Edición:
Errata naturae, 2017 (trad. Esther Cruz Santaella)
Páginas:
208
ISBN:
9788416544288
Precio:
18,00 €
[¿De qué color es Berlín?] Hoy la respuesta sale con facilidad, la ciudad es blanca, estamos metidos en la nieve hasta las rodillas. Por lo demás, en verano, Berlín es verde, dices, pero en realidad tiene los colores del asfalto o de la arena, el rojo del ladrillo, el tono pimienta y sal del granito del pavimento, el azul y el violeta del empedrado.
Un
hombre sale a tirar la basura. Como cualquier día, como cualquier
persona; solo que, en esta ocasión, desea alargar la salida, se entretiene
paseando, recorriendo las calles, para retrasar el momento de volver a casa. No
lo hace con ningún propósito particular; se trata del gusto por caminar, de
perderse por la ciudad, de empaparse de su bullicio; el placer propio del flâneur. Y así, con esta anécdota,
comienza De qué color es Berlín
(2011), uno de los libros más importantes del escritor alemán David Wagner
(Andernach, 1971), residente en Berlín y autor de dieciocho obras que abarcan
diversos géneros. Hasta ahora, solo se han traducido al castellano el presente
título y Cosas de niños (2009), una
novela fragmentaria que indaga en la paternidad a partir de la relación entre
un padre joven y su hija pequeña. En ambos destaca, además de la estructura en
pequeñas piezas, su mirada urbana: es un escritor que se mueve por la ciudad
como antaño lo hicieron Walter Benjamin, Franz Hessel o Siegfried Kracauer. He
aquí, por lo tanto, un retrato del
Berlín contemporáneo (en concreto, entre 2004 y 2011, los años en que lo
escribió), un retrato entre lo erudito y lo corriente, en el que demuestra su
extraordinaria capacidad de observación para ahondar con agudeza en lo que lo
rodea.
La
metáfora del color que da título al libro es la excusa para hilvanar una serie de textos de
pocas páginas dedicados a diversas zonas de la ciudad, desde la perspectiva
curiosa y analítica de David Wagner, una voz precisa e inteligente,
que condensa muchas ideas. Se puede decir que, según él, Berlín tiene muchos
colores, que se modifican por el paso del tiempo, pero también en función de
las luces y sombras de cada espacio, de lo que estos impulsan, de lo que
arrastran. Berlín, pese a ser una ciudad «moderna» en muchos sentidos (una
ciudad urbanita, turística, reconstruida, plural, artística), conserva el recuerdo indeleble del Muro en la
conciencia de la sociedad. El autor, aun dejando claro las diferencias que se
han resuelto, hace múltiples referencias a lo que era antes el Oeste,
recalcando la división, lo que queda de aquello. Incluso tratándose de un libro
de paseos por el Berlín del siglo XXI, en la construcción de un relato sobre la
ciudad la huella del pasado sigue ahí, como los edificios derruidos o
reformados hasta resultar irreconocibles.
¿No era antiguamente Berlín sobre todo blanca y negra, como sugieren las fotos de antes de la guerra? ¿Y Berlín Este una ciudad del color de las películas fotográficas ORWO? La capital de la RDA tenía unos colores distintos a la de Berlín Oeste, gris lignito y marrón escombros, también tenía, aunque eso ya no es pertinente aquí, otro color. Se ha disipado, sí, ya no existe Berlín Este, no sólo está superada la división política de la ciudad, también la cromática, y en muchas zonas, mira si no las fachadas de color menta y pistacho, la división quedó sobrecompensada.
Los
textos están planteados desde un enfoque en el que prevalece lo «no normativo»,
tanto en lo que se refiere a la organización social como al estado de la
arquitectura y el urbanismo. David Wagner se pasea por los barrios menos
favorecidos, con frecuencia atestados de inmigrantes, que ponen de relieve la
naturaleza multicultural de Berlín y, a la vez, su cara menos amable, la segregación social, con la que se muestra crítico
(y cuyas ideas podrían extrapolarse a muchas otras ciudades): «La sociedad
multicultural de Kreuzberg […] funciona a través de la ignorancia tolerante.
Pero funciona además porque los mayores rechazos sociales todavía se disimulan
con las generosas medidas de fomento de años previos de más abundancia» (p.
44). No obstante, en otros pasajes elogia la «convivencia social»: «la
convivencia diaria en Berlín está impregnada de mucha más tolerancia de lo que
pretenden hacer creer los medios de comunicación con sus historias. Sí, hay una
convivencia social que funciona, e incluso los traficantes son amables y saludan»
(p. 58) El otro aspecto no normativo al que hace alusión es, cómo no, el arte urbano, cada vez más
característico de Berlín: grafitis espléndidos, esculturas improvisadas que dan brillo a lo utilitario… David
Wagner habla de la ciudad a pie de calle, una ciudad dinámica, alternativa, que
«sin los grafitis, […] sería fría. Quizá sin garabatos pareciese más ordenada,
sí, y no todas las pintadas son bonitas, no, y seguro que a menudo constituyen
daños a la propiedad, pero sería más aburrida» (pp. 91-92).
David Wagner |
Comer
salchicha, tomar una cerveza, servirse un croissant, ver los partidos del
mundial de fútbol en las pantallas… Celebrar una circunspecta fiesta nacional,
recitar poemas de Schiller para conmemorar el bicentenario de su muerte… Pasear
a orillas del lago, adentrarse en el bosque de Grunewald y dejarse sorprender
por la flora y la fauna que alberga este oasis de naturaleza… En el Berlín de
David Wagner cabe todo: lo banal y lo profundo, lo efímero y lo permanente, lo
urbano y lo silvestre, lo antiguo y lo nuevo. Y, precisamente porque cabe todo,
De qué color es Berlín rebosa vida,
la vida de la gente corriente, y lucidez, la lucidez de la mirada perspicaz
de David Wagner. Este libro habla, en definitiva, de hoy, de los problemas y
los atractivos de una capital cosmopolita en la que su larga historia se funde
con los recuerdos y experiencias individuales de los vivos. En sus propias
palabras: «Estar en Berlín, dice W., es un sentimiento, aquí el pasado reposa
en los adoquines como el agua estancada. Aquí vivió K., en su casa en el ala
lateral, arriba. Y aquí me besó V., yo a ella, o los dos. De eso no le digo
nada a W» (p. 198).
Citas
en cursiva de las páginas 95 y 96.
Creo que este libro me gustaría. Estuve en Berlín hace años y quedé prendada de la ciudad. Me lo anoto.
ResponderEliminarGracias por la recomendación.
Entonces te va a encantar, estoy segura. Yo lo he leído sin conocer la ciudad, y aun así lo he disfrutado por lo bien escrito que está y las estupendas meditaciones del autor.
EliminarParece interesante, y con las ganas que tengo de ir a Berlín!!
ResponderEliminarBesotes
Está muy bien. Recomiendo tanto este libro como "Cosas de niños", del mismo autor.
EliminarCreo que es un libro un poco para dar a conocer la ciudad de Berlín. Creo que es interesante y a alguien que le guste mucho la ciudad o desee verla podría resultarle interesante. Personalmente, por desgracia, a mi Berlín y en general, Alemania es un país que no me llama nada la atención -no sé por que´-. Así que no creo que lea esta novela -bueno, igual si alguna vez decido ir a ver Berlín (que seguro que si)-.
ResponderEliminarEs un tipo de literatura urbana, en la línea de Walter Benjamin. A mí sí que me interesa, aunque disto mucho de ser una buena "paseante".
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