Edición:
Funambulista, 2017 (trad. Juan Francisco González Sánchez)
Páginas:
256
ISBN:
9788494616457
Precio:
16,00 €
Yōko Ogawa (Okayama, 1962), autora del éxito internacional La fórmula preferida del profesor (2003), es, junto con Hiromi
Kawakami (Tokio, 1958), una de las voces más importantes de la narrativa
japonesa contemporánea. Ha ganado premios de prestigio en su país, como el
Akutagawa y el Tanizaki, y cuenta asimismo con el reconocimiento más allá de
sus fronteras, como prueban sus tres nominaciones al Independent Foreign
Fiction Prize o sus numerosas traducciones. Escritora prolífica, desde su
debut, en 1988, ha publicado más de treinta libros; Hotel Iris (1996), editado en 2002 por Ediciones B y recuperado
este año por Funambulista, se cuenta entre sus primeras obras y muchos la consideran
su novela más oscura. No es de extrañar: esta historia, que comienza como un
ingenuo relato de iniciación en el paraje apacible de una localidad costera, se
convierte en un juego erótico tétrico,
violento y fatal.
Nos
habla Mari, una joven de diecisiete años que trabaja en el Hotel Iris, regentado por su madre. En apariencia es una chica sencilla que atiende a los
clientes con buena disposición, pero, como suele suceder, bajo esa imagen suave se esconde una persona herida, atrapada en las redes de su
progenitora. Después de la muerte del padre y los abuelos, se quedaron solas; la relación entre madre e hija se
enturbió, viciada por la costumbre y ensombrecida por las pérdidas, hasta
desembocar en una relación en la que escasean las muestras de afecto y la
distancia aumenta a medida que la joven se hace mayor. La madre,
una mujer estricta y fría, sin más ocupaciones que su hija, el hotel y unas ocasionales
clases de baile, somete sin contemplaciones a la muchacha. Se añade, además, la
escasez de recursos, pues Mari tuvo que dejar los estudios en contra de su
voluntad para ayudar en el hotel. Una madre controladora y una situación
precaria: la protagonista tiene motivos para necesitar una vía de escape. El
cabello de Mari, que la madre peina con auténtica obsesión, es el símbolo más
claro de la dominación materna. Hasta que llegue el día en el que deje de
peinárselo...
El
punto de inflexión lo marca un escándalo en el hotel: una
prostituta sale de la habitación soltando improperios, indignada con su cliente. Este señor, un hombre viudo y solitario, «entre
el final de la madurez y el inicio de la vejez» (p. 13), traba amistad, de
forma clandestina, con Mari, a quien la escena con la prostituta había
llamado poderosamente la atención. La narradora nunca llega a ponerle nombre;
es tan solo «el traductor», porque le dice que esa es su ocupación. No
obstante, dista mucho de sentirse satisfecho con su vida: solo le encargan
traducciones de guías y prospectos, trabajos menores, aunque lo que de verdad
le apasiona es traducir novelas, a lo que dedica su tiempo libre. Haciendo un
poco de metaliteratura, le cuenta que
está traduciendo una novela protagonizada por una tal Marie, una chica seducida
por su profesor de equitación, con lo que traza un paralelismo con su historia
con Mari. El traductor, por si fuera poco, tiene mala fama en la zona. No parece
la compañía idónea para una jovencita, pero Mari empieza a salir con él como
un acto de rebeldía.
Mari
y el traductor: personajes desdichados, introvertidos, acomplejados,
tímidos. Ella, por la tiranía materna que le frena el futuro; él, por el infortunio que lo ancla en el pasado. Dos etapas vitales distintas
que contra todo pronóstico se entienden por sus mutuas debilidades. Entablan
una relación que dista mucho de ser tierna: Mari, a escondidas de su madre,
hace lo inimaginable, pone en práctica todo lo que va en contra del decoro y
los valores que le ha inculcado. La paradoja es que, en el fondo, con su
rebeldía no está haciendo otra cosa que repetir lo aprendido: se limita a
obedecer órdenes, a mantener ese rol de
sumisión que se inició en el hogar, solo que con un señor desconocido al que las
prostitutas insultan. El perfil psicológico de Mari está muy bien concebido: una
«buena niña», que, en su incapacidad para tomar las riendas de su vida, para
ponerse en marcha, se deja someter por todos, hasta hacer de esta sumisión una
vía de escape, un extraño placer que se mezcla con el terror.
Yōko Ogawa |
El
final, un tanto apresurado, es sombrío, grotesco, angustioso; se pasa de la
relativa quietud inicial a un viaje sin frenos hacia el abismo, aunque, eso sí,
en medio se cruza también un personaje con el que Mari descubre que el afecto
sin perversión es posible. Ogawa lleva lo que parecía el enésimo coming-of-age a un juego brutal de
dominación y sumisión, con un desenlace descarnado y cruel, rozando lo morboso.
Con un estilo ágil, pulcro y preciso, la autora demuestra sus dotes para construir una
trama de líneas sencillas pero con unos interesantes conflictos subyacentes, que la enriquecen por los matices «incómodos» de los
personajes. Utiliza, además, un simbolismo sutil: aparte del pelo, están los sueños, los peces devueltos a la orilla como mal augurio y el hecho de transcurrir en pleno verano, la época por excelencia de la pérdida de inocencia. A pesar de ese
último episodio, precipitado y excesivo, Hotel
Iris es, en fin, una buena novela.
Leí mucho de esta escritora pero muchas veces sus novelas son muy raras. La mejor es La fórmula preferida del profesor.
ResponderEliminarEsa será la siguiente que leeré de ella. Lo que he podido observar aquí es un punto, más que raro, macabro. Pero tiene cosas interesantes.
EliminarHe leído varias novelas de esta autora. Como dice Leira, son raras. Pero siempre termino atrapada entre sus historias. Y ésta no la conocía. Me la anoto, que por tu reseña, sé que también me gustaría.
ResponderEliminarBesotes!!!
Dicen que es su novela más oscura. No puedo comparar, pero desde luego oscura es :).
EliminarLa leí hace poquito, así que la tengo fresca en la mente porque tampoco es de las que se olvidan rápido precisamente.
ResponderEliminarMe gustó mucho el personaje de Mari y respecto al final, la verdad, me pareció una especie de única salida factible.
Besos.
Me alegra que también lo hayas disfrutado. Me gustó mucho cómo construye el personaje, en la relación con la madre y con los hombres. Leeré más libros de la autora.
EliminarPrimera vez que leo a esta escritora,tiene un estilo único y fresco,nos mantiene en suspenso y debo admitir Hotel Iris me atrapó desde la primera página,ni siquiera sentí que estaba en terreno prohibido cuando participaba de la sumisión de Mari en mano del traductor,la verdad siempre rehuí de novelas decontenido explícito por considerarlo de lectura fácil
ResponderEliminarHotel Iris no esta en la categoría de lectura erotica o fácil
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