Edición: Errata naturae,
2015 (trad. Regina López Muñoz)
Páginas: 144
ISBN: 9788415217961
Precio: 14,50 €
Sí, había que estremecer; el espectáculo debe zarandear todo lo que conocemos, nos propulsa más allá de nosotros mismos, nos despoja de nuestras certezas y nos quema. Sí, el espectáculo quema, mal que les pese a sus detractores. El espectáculo nos desposee y nos miente y nos aturde y nos ofrece el mundo en todas sus formas. Y, a veces, el escenario parece existir más que el mundo, está más presente que nuestras vidas, es más conmovedor y verosímil que la realidad, más espeluznante que nuestras pesadillas. P. 18-19.
Edward Said, en su célebre obra Orientalismo
(1978), puso de relieve que el discurso que Occidente ha construido sobre las
culturas que le son ajenas se fundamenta en una serie de tópicos y prejuicios
que ocultan importantes estrategias de control político y económico. Las
representaciones que el hombre occidental ha hecho durante siglos de esas sociedades
muestran, por lo tanto, una imagen equivocada de la realidad, proclive a
recalcar las diferencias entre ambos e incitar la discriminación hacia el otro,
un «otro» que para Said era un oriental, pero que también podría ser un indio
americano del Wild West Show de Buffalo Bill (William Frederick Cody,
1846-1917). El escritor y cineasta francés Éric Vuillard (Lyon, 1968), que en toda su
obra suele abordar los abusos de Occidente, se inspira en el creador del
espectáculo itinerante del Lejano Oeste para dar forma a Tristeza de la tierra. La otra historia de Buffalo Bill (2014), con
la que fue finalista del Premio Goncourt. Se trata de un libro singular que, sin
ser una novela al uso ni un ensayo, desmitifica,
con un lenguaje lírico esplendoroso, la leyenda de Buffalo Bill.
«El espectáculo es el origen del mundo»
(p. 11). Con esta frase contundente arranca esta crónica. No es una afirmación
baladí: las producciones culturales o de entretenimiento, a través de las ideas
y emociones que expresan, condicionan nuestra forma de entender la realidad.
Buffalo Bill, además de proporcionar un divertimento apasionante para el
espectador, supo llevar su proyecto más allá, supo contar una historia, y no
una historia cualquiera, sino el
pretendido mito fundacional de la nación norteamericana, «la [historia] que
millones de americanos primero y europeos después tenían ganas de oír, la única
que querían oír» (p.19). En otras palabras: indios contra vaqueros, un relato que
ensalzaba a los de siempre y convertía el Lejano Oeste en un show, el primer gran show de la civilización occidental; y a
Buffalo Bill, en un pionero. Sentó las bases de la cultura del espectáculo, de la necesidad constante de
reinventarse, de la carnaza.
Cody es un decorado. Cuenta la verdad mintiendo. De lejos parece inconsistente, vaporosa; un aura de angustia y de irrealidad la nimba. Porque la ciudad de Cody está muerta. [...] En Cody, durante casi ciento setenta días al año la temperatura no sube de cero. Por lo demás, en ella se encuentran todos los tópicos arquitectónicos del Oeste: las barandas de maderas rústicas, las fachadas feas de ladrillo, las máquinas tragaperras, las girls de rodeo. En Cody no hay nada. Nada aparte de una inmensa tristeza. P. 89.
Como es bien
sabido, detrás de los focos se esconde una realidad menos atractiva, una
realidad que duele mirar, aunque por eso mismo —por la turbación, la vergüenza,
la impotencia y la rabia que suscita— resulta imprescindible conocer. El nombre del Wild West Show va unido al
racismo, al exterminio de la población india, a la ridiculización, al abuso.
Y a la invención, a la construcción de tópicos que calaron hondo en el
imaginario colectivo. Vuillard habla, por ejemplo, de Toro Sentado: un
hombre convertido en atracción, en producto, una caricatura de sí mismo por la pura
necesidad de subsistir («Toro Sentado está solo en el ruedo […]. Y los que
ocupan las gradas han acudido sólo para eso, todo el mundo ha acudido a ver eso,
nada más que eso: la soledad», p. 30). El espectáculo convivió, además, con
tragedias como la masacre de Wounded Knee, en la que fueron asesinados cientos
de indios. El autor también recoge algunas historias particulares, acompañadas
de fotografías, como la niña que fue comprada por el general Colby: desde
pequeña estuvo expuesta a los medios de comunicación —la adopción de una india
era algo insólito, que despertaba la curiosidad malsana de la gente— y, pasado
el tiempo, terminó mal.
Éric Vuillard |
Pero
no solo se habla del sufrimiento de los indios, ya que Vuillard retrata asimismo
el auge y la caída de Buffalo Bill: «Él,
que ha fabricado el mayor fraude de todos los tiempos, pertenece de pronto al
mundo que se esfuma, y la gran nostalgia se apodera repentinamente de él»,
p.116. Buffalo Bill había aprendido que el espectáculo necesita
retroalimentarse para mantenerse en órbita, y lo pudo comprobar en primera
persona. Los pasajes de Tristeza de la
tierra están llenos de desolación en todos los sentidos, un mundo venido
abajo contado con la voz poética de Vuillard, una voz que no suaviza lo
narrado, sino que potencia la indignación con sus palabras precisas e incisivas. Hace patente la necesidad de
desplazar la mirada, de desconfiar de las apariencias, porque, aunque escriba
sobre Buffalo Bill y el Wild West Show, sus observaciones sobre la naturaleza
del espectáculo tienen mucho que ver con el presente, con la degradación que se
esconde detrás de la imagen del triunfador. Todo esto, en poco más de cien
páginas. Lo bueno, si breve, ya se sabe.
Fotografía:
Toro Sentado y Buffalo Bill, 1885,
por David F. Barry.
No lo descarto ya que me encanta descubrir temas que no conozco pero ahora no creo que sea su momento.
ResponderEliminarBesotes.
Este tiene la ventaja de estar contado de una forma más accesible que un ensayo académico y, además, con un estilo muy literario, muy "bello" y poético. Me parece un libro que puede acercar al lector de literatura a temas que se salgan de la pura ficción.
EliminarNo se puede negar la discriminación del Occidente para con otras culturas. Sin embargo, no deberíamos olvidar que éstas también discriminan contra los demás. El verdadero problema es afán de ejercer el control sobre la gente, vide Corea del Norte.
ResponderEliminarsaludos
Es un tema muy complejo...
EliminarEs una propuesta interesante. Está la propia imagen de la conquista del Oeste y su mitificación. Como la española en su momento, elude los aspectos más cruentos: el choque de culturas y el exterminio y sustitución de una por la otra. Pero también está esa reflexión sobre el mundo del espectáculo y del propio Buffalo Bill.
ResponderEliminarPor cierto, su espectáculo también recaló en España, en concreto en Barcelona. Con todo su séquito y generó gran expectación en su época. Era 1889 y América ya vendía su mito fundacional al otro lado del charco. Otra mentalidad, desde luego.
Un saludo.
Lo has definido perfectamente: toca varios asuntos en pocas páginas y está muy bien. Y sí, es impresionante el éxito que tuvo el espectáculo.
EliminarSabido es que la historia se cuenta siempre desde la óptica que se convenga. Propuesta ilustrativa de esas verdades que duele ver. Saludos
ResponderEliminarY muy bien escrita, con una voz muy personal. La forma de entender el texto literario de Vuillard me ha parecido sumamente interesante.
EliminarUna temática interesante la de este libro. No lo conocía así que apuntado me lo llevo.
ResponderEliminarBesotes!!
Es bueno y además lo leerás rápido (si esto puede considerarse una ventaja).
EliminarMe ha intrigado mucho el libro. Me lo apunto :)
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Me alegro. Espero que lo disfrutes.
EliminarHola Rusta! Me toca ponerme al día con tus reseñas. También he leído un par de libros a partir de tus recomendaciones, así que te comentaré por ahí:)
ResponderEliminarReconozco que si no fuera por tu reseña no creo que me hubiera fijado en el libro que comentas en esta entrada, pero los temas que trata me parecen extremadamente interesantes y el que sea breve, termina con las pocas reticencias que pueda tener. Otro más para la lista de Errata Naturae;)
1beso!
Sí, el que sea breve en este caso es un punto a favor. Yo quizá no leería un libro de quinientas páginas sobre el tema (porque hay temas que me interesan más, simplemente), pero un libro tan corto (y encima con imágenes y espacios) se lee en nada y además se aprende con él.
EliminarPor cierto, muchas gracias, una vez más, por tus comentarios y por la atención que dedicas a mi blog. Se nota que tienes en cuenta de verdad las recomendaciones (no dices "Me lo apunto" por decir) y siempre que comentas te leo con mucha ilusión.
No hay por qué darlas. Es un gusto leer tus reseñas, te debo muchos ratos de buenas lecturas:)
EliminarEse libro es de una gran belleza pero te abre como un bisturí. El último capítulo sobre Wilson Alwyn Bentley y sus fotografías no termino de conectarlo con el resto.
ResponderEliminar