Edición: Periférica, 2018 (trad. David M.
Copé)
Páginas: 152
ISBN: 9788416291656
Precio: 16,00 €
La
literatura ha sido siempre un medio eficaz para mostrar las emociones
silenciadas, para dar voz a los invisibles, para reinventar, si hace falta, la Historia
oficial que se ha propagado. En ocasiones, el estilo con el que se hace alcanza
un esplendor que va más allá de la finalidad didáctica y convierte el libro
mismo en un prodigio estético, como hizo la escritora francesa Michèle Desbordes (1940-2006) en El vestido azul
(2004), una obra sobre la escultora Camille Claudel (1864-1943), más
conocida por ser la amante de su maestro, Auguste Rodin (1840-1917), y la
hermana del poeta Paul Claudel (1868-1955). Sí, una gran mujer relegada a la
sombra de un hombre. Otra más. Con el morbo añadido del trastorno mental, de la
reclusión en un manicomio los últimos treinta años de su vida. Ingredientes que hicieron de ella, en los relatos
posteriores, un mito romántico de locura más que una artista destacada. La Historia no ha
sido justa con Camille Claudel, y Desbordes se pone en su lugar para darle
palabras nuevas.
Desbordes
no novela la vida de la artista en forma de un relato histórico o social al
uso, no pretende concienciar (al
menos no de manera evidente, ni como objetivo principal) acerca de lo menospreciada
que estuvo la protagonista. No, ella no renuncia a hacer literatura, literatura
de la buena, exigente y sin concesiones. El
vestido azul es más bien un retrato de interiores, un viaje por el alma
de una mujer desde sus momentos álgidos como escultora y amante hasta su
caída, sola, olvidada, carcomida. El libro comienza con una escena de Camille
sentada, esperando a su hermano Paul; una imagen, la de una mujer a la espera,
expectante, ilusionada, tremendamente simbólica. En la novela se suceden las evocaciones de
este tipo, como reminiscencias. No hay una «trama» como tal,
sino que su fuerza está en la exploración intimista, sutil y etérea como una
ensoñación. El motivo de la espera se repetirá: más que en la relación con
Rodin, la autora se inspira en los hermanos, en los altibajos en sus
afectos a medida que el estado de salud de ella empeora. Es un acierto ir más
allá de lo acostumbrado, fijarse, no solo en la Camille del taller, dueña de sí misma, sino en la Camille vulnerable que espera la visita de su
hermano cuando ya no le queda otra cosa que esperar.
Michèle Desbordes |
El estilo de Desbordes, de un lirismo exuberante y delicado, es de los que hacen difícil explicar «de qué va» (perdón por la simpleza) un libro. Hablar del contenido por sí solo equivale a no decir nada. Forma, forma y forma. El envoltorio aporta la singularidad, el sello del autor. El de Desbordes, muy francés, tiene una textura poética que se funde con las luces y las sombras de la protagonista, pinta degradados tenues, nada de colores estridentes ni líneas demasiado rectas. Imagina el fluir de la conciencia de Camille Claudel con una sensibilidad (que no sensiblería) extraordinaria y un gran respeto por el personaje. La creación. El amor. La fraternidad. La pérdida. La incomprensión. El descenso a los infiernos. Todo ello, con la Francia de finales del siglo XIX y principios del XX como telón de fondo, un mundo ya extinguido. Desbordes firma una obra primorosa y bella, un petit bijou.
Ay, ay, ay...Otra tentación, yo que leo a los franceses (y francófonos) unos detrás de otros, ya tengo un ansia más. Voy a ver si lo consigo en versión original ;-)
ResponderEliminar¡Espero que te guste! Pronto recomendaré a un par de autores franceses más...
EliminarEspero esas reseñas como agua de mayo ;-)
ResponderEliminarNo conocía este libro pero ha sido un bonito descubrimiento. También quería decirte que tus reseñas son preciosas, se nota el cariño que pones en cada palabra. ¡Gracias por la recomendación y sigue escribiendo!
ResponderEliminarMuchas gracias :).
EliminarHola Devo!
ResponderEliminarLo acabo de empezar, llevo unas 30 páginas y me parece delicioso. Como siempre, leeré tu reseña cuando acabe el libro y te digo.
Besos!
Lo acabé ayer y me ha parecido muy evocador. Como tú dices, el libro "no va de nada", si no que es una sucesión de pensamientos, de situaciones, de sentimientos... narrados, eso sí, de una manera espléndida por la autora.
ResponderEliminarLeí en una crítica, que cuando leyendo un libro te descubres declamando algún párrafo en voz alta, se trata de una gran obra. Y esto me ha pasado en varios pasajes de "El vestido azul", en los que, sin darme cuenta, estaba recitando lo leído como si fuera una rapsoda.
Gracias por el descubrimiento.
Besos!