De
un tiempo a esta parte tengo la sensación de que el panorama literario comercial de nuestro país está falto de ideas
(al menos en novela). Recalco la palabra «comercial»: en este artículo me referiré
a las propuestas destinadas al gran público, por lo que obviaré a
escritores como Houellebecq, Murakami o Eco aunque en la práctica también sean best-sellers. No es que habitualmente el
mercado comercial se caracterice por derrochar imaginación y talento, pero cada
cierto tiempo surge un éxito inesperado, una novela (mejor o peor) que marca
una nueva tendencia, aporta frescura y, pese a estar escrita por un autor hasta
entonces desconocido, logra escalar puestos en las listas gracias a las
recomendaciones entre lectores. Pienso, por ejemplo, en El tiempo entre costuras, de María Dueñas: un meritorio best-seller que lo llegó a ser de forma
inesperada, pasado un tiempo de su publicación. O en las landscape novels de Sarah Lark, que sin
ser santo de mi devoción dieron nombre a un género que creó tendencia.
Aun
con todas las críticas que los lectores exigentes hacemos a las novelas
comerciales por el simple hecho de serlo, considero innegable que el concepto «comercial»
engloba libros mejores y peores, libros innovadores y libros que agotan una
fórmula. Aquí es donde quiero llegar: resulta
preocupante que los grandes éxitos de ventas de este año vengan de la mano de títulos
que venden por el nombre: Ve y pon un
centinela, la polémica novela «perdida» de Harper Lee, y Grey, la 4ª parte de la saga de E. L. James, que en principio no estaba prevista y parece escrita para contentar a
los fans (y seguir haciendo caja). A finales de este mes se les sumará Lo que no te mata te hace más fuerte, de
David Lagercrantz, promocionada como la 4ª parte de Millennium pese a no estar escrita por su creador, Stieg Larsson. En
suma, tres novelas sin originalidad alguna que beben de los resultados
anteriores (y de un sentido ético más que dudoso). Éxitos prefabricados, productos publicados exclusivamente para vender.
En
la lista de más vendidos también hay obras de debutantes, entre las que sobresale
La chica del tren, de Paula Hawkins, un
thriller de quinientas páginas que —hay que decirlo— está recibiendo
críticas pésimas y todo apunta a que no perdurará después del verano. A más
distancia se encuentra La casa de las miniaturas, de Jessie Burton, una dignísima novela histórica de
aires góticos que, no obstante, sigue la línea de autoras consagradas como Tracy Chevalier y Sarah Waters, de modo que no aporta nada diferente más allá de la
frescura de una voz joven. Este año también han destacado las últimas publicaciones de veteranos como Isabel Allende, María Dueñas, Javier Moro o Albert
Espinosa, entre otros. Todo en orden;
vende lo que se espera que venda.
Las
únicas sorpresas del pasado año se salen del género de la novela y tienen mucho
que ver con la comunicación en las redes
sociales: el cantautor Marwan ha puesto de moda un tipo de poesía —si se puede
llamar así— sentimental y facilita (la podríamos bautizar como poesía para no lectores
de poesía) que atrae especialmente a los adolescentes. En 2014 publicó La triste historia de tu cuerpo sobre el mío
en un pequeño sello, y le fue tan bien que ya lo ha fichado Planeta. En segundo
lugar, no podemos menospreciar el auge de los libros ilustrados y los cómics —más
apetecibles para lectores perezosos y más difíciles de piratear—, donde
destacan (hablando de ventas) Raquel Córcoles (Moderna de pueblo), Sara Herranz (Todo lo que nunca te dije lo guardo aquí), Paula Bonet (Qué hacer cuando en la pantalla aparece The
End) y Agustina Guerrero (Diario de
una volátil). Por otro lado, a los autores mediáticos televisivos, que ya son viejos
conocidos de las mesas de novedades, se les han sumado otros procedentes de
Internet: los youtubers.
Quizá
deberemos acostumbrarnos a que las nuevas tendencias surjan de la red, pero,
en cualquier caso, el panorama es desolador para la novela. Antes de que
alguien diga: «Todo esto da igual, los lectores serios leemos otra cosa»,
dejadme que plantee una pequeña reflexión: los best-sellers son los únicos libros que el público no lector conoce y,
si bien no se caracterizan por su calidad literaria, tienen un interés
sociológico (no son pocas las cábalas que se hicieron sobre por qué triunfaron
las Cincuenta sombras de Grey). Son,
por así decirlo, el Madrid-Barça de la literatura. En este sentido, deja mucho
que desear que grupos con el potencial de Planeta y Penguin Random House, junto
con la recién estrenada HarperCollins Ibérica, se embolsen sus principales
ganancias con libros deudores de éxitos precedentes. Que las grandes
editoriales controlan el mercado ya lo sabemos, pero se echa de menos ese factor sorpresa que de vez en cuando hace sobresalir
un libro inesperado, un libro que no era un fenómeno antes de ponerse a la
venta y que consiguió su fama despacito, gracias a las (oh, qué raro) lecturas.
¿Tardaremos
mucho en ver otro caso como El tiempo
entre costuras?
Pues sinceramente si el libro vende, me alegro enormemente. Creo que lo que necesita el sector es recuperarse y si estas novelas hacen que aumenten las ventas, facturación y número de lectores me alegro un montón. No creo que haya falta de ideas, sinceramente lo que hace es que una historia te enganche y te atrape como si es un refrito de mezcla de varias novelas. Un beso! :)
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarUna entrada muy interesante. A ver, yo creo que estos libros con los que ganan tanto son necesarios para que la editorial pueda publicar otros no tan "fáciles de vender" sin riesgo a quedarse sin un duro. Aunque, también es verdad que el mercado de novedades está falto de originalidad y sí que me gustaría que de vez en cuando hubiera alguna cosilla más sorprendente, pero son empresas y seguirán pisando en terreno seguro, vamos, eso me parece a mí.
En fin, un mal necesario.
¡Un saludo!
De los tres primeros que mencionas tengo ganas de leer los de Harper Lee, hace ya bastante tiempo que quería leer "Matar a un ruiseñor" y la campaña del nuevo libro me obligará a leerlo.
ResponderEliminarGrey me satura! Si, he leído la trilogía... más por seguir la tendencia y poder opinar que porque me interesase estos libros, pero este no me llama nada.
Y el nuevo de Milenium... pues no sé, por una parte me llama, y por otra me frena el hecho de una continuación escrita por otro autor...
Lo que está claro que las tres son estrategias de Marketing...
Un beso
Sí, el dinero que se gana con esto es útil para publicar otros libros, pero ¿no creéis que hay formas mejores de hacer caja? Con "mejores" me refiero tanto a la calidad (dentro de lo comercial) como a la honradez, es decir, sin forzar continuaciones. "Millennium" y "Grey", precisamente, también tenían una gran campaña de marketing a sus espaldas cuando se publicaron en España, pero aun así fueron novedosos en su momento y crearon tendencia (una tendencia llena de basura, pero al menos aportó aire fresco: el primero logró que se prestara más atención a los autores nórdicos y el segundo renovó las cubiertas de las novelas románticas). Que los grandes éxitos de este año sean tres libros tan prefabricados me hace ver el panorama muy, muy quemado.
ResponderEliminar¡Justo tuve el mismo pensamiento! En cine ya lo teníamos más visto, pero me llamó la atención en los libros (es cierto se ha puesto de moda sacar la misma historia desde el punto de vista del chico) tantos libros exitosos "repetidos" y sacados al mismo tiempo. Espero que pronto aparezca o crezca una editorial que nos haga el papel de Pixar en el cine (que sea para todos o para mayores).
ResponderEliminarE.
No soy precisamente una lectora de grandes best sellers pero como suelo decir yo, todo lo que sirva para incentivar la lectura, bienvenido sea, aunque algunos libros tengan una calidad dudosa...(sí, si, tengo en mente un libro en concreto cuyo protagonista tiene un apellido "Gris").
ResponderEliminarUn saludo !
Yo es que no le pongo cuidado a los best-sellers pero si tienes mucha razòn en lo que dices.
ResponderEliminarComo bien dices, un best-seller no es otra cosa que un libro muy vendido. También lo son la Biblia y el Quijote, sin que nadie los califique como tales, al contrario que otros, como Dan Brown, a los que se cuelga el epíteto despectivamente.
ResponderEliminarYo nada tengo contra el hecho de que un libro se venda mucho, cada cual hace con su dinero lo que quiere, y además las editoriales son empresas con ánimo de lucro, como es lógico. Es el lector el que debe vencer esa pereza intelectual, podemos decidir por nosotros o podemos dejar que los departamentos de márketing hagan su trabajo con nosotros. La primera opción es más trabajosa y requiere buscar, "catar", explorar editoriales minoritarias... O sea, una tarea maravillosa que permite encontrar verdaderas joyas. Por otra parte, un lector avezado solo necesita unas páginas para detectar si un libro le va a gustar o no.
De los libros que citas, depende. "Grey" no me pone; es más, el género erótico me parece dificilísimo, y solo me gusta Anaïs Nin. El de Harper Lee acabaré leyéndolo, aunque con miedo, y más por interés histórico que por otra cosa. Especialmente repugnante me parece lo de la novela de Larsson que no es de Larsson, precisamente por eso, por la usurpación, por el uso poco honrado que se hace del autor. Dejémoslo como está, con su maravillosa trilogía, y dedíquese el tal Lagercrantz a escribir cosas suyas y no en la estela (muy rentable) de otros.
Por mi parte, y aunque no parece que necesites recomendaciones, acabo de terminar "Canadá", de Richard Ford y ahora estoy con "Divorcio en Buda", de Sándor Márai. Ambos excelentes, ambos intemporales.
(Siempre me gusta lo que escribes dentro de la mediocridad que no solo anida en el panorama de las editoriales, sino que se ha contagiado a gran parte del bloguerío reseñador. De modo que, como en los libros, hay que cribar y quedarse con lo bueno, aún más: con lo excelente).