Edición:
Roca, 2015 (trad. Eva González Rosales)
Páginas:
288
ISBN:
9788499189185
Precio:
19,90 € (e-book: 7,99 €)
Leído en versión original.
Mr. Holmes
(2005), de Mitch Cullin (Santa Fe, Nuevo México, 1968)
es una de las muchas novelas que se han escrito sobre el mítico personaje de
Arthur Conan Doyle. La desaparecida editorial Vía Magna la publicó en
castellano en 2009 con su título original, Un
sencillo truco mental, y ahora Roca la ha reeditado a propósito de su
adaptación al cine bajo el nombre de Mr.
Holmes, una película dirigida por Bill Condon y protagonizada por Ian
McKellen que se estrenará en los próximos meses. Esta vez, la acción se
desarrolla en 1947, cuando Sherlock
Holmes ya tiene noventa y tres años y su época de esplendor como
investigador ha quedado atrás. Vive en una granja de
Sussex, donde se entretiene con la cría de abejas. Sus únicos compañeros son su
ama de llaves, la señora Munro, y el hijo adolescente de esta, Roger, al que aprecia
mucho. Su amigo Watson murió hace tiempo.
Ian McKellen como Holmes |
La
narración de su vida en Sussex se alterna con dos tramas más: por un lado, el
joven Roger lee a escondidas una historia que el detective dejó inacabada
cuarenta años atrás, sobre el caso de una mujer un tanto perturbada que pudo
haber sido el amor secreto de Holmes; y por el otro, se narra un viaje a Japón justo
después de la Segunda Guerra Mundial para hablar con un hombre que le pidió
ayuda por algo relacionado con su padre, a quien conoció en su momento. Sin
embargo, a pesar de la aparente intriga que pueden tener estos dos hilos, Mr. Holmes es una novela más intimista, emocional y pausada que las
aventuras de Conan Doyle. El filme se está promocionando con el mensaje
«Mr. Holmes, el hombre detrás del mito», una idea que tiene bastante fundamento
en el libro, porque Cullin se propone retratar al anciano solitario y gruñón,
atormentado por los recuerdos y obsesionado con la muerte. Nada que ver con la
agudeza de sus años de plenitud, aunque aún conserva parte de su capacidad deductiva.
Algunos
críticos y lectores le han reprochado, con razón, que este Holmes podría haber
sido cualquier anciano anónimo, puesto que para plantear este tipo de
reflexiones sobre la vejez no era necesario centrarse en la figura de un
detective que se hizo célebre por unas habilidades y unas investigaciones
magistralmente construidas que aquí solo se entrevén en forma de pastiche. Ni
siquiera el tono de la narración —cuando emula la primera persona de Holmes en
el libro que lee Roger— convence. La novela, además, peca de un dramatismo extremo: su trasfondo está
marcado por la muerte, tanto por la ambientación —después de la Segunda Guerra
Mundial, con todos los cambios sociopolíticos que supuso— como por el desenlace
de la historia. Holmes tiene dificultades para expresar sus emociones y los
acontecimientos lo fuerzan a abrirse, pero quizá de una forma demasiado
sentimental y obvia. También se extiende más de la cuenta en algunas
descripciones, como las escenas de las abejas, y, en conjunto, resulta un tanto
lenta y tediosa, a pesar de la escritura envolvente de Cullin.
Mitch Cullin |
Con todo, Mr. Holmes no es una mala novela. Su
aspecto más destacable es la caracterización de Holmes: un hombre frágil, que
está perdiendo la memoria y sufre los achaques de la edad, un hombre que ha
sobrevivido a sus colegas y ha visto la gran transformación del mundo. Cullin
ahonda en el contraste entre el Holmes
detective y el Holmes íntimo, que pone énfasis en las diferencias entre la
imagen que se ha popularizado de él —el propio Holmes hace notar, con humor, la
falsedad de muchos tópicos que se le asocian, como su retrato con la pipa— y su
auténtico yo, introvertido y marcado por el pasado. Si bien no sobresale por la trama
—los misterios de Japón y la mujer carecen de entidad, más allá de potenciar la
atmósfera de pérdida que impregna toda la obra—, sí lo hace por analizar esta dimensión
del personaje y por las reflexiones implícitas en ella, que dan lugar a
fragmentos muy conmovedores. Quizá el autor no es un buen continuador de la serie,
pero hace un trabajo correcto al escribir sobre lo que a él le interesa.
Creo que se me haría aburrida... No me interesa Sherlock Holmes así que nada que hacer. Besos.
ResponderEliminarEntonces no te pierdes nada.
EliminarA pesar de ser Sherlock un personaje que me gusta, no termina de atraerme esta novela.
ResponderEliminarBesotes!!!
Aquí encontrarías a un Holmes muy diferente, la verdad. Lo puedes ignorar tranquilamente...
EliminarEste es uno de esos casos (no muy habituales, por cierto) en que la película me atrae bastante más que el libro, así que seguramente lo dejaré pasar y veré su adaptación.
ResponderEliminar1beso:)
Sí, la interpretación de Ian McKellen hace que parezca mucho más interesante que el libro.
EliminarTotalmente de acuerdo con tu crítica. Creo que una novela con Holmes como personaje debería ser capaz de desarrollar una trama mucho más potente. Si te interesa Sherlock Holmes, esperas otro tipo de novela; si no te interesa y quieres leer algo intimista y reflexivo sobre la vejez, ¿por qué ibas a elegir una basada en Sherlock Holmes? Me da la impresión de que el autor ha tratado de rizar el rizo y el resultado ha sido, curiosamente, insustancial y lacio.
ResponderEliminar¡Gracias por el post!
No puedo decir nada hasta leerlo, pero debo confesar que me muero de ganas de tenerlo y leer sin parar hasta terminarlo. Solo puedo decir que Sherlock holmes es mi heroe.
ResponderEliminarLeí el libro esperando encontrando un poco del toque de misterio que Conan Doyle ponía a los relatos de Sherlock Holmes, pero encontré un personaje más reflexivo y lleno de remordimientos, es un buen libro pero el final me quedo a deber...
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