sería muy difícil imaginar estas obras
escritas por un hombre. Gicovate, sin ir más lejos, insinúa cómo la escritura
está presente en sus relaciones como parte de su cotidianeidad. Sus parejas conviven
con una mujer que escribe, que se desdobla entre sí misma y la palabra
escrita, que conoce la inquietud de la literatura («Quien
escribe ya nace estropeado», p. 50).
Lo que importa es que
recuerde que todo lo que puedo hacer es escribir. No importa cómo, todo lo que
puedo hacer es escribir.
Paula Gicovate |
Con todo, a pesar de su malestar, Este es un libro sobre amor no es un
lamento ni una muestra de autocompasión. Porque la protagonista cree en la
fuerza liberadora del amor, en la posibilidad encontrar una zona común en la
que dos personas se entiendan, en la oportunidad de intentarlo por enésima vez después
de varias relaciones fallidas. No idealiza el amor, pero tampoco lo niega ni lo
rechaza; lo acepta en su fragilidad, en su naturaleza cambiante, en su riesgo. Igual que
la escritura. Sería interesante que Gicovate retomara el tema más adelante, que
volviera a escribir sobre el amor en diferentes etapas vitales, para contrastar
(si se tercia) con este texto de juventud. En cualquier caso, esta lectura resulta
sugestiva por sí sola: es una invitación para compartir el espacio íntimo de su
narradora y, con ello, hacerlo nuestro. La edición de Maresia, además, mantiene
las ilustraciones de la original,
hechas a partir de un trabajo de Ernst Hackwell; unos dibujos de flora y fauna marina
que hacen de él un libro-objeto recomendable como regalo.
Creo que el amor se
transforma. Eso es lo que creo. ¿Y tú?
Citas
en cursiva, por orden de aparición, de las páginas 23, 56, 27, 34 y 63.
Este sí que lo voy a leer, que lo tengo en la estantería ya esperando. Y desde luego me acabas de dar un buen empujón para que no tarde mucho en ponerme con él. Excelente reseña, como siempre.
ResponderEliminarBesotes!!!
No tardes mucho, que, total, se lee en una hora. Está muy bien: un texto muy íntimo, lúcido y apasionado.
EliminarEste libro si o si....lo leo....gracias
ResponderEliminarMe alegra que te haya interesado, es un libro muy especial y creo que puede conectar con muchos lectores. Ya me contarás qué te parece.
EliminarMe encantan las citas que has escogido! No conocía ni autora ni editorial, así que descubrimiento doble:) Me apunto ambos.
ResponderEliminarPor cierto, ya que lo has citado al principio de la reseña, hace poco me he hecho con "Una habitación propia", será mi primer acercamiento a Woolf. Qué ganas!
Es un librito muy recomendable. Me gusta, sobre todo, la originalidad de la forma y el uso del lenguaje, un rasgo que también he apreciado en otros narradores brasileños. En comparación, a los autores españoles jóvenes se les nota más la influencia de las traducciones del inglés, o al menos así me lo parece.
EliminarEl ensayo de Virginia Woolf es un clásico imprescindible. La idea de la "habitación propia" se ha popularizado tanto que ya es casi un lugar común, pero la forma en que Woolf desgrana su argumento es tan espléndida que justifica por sí sola la lectura.