Edición:
:Rata_, 2017 (trad. Karolina Todorowa; post. Milo J. Krmpotic)
Páginas:
216
ISBN:
9788416738229
Precio:
19,50 €
Decía
Rosa Chacel que «La infancia no es triste, es agónica». Ella se recordaba a sí
misma como una muchacha atrapada en el deseo vehemente de crecer rápido, de
dejar de ser niña. También consideraba que en la infancia está todo, todo lo que define a los adultos en los que
nos convertimos, y la atención que dedicó al tema en sus novelas da prueba de
ello. No sé si la escritora polaca Wioletta Greg (Kozieglowy, 1974) compartiría esta sentencia,
pero su niñez le ha interesado lo suficiente como para explorarla en Tragar mercurio (2014), su primer libro
de narrativa después de quince años dedicada a la poesía, que con su traducción
al inglés fue seleccionado para la longlist del
prestigioso Man Booker Prize International 2017 (que al final se llevó David Grossman con Gran Cabaret).
La infancia de Wioletta Greg, tal como la cuenta, tiene ese matiz de agonía, de
inquietud, y por eso resulta tan reveladora, tan de verdad.
Es
habitual que las primeras novelas estén escritas en primera persona; también es
habitual que sean, en mayor o menor medida, de forma evidente o encubierta,
autobiográficas. En este sentido, la autora no está haciendo nada nuevo, ni
tampoco lo hace de un modo innovador: una compilación de episodios, ni relatos al uso ni una novela aunque las piezas estén vertebradas
en torno al mismo personaje; Tragar mercurio
es una especie de álbum de fotografías narrado. Porque eso parecen los textos:
instantáneas de momentos precisos que, por una razón u otra, suponen un hallazgo
para la protagonista; los momentos en los que se produce una grieta, una
revelación minúscula pero cargada de significado, una pista, una insinuación que
la acerca al todavía extraño y desconocido mundo de los adultos. Pequeñas
rupturas y grandes perversiones que marcan su
coming-of-age, su descubrimiento del
sexo, la muerte, el duelo, como en el capítulo «El secreto de la modista».
Wioletta
Greg creció en una localidad rural de Polonia, en el seno de una familia modesta,
entre los años setenta y ochenta y, por lo tanto, antes de la caída del comunismo en los países del Este. Este
detalle no es baladí: Tragar mercurio,
además de una pulcra exploración de la infancia, constituye un testimonio de un
contexto sociopolítico ya superado, unas circunstancias que se dejan entrever
con sutileza en estas estampas costumbristas. Los niños no siguen la actualidad
política, desconocen las órdenes que llegan desde Moscú, pero viven sus
consecuencias sin ser conscientes de ello, como en el brillante episodio del
concurso de pintura. Esta es, además, la época de Juan Pablo II, el papa
polaco: la autora retrata el catolicismo
arraigado en la región, con la gente enfebrecida por el pontífice que espera
con ansias su visita y los niños que se santiguan después de cometer una
travesura.
Wioletta Greg |
De
su experiencia como poeta, mantiene la economía expresiva, la precisión y, en
suma, el gusto por las palabras justas; su narración contenida recrea las
escenas con elegancia y frescura, sin caer jamás en ese lirismo descontrolado y
excesivo que aqueja a no pocos escritores principiantes. No hace nada nuevo,
decía antes, pero lo que hace, lo hace bien; y esto, en una materia tan inagotable como
la propia infancia, ya es mucho. Wioletta Greg demuestra una capacidad de
observación extraordinaria para detectar la subversión en lo cotidiano, en una
existencia por lo demás tranquila. Es una escritora inteligente, que en pocas
páginas ha sabido concentrar el territorio de lo íntimo y el ámbito sociopolítico;
habla de sí misma, pero a la vez habla de toda una generación, pues se erige en
memoria colectiva de los que fueron niños y adolescentes antes de la caída del
comunismo. Que nadie espere estridencias: Tragar
mercurio es un libro meritorio en su sencillez, un libro delicado, un libro
a ratos hermoso y a ratos agónico. Como la infancia. Como la vida.
De esta época he leído muy poco. Y éste parece un muy buen libro para acercarme a ella.
ResponderEliminarBesotes!!!
Está bien. Una buena primera novela, aunque la destaco más por la vertiente infancia que por la época.
Eliminar