Edición:
Lumen, 2017 (trad. Ana Mata Buil)
Páginas:
536
ISBN:
9788426403810
Precio:
22,90 € (e-book: 9,99 €)
«Los
malos tiempos terminaron de forma abrupta y todos siguieron adelante como si no
hubiese ocurrido nada; pasaron página. Sin embargo, desde hace un tiempo se
pregunta si lo que hicieron fue quemar el libro» (p. 303). Esta cita resume el
espíritu de este libro: la vida continúa después de una experiencia traumática,
pero tal vez aún quede dolor, tal vez aún se cuele por las rendijas de las actividades cotidianas, en un mensaje de correo, en un pinchazo repentino en el
brazo, en una llamada de teléfono. Ann-Marie MacDonald (1958), escritora,
guionista y actriz canadiense de origen libanés, ha publicado las novelas Arrodíllate (1996; Mondadori, 1999), Así vuela el cuervo (2003; Lumen, 2007)
y Un mal secreto (2014; Lumen, 2017).
Esta última, quizá la más autobiográfica de todas, explora las relaciones familiares, la maternidad, las transformaciones
generacionales y el peso del pasado a partir de la narración de una semana
cualquiera en la vida de una mujer de mediana edad; una semana cualquiera, sí,
pero ya se sabe que, con la memoria, puede abarcar una existencia entera.

Ann-Marie
MacDonald se sirve de dos traumas, uno físico (una enfermedad ósea de difícil
diagnóstico) y otro emocional-identitario (el rechazo inicial de los padres cuando reveló
su homosexualidad) para construir una novela en la que la protagonista necesita
cerrar capítulos y rendir cuentas para superar ese mal secreto («Tal vez por
eso nos guardamos ciertas cosas y no las contamos a los demás; para poder
ocultárnoslas también a nosotros mismos», p. 429). Uno de los logros de la
teoría queer es que, desde finales
del siglo XX, han proliferado los autores que exploran la identidad sexual de
gais y lesbianas, en muchos casos con una gran calidad literaria —solo por
mencionar a algunos anglosajones como MacDonald: Jeanette Winterson, Colm Tóibín, Ali Smith, Michael Cunningham, Tom Spanbauer, Sarah Waters y Hanya Yanagihara— . De
entre la variedad de enfoques, el de MacDonald es, probablemente, uno de los
más realistas, dado que pone el foco
en la cotidianeidad de la pareja y, de forma inteligente y sutil, contrapone este
nuevo modelo familiar con el llamado tradicional de sus padres. La relevancia del pasado no solo atañe
al secreto en sí, sino que sirve para enfatizar los contrastes entre dos situaciones paralelas: por un lado,
la maternidad de Mary Rose en el presente; por el otro, la maternidad de su
madre en el pasado, narrada en fragmentos breves, diferenciados con otro cuerpo
de letra, y a través de los recuerdos de su hija.
Ninguna
maternidad, sobra decirlo, fue
fácil. La madre de Mary Rose, esa mujer que está perdiendo la memoria justo
cuando la hija necesita reconstruir el pasado, tuvo embarazos complicados, dio
a luz a un bebé muerto y otro falleció al poco de nacer. También tuvo tres
hijos sanos, unos hijos que se criaron con una madre depresiva («Ella podría
ser cualquier persona. O nadie. Se queda quieta, y el tiempo transcurre a su
alrededor», p. 61) y un padre que intentaba sobrellevarlo como podía. En cuanto
a Mary Rose, representa los rasgos contemporáneos de las nuevas familias, como
el hecho de convertirse en madre a una edad más avanzada, de no ser madre biológica, de haber recurrido a la inseminación artificial o de lidiar con mil
responsabilidades cuando se trabaja desde casa con niños de por medio (el hecho
de narrar su historia en tiempo presente potencia esa sensación de actualidad,
de haber llegado a un punto en el que puede hablar con total naturalidad de su
relación). Tanto en Mary Rose como en su madre se observa, además, la voluntad
de abordar sin tapujos los desarreglos
del cuerpo de las mujeres: en un caso, por los embarazos de riesgo; en el
otro, por las revisiones ginecológicas para controlar unos quistes ováricos. En
este sentido, se trata de una de las novelas más claras y francas que se pueden
leer sobre estos temas; y no son cuestiones gratuitas, sino que se integran de
manera magistral en el conjunto, que en cierto modo se puede leer como el
proceso de construcción de identidad de Mary Rose.
![]() |
Ann-Marie MacDonald |
Este
reencuentro íntimo con el pasado tiene, por supuesto, una finalidad, o más
bien una culminación, una catarsis: Mary Rose se enfrenta a sus fantasmas
porque, ahora que también es madre, no quiere repetir los mismos errores que la
suya. Es un motivo habitual: muchas mujeres entienden por fin a sus madres cuando adoptan este mismo rol. A
propósito, hay una metáfora tan cruda como hermosa que define la
relación entre madre e hija, el amor, el daño y la compasión que las une: «Su
madre era una nube de tormenta, pero vivir sin cielo era imposible» (p. 291). En
el fondo, vivir consiste en esto, en confiar
en el futuro, en tener la esperanza de que pase la tormenta, como pasó para Mary Rose. Ann-Marie MacDonald plantea una novela slow-paced, reflexiva, precisa y con hondura, en
la que las grietas de la estabilidad que ha construido la protagonista se van abriendo
poco a poco, como
quien se desestabiliza al escuchar de pronto una canción que lo lleva a otros
tiempos. Tiene un estilo fluido,
directo, que llama a las cosas por su nombre y acompaña sus
meditaciones de un ligero sentido del humor; parece seguir aquella máxima de contar
con claridad situaciones complejas, troceándolas para que resulten más fáciles
de digerir, como diría Anne Tyler, otra gran narradora de historias familiares.
En
un momento dado, cuando la protagonista se encuentra estancada en la escritura
de su nuevo libro, su pareja le dice: «No tiene que ser perfecto. Basta con que
sea sincero» (p. 456). Lo mismo se puede aplicar a Un mal secreto: no será la novela más apasionante, ni la más
ingeniosa, ni la más original, pero, desde luego, hay mucha verdad en sus
páginas.
Hola!
ResponderEliminarLo tuve en mis manos el sábado y no me decidí, esperaba alguna opinión. Después de leerte ya tengo más claro qué me voy a encontrar...me lo pensaré.
Un beso
Yo te lo recomiendo, por supuesto. Está muy bien, y ojalá sirva para que la autora deje de ser tan desconocida en España.
EliminarMe ha parecido una lectura increíble. Me leí Así vuela el cuervo y no me acabó de convencer. Este lo empecé con reticencias y aunque me costó sumergirme en la historia luego no pude desengancharme.
ResponderEliminarA mí me atrapó desde el principio. Ahora tengo muchas ganas de leer "Así vuela el cuervo".
EliminarAsí vuela el cuervo es una lectura curiosa. Es muy entretenida pero se me hizo pesada hacia el final, se nota que la autora trabaja como guionista porque es muy visual y sería ideal que hicieran la peli. Me la leí en papel hace poquísimo y es un tocho de mil páginas pero me gustó más Un mal secreto. Una autora de la cual pienso hacer seguimiento.
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