10 julio 2013

Madame Bovary - Gustave Flaubert




Edición: Alba, 2012
Páginas: 400
ISBN: 9788484287582
Precio: 28 € (e-book: 14,99 €)

No es fácil reseñar un clásico. Parto de la base de que cualquier reseña debe combinar el análisis formal con la interpretación personal del lector, es decir, un equilibrio entre estudio del texto y opinión fundamentada que hace que cada crítica sea única. Además, el ejercicio debe adaptarse a cada tipo de libro; no se reseña igual una ópera prima de un autor joven que la novela cumbre de un gran escritor. Por este motivo, cuando se trata de hablar de una obra tan importante como un clásico de la literatura universal, las dificultades aumentan: se corre el riesgo de limitarse a repetir aquello que ya han dicho otros, así como de realizar una valoración demasiado escueta y superficial para lo que merece el libro. El reto es conseguir una reflexión propia, justificada y con criterio.

***
Madame Bovary, obra célebre del realismo francés, se publicó por entregas en 1856 y un año después vio la luz en forma de libro, tras causar una gran polémica que llevó a su autor a los tribunales, aunque finalmente fue absuelto. Gustave Flaubert (Ruán, 1821-Canteleu, 1881), hijo de un cirujano, cursó estudios de Derecho —que no llegó a terminar— y trabó amistad con otros literatos del círculo parisino. Escritor perfeccionista, publicó pocas obras en vida, entre las que destaca La educación sentimental (1869). También merece una mención su vasta correspondencia con la poetisa Louise Colet, George Sand y más gente, imprescindible para conocer mejor a uno de los grandes creadores de la historia de la literatura.

La infelicidad de Emma Bovary

A estas alturas sería ridículo pretender escribir una sinopsis de Madame Bovary: todos sabemos que narra la historia de un adulterio y que, al final, «la culpa fue de la fatalidad». No obstante, a mi modo de ver el tema central no es el acto de la infidelidad en sí mismo, sino las causas que conducen a la protagonista hasta él: la insatisfacción vital. Emma Bovary está obsesionada con la búsqueda de la felicidad, entendida como una existencia apasionante, un amor exaltado y un ambiente de lujo, características que no describen en absoluto su apacible vida en una localidad de provincias junto a un marido anodino, incapaz de entender la emotividad de su esposa.

En este contraste entre la decepcionante realidad y las ilusiones y aspiraciones de la protagonista juega un papel fundamental la lectura, lugar de consuelo y fuente de locura a la vez. Emma Bovary lee con avidez las novelas románticas que la distraen de la cotidianeidad insípida, pero al mismo tiempo le crean unas expectativas, la vuelven loca, como una versión femenina de aquel Alonso Quijano que enloqueció por leer demasiadas novelas de caballerías. Flaubert se muestra ambivalente con su señora Bovary: en ocasiones la hace parecer ridícula, una mujer rendida a la idealización del amor; sin embargo, también logra que el lector se compadezca de ella y rechace los convencionalismos de los personajes que la rodean, quienes, encerrados en sus propios intereses, no logran comprender su sensibilidad. La crítica, por lo tanto, se dirige en ambos sentidos: el amor romántico y la sociedad contemporánea del autor.

Antes de casarse, a Emma le había parecido que sentía amor; pero, como la felicidad que habría debido ser el resultado de ese amor no había llegado, pensaba que probablemente se había equivocado. E intentaba saber cómo había que entender exactamente en la vida las palabras «felicidad», «pasión» y «embriaguez», que tan hermosas le habían parecido en los libros. (Pág. 52).

En este punto me gustaría reflexionar sobre la pervivencia de los asuntos planteados por Flaubert. Ha pasado más de un siglo desde la publicación de Madame Bovary, pero la desilusión al descubrir que el amor (y la vida en general) no es tan atractivo como lo pinta la ficción me sigue pareciendo de rabiosa actualidad, incluso más que en la época del autor, porque con el capitalismo y la producción en masa se han difundido mucho más estas ideas. Pensemos en las princesas Disney o, por poner un ejemplo reciente, la moda de la literatura erótica a raíz del éxito de Cincuenta sombras de Grey, una trilogía que se promocionó con el eslogan de animar la existencia (sexual) de las mujeres casadas de mediana edad. Si Emma Bovary hubiera vivido en el siglo XXI, probablemente habría leído estos libros, se habría sonrojado al leer algunas escenas y habría suspirado con pesar por no encontrar ese prototipo de hombre en su entorno. Como dijo Schopenhauer, todo lo que adorna el amor, lo romántico, no deja de ser una invención humana; lo natural se limita a conseguir alguien complementario y lograr tener una vida estable. En cualquier caso, el interés y la popularidad de la cuestión sin duda son buenos motivos para seguir redescubriendo a Emma Bovary, mirarnos en ella y analizar sus fisuras.

El autor también aprovecha el papel de su protagonista para evidenciar las desigualdades entre hombres y mujeres. Faltaba un siglo para el nacimiento del feminismo como disciplina académica y no hay que confundir a Emma Bovary con una luchadora por los derechos de la mujer, pero, aun así, en la novela se plasma cómo dependía en todo momento de los hombres (su padre, su marido y, en parte, sus amantes) y sus deseos de tener un hijo varón para que fuera más libre e independiente que ella. Su doble vida se basa en constantes mentiras, en el miedo a ser descubierta; no se puede interpretar su adulterio como la búsqueda de libertad o felicidad, porque no consigue ni lo uno ni lo otro, acaba más frustrada, más rendida a aquello que le da el aliento. En el desenlace lo acaba pagando caro, con esa escena larga y detallada de su sufrimiento.

Quería un chico; sería fuerte y moreno y pensaba llamarlo Georges; y aquella idea de tener por hijo a un varón era como la revancha esperanzada de todas sus impotencias pasadas. Un hombre es libre, al menos; puede recorrer las pasiones y los países, franquear los obstáculos, hincarles el diente a las dichas más remotas. Pero a una mujer no le surgen sino impedimentos. Inerte y flexible al tiempo, tiene en contra la apatía de la carne junto con la decadencia que impone la ley. La voluntad, como el velo del sombrero sujeto con un cordón, late al viento, sople de donde sople; hay siempre algún deseo que la arrastra y algún mandato del decoro que la sujeta. (Pág. 113-114).

Crítica de los valores burgueses

No solo de Emma vive Madame Bovary. Los personajes que la acompañan están bien perfilados, aunque ninguno tiene la capacidad de ella para provocar esa doble reacción de fascinación y aborrecimiento en el lector, precisamente porque son personas corrientes y conformistas, personas «normales», que sirven al autor para criticar la sociedad de su época. De hecho, el propio Flaubert se alejó de este ambiente durante su vida y es conocida su frase «Madame Bovary, c’est moi». Yo creo que la mayoría —en especial los que avivamos la imaginación con la lectura— somos un poco como ella, por haber tenido esa sensación de no encajar en el mundo y pensar que lo real, lo apasionante, está en otro lugar. Aunque haya pasado el tiempo, la sensación de que la sociedad encarna la hipocresía no se ha perdido.

—¿No la rebela esta conjura de la sociedad? ¿Hay acaso un solo sentimiento que no condene? Persiguen y calumnian los instintos más nobles, las simpatías más puras, y, si dos infelices almas se encuentran por fin, todo está organizado para que no puedan alcanzarse. Lo intentarán, no obstante, aletearán, enviarán llamadas. Bah, qué más da, tarde o temprano, dentro de seis meses, dentro de diez años, se encontrarán, se amarán, porque lo exige la fatalidad y porque nacieron una para otra. (Pág. 175).

En este contexto me resulta especialmente llamativo el personaje de Homais, el farmacéutico, un hombre pedante, defensor de la ciencia y el progreso, que se expresa con un estilo afectado y pretencioso. En particular, me sorprendieron los discursos sobre sus creencias religiosas (con abundantes referencias a Voltaire), que aún tienen vigencia. Con Homais, Flaubert caricaturiza los valores del típico burgués que él detestaba, un rol vanidoso y menos sabio de lo que se pretende, pero que acaba triunfando a pesar de sus errores mientras su heroína —que también refleja el no seguimiento de la religión por no cumplir las recomendaciones del cura— se hunde. Junto a la protagonista, me parece el más interesante de la obra.

El boticario contestó:
—¡Tengo una religión, mi religión, y tengo incluso más que todos esos, con sus farsas y sus charlatanerías! ¡Adoro a Dios, antes bien! ¡Creo en el Ser Supremo, en un Creador, fuere quien fuere, poco me importa, que nos puso en este mundo para cumplir con nuestros deberes de ciudadanos y de padres de familia!; pero ¡no necesito ir a una iglesia, ni besar una fuente de plata, ni engordar con mi dinero a un montón de cuentistas que comen mucho mejor que nosotros! Porque podemos honrarlo igual en un bosque, en un campo, o incluso contemplando la bóveda etérea, como hacían los antiguos. (Pág. 101).

Las armas del realismo literario

Para dar forma a este retrato de costumbres de una localidad de provincias, Flaubert utiliza un narrador omnisciente en tercera persona (el autor es un dios que maneja el universo que ha creado sin involucrarse en él, como explicó en una de sus cartas a Louise Colet) y sigue un orden cronológico. El primer capítulo empieza con una primera persona colectiva que le sirve para presentar al narrador como un testigo de los hechos, nunca como el protagonista, porque él no busca identificarse con la sociedad que retrata. La novela combina el diálogo con la descripción, con algunos fragmentos de estilo indirecto libre para plasmar los pensamientos de la protagonista. No faltan ni la ironía ni las observaciones inteligentes, logra recrear con fidelidad la sociedad de la época en la narración y las voces de los personajes, y se aprecia un trabajo de documentación nada desdeñable en los temas médicos; la información dada está calculada con precisión y no hay nada vano en la obra. Desde las primeras páginas —bastante antes de la entrada en escena de Emma Bovary— supe que me encontraba ante una de esas escasas obras maestras de la literatura, una novela tan cuidada y perfecta que se puede abrir por cualquier página al azar con la seguridad de que lo que se leerá en ella merecerá le pena.

En la consecución de esta voz tan lograda también tiene mérito la traductora de la reciente edición de Alba, María Teresa Gallego Urrutia, que además firma un breve prólogo en el que explica que la editorial optó por traducir el título como La señora Bovary por una cuestión de coherencia (en el texto se refieren a Emma Bovary como señora Bovary; por lo tanto, no tenía sentido mantener el madame en el título, a pesar de ser más conocido así). No puedo comparar su traducción con las anteriores porque he descubierto el clásico por primera vez con esta versión, pero el prestigio que la avala y las cuidadas notas a pie de página me hacen recomendar esta edición con ahínco. Además, como siempre que se trata de Alba, la encuadernación es elegante y cuidada, y la letra tiene un tamaño razonable, cómodo de leer. El precio está más que justificado.

Gustave Flaubert.
Para terminar, quiero animar a quien no lo haya hecho ya a entrar en el universo de Flaubert, a descubrir a esta heroína de destino trágico y a reconocerse en su retrato, a explorar los motivos por los que Madame Bovary es una obra atemporal y a disfrutar con la interpretación que se puede extraer de su visión del mundo. La lectura puede resultar lenta y exigente en comparación con lo que se suele publicar hoy en día, pero merece la pena deleitarse página a página porque el ejercicio de reflexión que provoca también es, sin duda, mucho más enriquecedor que el que se puede hacer de la mayor parte de la narrativa actual. A mí, como os decía, me entusiasmó desde el principio; y puedo describir las horas que le he dedicado como una gran experiencia literaria.

Nota: las fotografías corresponden a la adaptación al cine de 1949, dirigida por Vincente Minnelli y protagonizada por Jennifer Jones.

32 comentarios :

  1. Lo leí hace muchísimo, en la universidad, y en versión original, y me gustó mucho, el reflejo de la sociedad de la época es fantástico. Por cierto, muy bonita la portada de tu edición. Bss!

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  2. @Matiba. Me alegro de que estemos de acuerdo, es una gran novela. A mí también me encanta la cubierta de esta edición, Alba suele cuidar mucho el diseño de sus libros.

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  3. Me encanto. No tanto la version a la española LA REGENTA aunque por supuesto, magnifica obra. Saludos

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  4. @Baby. Yo todavía tengo pendiente leer "La Regenta", siempre me ha llamado la atención (pero es tan largo...).

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  5. PEDAZO de reseña. Yo lo tengo pendiente, pero me da cosa precisamente por el parecido con La Regenta, que es mi libro favorito. Por un lado tengo ganas, pero por otro me da miedo una posible decepción, pero viendo cómo la pones... Tarde o temprano la leeré, es uno de esos clásicos que sé que leeré algún día. A ver si es pronto.

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  6. @Rey Pescador. Piensa que te puede resultar interesante leer "Madame Bovary" porque fue la novela precursora de "La Regenta", "Anna Karenina" y compañía. Yo quiero leer estas dos últimas e intentaré no compararlas con "Madame Bovary"; aunque tengan cosas en común estoy convencida de que cada autor supo darle su propio sello.

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  7. Yo lo leí hace dos años, en primero de bachillerato. Y para qué voy a mentir, me pareció un tostón. Larguísimas descripciones y muchas cosas que no entrndía para nada. El resultado? indiferencia a la vez que decepción por no poder entender este clásico tan aclamado.
    Supongo que dentro de unos años volveré a enfrentarme a él. Tu reseña me pareció genial, sobretodo cuando has mezclado lo de las 50sombras, ya que así conectamos pasado y presente y todo se hace más asequible de comprender.

    Besos!

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  8. @Idoia. Gracias, casi siempre que leo un clásico intento buscar alguna relación con el presente porque también me resulta interesante.

    Me he encontrado con algunos lectores que también tuvieron que leerlo en el colegio y lo odiaron (a mí este no me tocó, pero sentí lo mismo con otros clásicos). Es un tema delicado: por un lado, pienso que estas obras no son las más adecuadas para enganchar a la lectura a los adolescentes, pero, al mismo tiempo, también pienso que para muchos (los que no leen) será la única forma de que conozcan algunos libros imprescindibles. En fin, los profesores no lo tienen nada fácil.

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  9. Un título que invariablemente veo en librerías y que paso de largo por esa misma razón que comentas de tener la sipnosis presente sin haberlo leído.

    Punto aparte las ediciones que se hacen, a veces hasta repelen! (Tan guapa la portada que presentas) los extractos que nos dejas antojan mucho. Junto con libros de Charles Dickens voy a buscar este título, al cual presumo se llega mejor con cierto tiempo de lector a cuestas. Saludos.

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  10. @Tere. Sí, sin duda es un libro que se disfruta más cuando ya se ha leído mucho. Tiene unos contenidos mucho más ricos que la mayor parte de la narrativa actual.

    A ver si me animo yo con Dickens, que solo he leído un libro de este autor y quiero continuar...

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  11. Siempre me gusta leerte pero hoy más que nunca. Hace tiempo leí este libro y lo reseñé en mi blog, pero he de decir que mis palabras no fueron tan halagadoras como las tuyas. A mí no me gustó mucho...

    De todas formas, y a base de leer reseñas como la tuya después de haber escrito yo la mía, he llegado a la conclusión de que mi traducción tampoco era estupenda y quizá por eso tengo un mal recuerdo de la obra. Me refiero a las ambigüedades propias de una traducción timorata, a los eufemismos para hablar de lo más obvio, a la falta de concordancia de algunas oraciones... Me costó mucho terminar el libro, físicamente (por los impedimentos de la traducción, como te digo) y por el argumento, ya que la lentitud en la lectura me distraía por completo de la acción.

    Por eso digo que me ha gustado leer tu reseña. Tu punto de vista corrobora que es mi traducción el problema, porque (aunque para gustos los colores) que no me gustara a mí un libro que todo el mundo recomienda es un poco... raro. Tendré que buscar una mejor, o la que tú recomiendas.

    Brillante análisis.
    Gracias.

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  12. @Gijón. Te entiendo perfectamente, las traducciones son muy importantes. Hace poco tuve la oportunidad de comparar las traducciones de otro clásico en la biblioteca y, sin duda, la más reciente es la que me iba mejor. Leer un libro en una traducción que nos resulta lejana se puede hacer muy incómodo; y si además está llena de faltas, etc., ni te cuento.

    La traducción de la edición de Alba me parece muy buena. Mª Teresa Gallego Urrutia tiene una larga trayectoria y creo recordar que ha ganado el Premio Nacional de Traducción. Con su traducción no tendrías problemas, estoy segura.

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  13. Gracias por la reseña, por cierto muy buena. Por ahora no he pensado en leer ésta novela pero seguro que en un futuro :)

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  14. @E. Guerrero. Sí, hay que encontrar el momento adecuado.

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  15. Lo leí hace años, cuando aún estaba en la universidad, y lo disfruté mucho. Me sorprendió el fiel reflejo de la sociedad que hacía y la gran carga crítica que hacía contra ésta, contra la hipocresía, que tantas desgracias causa... Un gran clásico. Aunque como dices, es una lectura lenta. Para tomársela con tiempo.
    Besotes!!!

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  16. @Margari. A mí también me gustó mucho esa crítica de la sociedad. Antes de leerlo solo lo tenía presente por el tema del adulterio, pero desde luego es una historia mucho más rica e interesante.

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  17. Lo primero decirte que has hecho una reseña tremenda!
    Me gustó este libro, no soporté a Emma en ningún momento, y es cierto que se ve de forma directa una crítica brutal
    Besos

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  18. @Mientrasleo. A mí sí que me ha caído bien Emma, supongo que por su contraste con el resto de personajes (que me resultan más odiosos). Bueno, más que caerme bien, me ha inspirado un poco de pena.

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  19. Como matiba, yo también lo leí hace siglos, en su versión original. Estudiaba francés en aquella época y leí bastante literatura clásica frances.
    Que, por cierto, me encantó
    Estoy de acuerdo en que es dificilísimo reseñar un clásico. Hace unos meses lo hice con uno español y no sabía ni cómo abordar la reseña
    Besos

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  20. @Laky. Yo estoy empezando a leer en francés este año. De momento no me atrevo con los clásicos, pero espero que llegue el momento, porque esta lengua me parece preciosa.

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  21. Coincido contigo en que resulta muy complicado reseñar un clásico. Yo lo he hecho con dos de Dumas padre y me dio muchísimo respeto hacerlo, no sabía por donde empezar.
    Éste concretamente, no lo he leído, espero hacerlo en un futuro.
    Y yo creo que has salvado la reseña con bastante éxito!
    Saludos

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  22. @Ro. Gracias. Ahora estoy empezando a preparar la reseña de "Anna Karénina", que también es todo un reto.

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  23. Lei este libro hace mucho, en el instituto, y me dejo un sabor agridulce porque realmente, llegué a aborrecer a madame Bovary, tal vez si lo releyera lo miraria de otro punto de vista pero de momento no lo tengo previsto.
    Un beso

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  24. @Noe. Suele pasar con las lecturas obligatorias: a veces se disfrutan menos por el simple hecho de tener que leerlas por obligación. Quizá podrías darle otra oportunidad, seguramente descubrirías otras lecturas que la primera vez pasaron desapercibidas (es lo bueno de leer clásicos cuando se es adulto).

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  25. Te recomiendo que te leas "Nunca olvides que te quiero". Nunca me ha gustado resumir un libro/película y demás porque creo que se disfruta más con la inocencia de quien abre un libro sin saber qué se va a encontrar. Extrapolable a la vida en general.
    Es uno de mis favoritos.

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    1. Lo leí cuando se publicó y me gustó sin entusiasmarme. Gracias de todas formas por la recomendación :).

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  26. Yo me he leído el libro para hacer el análisis profundo del mismo como actividad didactica de mi bachillerato, y he de decir que me ha gustado mucho, Gustave Flaubert cuida mucho sus libros y podia pasarse semanas investigando y anotando todo con detalle para hacernos esa descripción detallada de la realidad. El tratamiento de la realidad con ese "estilo" que Flaubert siempre nos ha reivindicado no lo encuentras en muchos otros clásicos.Por otra parte esa realidad que pretende ser objetiva llega a ser casi aséptica (como resalta la crítica), haciendo la posterior denuncia etc. ES muy interesante analizar también, creo, los aspectos que no se podrían entender de una obra clásica sin saber su contexto socio-cultural que hace que se nos haga difícil entender la obra (así común mente dicho, las mentalidades de aquella época y las de ahora no son las mismas etc.)

    Me ha gustado tu reseña, Un saludo

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  27. Alguien sabe por qué las obras de este autor son importantes hoy en día?

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  28. Vaya que buen analisis hiciste, yo es que no pude seguir leyendola, me comenzó a caer mal esa bobary jajaja, es que nada le conformaba, aunque claro ese marido también un tanto aburrido pero no era asi tan malo. Ya meditando, si acepto que a veces he tenido pensamientos fuera de este mundo acerca del amor y si tiene la culpa la TV, nunca he amado realmente a otro hombre mas que a mi papá, de ahi amor de amigos, mamá, hermana y amigas, mmm es complicado, sobre todo cuando una no le gusta cualquiera,

    saludos

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  29. David Abraham Moreno11 de marzo de 2017, 16:27

    Un saludo. Me gustó mucho tu comentario porque das un panorama general. También aprovecho para preguntarte dónde puedo tener información para conocer el tipo de narrador, porque últimamente he tenido que hacer análisis de este tipo. Gracias.

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  30. Hola, te pareció buena la traducción? Estoy por leerla y quiero decidirme por el idioma porque también leo en inglés. MVLL hizo una reseña en su libro "La orgía perpetua" por eso me topé con Madame Bovary. Gracias!

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    1. Sí, es una traducción magnífica, María Teresa Gallego es una excelente traductora, puedes confiar en su trabajo. Te animo a leer la traducción al castellano, ya que se parece más al francés que la traducción inglesa.

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