Editorial: Maeva
Páginas: 400
ISBN: 9788496748637 Precio: 10€
Toti Martínez de Lezea
Toti Martínez de Lezea es una escritora vasca de novela histórica, aunque también ha publicado alguna novela de otro género. La descubrí hace dos años y sus libros me están gustando tanto que en este tiempo he leído seis libros suyos (es muy raro que yo lea al mismo autor con tanta frecuencia) En sus libros aparecen personajes que existieron en la realidad (normalmente como secundarios: los reyes, etc.), pero sobre todo personajes inventados que podrían haber existido en aquella época, personajes del pueblo con los que es fácil identificarse porque son gente humilde con la que enseguida conectas. La mayoría de sus novelas están ambientadas en el País Vasco y Navarra, pero aunque no sean lugares que en principio os atraigan mucho, al final uno se acaba familiarizando con los nombres y es muy interesante descubrir algunas costumbres del norte de España. Sus novelas me parecen muy amenas, con diálogo y descripción en las medidas justas, y un lenguaje didáctico y de fácil comprensión, pues te permite aprender algunas cosas sobre la época sin que te aburras.
La primera novela suya que leí es La calle de la judería, que además es la primera que publicó. Habla de una familia de judíos y conversos y probablemente es la más compleja que le he leído hasta ahora. Para muchos es su mejor novela, pero yo la pongo al mismo nivel que otras, aunque puede ser que mi opinión esté afectada por el hecho de que lo leí esperando demasiado y con los otros libros bajé un poco las expectativas porque ya sabía a lo que iba. A la sombra del templo es algo parecido a su continuación, pero realmente se pueden leer de forma independiente y los personajes protagonistas y los temas principales en una y otra son distintos.
El verdugo de Dios habla de los cátaros y de la persecución que hace un Inquisidor en el camino de Santiago. El tercero que leí es
La abadesa, con una historia sobre una hija bastarda del rey Fernando el Católico: me gustó, pero es un poco más simple que los otros. Después seguí con
La herbolera y
Los hijos de Ogaiz, que ahora que los recuerdo pasado un tiempo creo que puedo decir que son los que más me han gustado de Toti, aunque de nota global les doy un notable, pues para mí a todos les falta ese punto para que una novela te encante. Aun así, tiene mucho mérito ser constante escribiendo novelas de notable.
Historias más interesantes: las relaciones entre personas
A la sombra del templo, si nos basamos en la cantidad de historias o tramas que contiene, es igual de compleja que La calle de la judería. El problema de este tipo de novelas es que es difícil que el lector sienta el mismo interés por unas historias que por otras, y eso hace que ciertas partes se hagan un poco más pesadas de leer.
Aquí la historia principal, desde mi punto de vista, es la relación entre Isabel y Hernando. Hernando es acusado de asesinar a un hombre, y para evitar que lo juzguen se acoge a sagrado (en aquella época un acusado podía esconderse en una iglesia y si el abad lo consentía podía quedarse allí para evitar que lo juzgaran). Allí, además de demostrar que es un gran pintor, conoce a Isabel, la hija de unos taberneros humildes que frecuenta el sitio para rezar. Los dos son personajes jóvenes, inocentes e ilusionados por su relación, y saben transmitir esa ternura al lector.
Pero su relación no es fácil. Por un lado, él no puede salir de la iglesia o lo matarán. Por el otro, están los padres de ella. Blas y Francisca, los padres de Isabel, son dos personas humildes y carismáticas (en especial él), pero con el tema del futuro marido de su hija son bastante retrógrados y tienen pensado pactar su matrimonio. Las historias de ellos dos también son muy interesantes en el libro, porque están involucrados en la parte de acción y, aunque por lo que he contado por aquí no lo parezca, son tan buena gente y tan humildes que enseguida conectas con ellos.
Historias menos interesantes: la acción
Ahora viene la parte que no me ha gustado tanto. La novela comienza con la llegada de unos personajes misteriosos a la taberna de Blas. Hablan de matar a alguien, y las fechas coinciden con el asesinato del hombre que se le atribuye a Hernando, y con el ataque a un poderoso en unos torneos que se celebrarán, entre otras cosas que se van sucediendo. Es en esta trama donde entran los personajes malos, los engaños, las conspiraciones, etc. Aparte del grupo misterioso, algunas personas que ocupan cargos de poder no tienen acciones demasiado claras, y entre unos y otros se crea un grupo de secundarios bastante grande con el que es fácil perderse y confundirse. Para que os hagáis una idea, cuando estaba terminando el libro aún no tenía claro quién era el merino, el alcalde, el procurador, etc. Al principio de la novela hay un índice de personajes para ir consultándolo, pero sinceramente, creo que cuando en un libro los personajes son los adecuados, no te pierdes (con libros de la misma Toti me ha ocurrido, que nunca me ha sido necesario mirar el índice). Aquí no hacía falta que hubiera tantos con funciones similares dentro de la novela.
La historia me resultó un poco liosa, y a pesar de que la acción para muchos será lo más entretenido, de esta novela me quedo sin duda con los personajes de Blas, Isabel y Hernando. Creo que si la autora hubiera hecho algo más simple para alternar la acción y, digamos, las historias cercanas, el resultado habría sido mejor (es lo que ocurre en Los hijos de Ogaiz, donde se alternan capítulos de acción y capítulos de relaciones, y al no haber tantas tramas abiertas hay menos lío y nunca te pierdes).
Personajes redondos y personajes que confunden
En el libro se mezclan dos tipos de personaje: los que existieron en la realidad y algunos inventados por la autora pero que perfectamente podrían haber existido.
Los más carismáticos de todos son Blas, Hernando e Isabel, sin lugar a dudas. En otras novelas lo que destaca de esta autora es la fuerza de sus personajes femeninos, pero creo que aquí quien tiene más peso es el entrañable Blas, el tabernero bonachón aunque para ciertos temas es un poco retrógrado. Es gracias a estos tres personajes que la novela es interesante; no sólo por las historias que protagonizan ellos exclusivamente, sino porque también están metidos en la trama de acción y es muy entretenido ir descubriendo qué les pasará.
Con los secundarios ya he explicado antes lo que ocurre: son muchos, la mayoría del bando de los malos (aunque no todos son malos malísimos), y es muy fácil perderse con ellos. Antes hablaba del alcalde, el merino y el procurador; casualmente, los tres son personajes que existieron en la realidad, a diferencia de Blas y su familia. Podría ser que la autora se hubiera obstinado en meter a personajes reales dentro de la historia cuando realmente no eran necesarios (o no era necesario que fueran tantos), y por eso el resultado es el que es. Teniendo en cuenta que hay lectores que son más rigurosos a la hora de valorar la recreación histórica de una novela, no me extrañaría que se hubiera visto afectada por esos comentarios y hubiera intentado por todos los medios hacer su novela “más histórica”. Si efectivamente es así, yo le diría a Toti que se olvidara de tanto rigor y escribiera sus historias con los personajes que quiera, inventados o no, pero que no meta a más de la cuenta para hacer notar que hay muchos personajes que existieron en sus libros.
Es que además, casualmente, los protagonistas son inventados, algo que indica que a la autora se le da mucho mejor escribir sobre personas que han nacido en su imaginación (y no es el único libro suyo en el que ocurre esto). Y tiene toda su lógica: se corren muchos más riesgos de cometer errores cuando se habla de alguien que existió. He leído el libro de esta autora que tiene como protagonista un personaje real, La abadesa y, aunque sigue siendo bueno, es el que menos me gustó, precisamente porque es más simple que el resto (¿se arriesgó menos porque de un personaje que existió hay menos información que de uno inventado?). No sé, todo son teorías mías, pero comparo este libro y los otros de Toti y voy sacando mis conclusiones.
Ambientación histórica: País Vasco en el siglo XVI
En esta ocasión la novela está ambientada a principios del siglo XVI, concretamente en el año 1522, cuando Adriano fue nombrado Papa encontrándose éste en España. La acción tiene lugar en la ciudad de Vitoria, lo mismo que en La calle de la judería. Creo que esto y el personaje descendiente de aquella familia son la única conexión entre ambas novelas, las historias que cuentan como veis no tienen nada que ver. Para guiarnos mejor por la ciudad, se incluye un mapa al comienzo de la novela, pero en esta ocasión apenas lo he consultado. En la novela algunos hechos suceden en puntos que no se identifican en el mapa, y para eso, sinceramente, no hacía falta ponerlo. Es útil cuando los personajes van de un pueblo a otro, pero dentro de la misma ciudad no me parece necesario.
La recreación histórica, como siempre que hablamos de Toti, es estupenda.
Te traslada a aquella época y aprendes cosas sobre la forma de vida de aquellas personas de forma muy amena. Tal vez esta no es tan didáctica como
La calle de la judería,
La abadesa o
La herbolera, que tocan temas más concretos, pero sí que es interesante, por ejemplo, porque toca el tema del Papa Adriano y cómo reaccionó la gente ante su proclamación, entre otras cosas. De todas formas, hay que dejar claro que estamos hablando de una novela, no de un libro de texto, y si buscáis algo muy riguroso puede que aquí encontréis fallos. Pero para mí, que busco que la lectura me entretenga, estoy encantada con las novelas de esta autora.
El libro en sí
La novela es tan amena y fácil de leer como todas las de esta autora. Alterna descripción y diálogo, pero sin hacerse pesada en ningún momento (como mucho puede serlo en los momentos en que me he liado un poco con su historia, pero eso afecta el contenido y no la manera en que está escrita). Para mí tiene un gran mérito que nos enseñe cosas de una forma tan entretenida.
Con los libros de Toti me pueden ocurrir dos cosas: o que al principio se me hagan pesados y no empiecen a despegar hasta la página 50, aproximadamente, o que me enganchen desde la primera página y me parezcan novelas de diez pero que entonces empiecen a bajar el nivel. En el primer grupo se encuentran
El verdugo de Dios y
Los hijos de Ogaiz, y en el segundo todas las demás, incluida
A la sombra del templo. Efectivamente,
me atrapó desde la primera página, y más que bajar el ritmo, lo que ocurre después es que la historia se complica por lo que ya he comentado y el grado de interés que tenía al principio se pierde un poco, aunque la novela sigue siendo buena.
A pesar de los fallos que he ido señalando, es importante darse cuenta que todos ellos están relacionados con tramas y personajes secundarios, por lo que son un mal menor y la novela sigue siendo buena con ellos incluidos. Las historias que despiertan el interés del lector lo hacen de principio a fin, y es fácil identificarse con los protagonistas y comprender sus miedos, sus frustraciones, su alegría, etc. La novela logró que mi mala racha terminara, pues tiene todo lo que eché de menos en mis lecturas anteriores: engancha, tiene una historia interesante, el ritmo es bueno y logra transmitir diferentes sentimientos de forma muy creíble.
Final un poco decepcionante
No voy a revelar nada esencial, pero si tenéis pensado leer el libro pronto mejor que os saltéis este apartado para que no sospechéis nada.
Mi valoración global de la novela no cambia por esto, pero me he sentido un poco defraudada por cómo termina el libro. La trama de acción se lía y se lía, se han cometido muchos daños, hay muchas mentiras… ¿Y cómo lo solucionan todo los buenos? Con más y más mentiras. Si sólo fuera en una cosa lo entendería, pero es que en el desenlace no hay nada “correcto”. Sé que la justicia no es justa y a veces puede ser bueno que la gente se tome la justicia por su mano, pero todo con unos límites. Además, teniendo en cuenta que en una novela el autor puede inventar la historia que quiera, Toti se lo podría haber montado mejor para que las cosas encajaran.
Lo siento, pero me he sentido un poco estafada, porque en cierto modo es como si la autora hubiera hecho lo mismo con esta novela: lo va complicando, va liando al lector, y al final no se descubre nada sorprendente para encajarlo todo, sino que hace que los personajes cambien de actitud para adaptarse a su final. No es que sea un final precipitado, llega cuando tiene que llegar, pero sí que creo que la autora se precipitó al decidir dar ese final a la novela. O eso, o es que empezó a escribirla sin saber cómo terminarla, y por el camino se fue liando tanto que en lugar de volver a empezar se fue a lo fácil para cerrarla.
Aun así, y aunque ahora se me vea un poco enfadada, un mal final no quita todo lo que he disfrutado con esta novela. Además, al fin y al cabo, acaba como yo quería que acabara, y aunque pierde esa fuerza de otros finales que me dejaron un poco tocada (Los hijos de Ogaiz, El verdugo de Dios, La herbolera), sigue siendo un final bonito, el final que querrías para la novela (aunque no de esta manera).
Conclusión
No es el mejor libro de esta autora, pero aun así sigue siendo una novela de notable y por supuesto que la recomiendo. Tiene unas historias interesantes y personajes con mucha fuerza, aunque en el bando contrario nos encontremos con partes que se lían un poco y personajes fáciles de confundir. El final me ha defraudado un poco, pero es un mal menor. En definitiva, los peros de esta novela están todos relacionados con personajes secundarios y tramas secundarias, y quiero que esto quede bien claro porque la novela sigue teniendo los ingredientes para poder disfrutar de ella como es debido, aunque no sea una obra de diez. Es muy amena y fácil de leer, como todas las de esta autora. Si os gusta la novela histórica y no habéis leído nada de Toti Martínez de Lezea, os la recomiendo, aunque es mejor que empecéis a leerla por otro libro.
Mi valoración: 7/10