Edición:
Adesiara, 2009 (trad. al catalán de Meritxell Anton)
Páginas:
144
ISBN:
9788492405121
Precio:
18,00 €
Edición en castellano disponible en
Ciudad de los Libros, sello digital de Roca.
Grazia Deledda (Nuoro, Cerdeña, 1871 – Roma, 1936) fue la primera mujer italiana —y la
única hasta el momento— en ganar el Premio Nobel de Literatura. Ocurrió en
1926, seis años después de que viera la luz La
madre (1920), considerada una de sus mejores obras y una de las más
representativas de su universo literario. Deledda, que se crió en el seno de
una familia sarda acomodada y recibió una instrucción más completa de lo
habitual entre las jóvenes de la época, publicó más de cincuenta libros, entre
los que sobresalen las novelas breves, aunque también cultivó el cuento y el
teatro. Se le reconocen influencias tanto del verismo de Giovanni Vera, en su análisis
de la sociedad y la psicología de los personajes, como del decadentismo
encabezado por Gabriele D’Annunzio, por su crítica
de la moral y conciencia de la fatalidad. En cualquier caso, Deledda supo
llevar estas sugestiones a su terreno y dio forma a unas historias de elevado
lirismo en las que la rutina de la gente sencilla de su Cerdeña natal adquiere tintes trascendentales.
En
La madre, un joven sacerdote, párroco
de la iglesia más modesta de la zona, tiene una aventura con una mujer rica y
soltera. La madre del chico, una señora humilde que se sacrificó para sacarlo
adelante, descubre su secreto y, escandalizada, le pide que deje de vivir en
pecado. El sacerdote se enfrenta a un dilema moral: la razón o el corazón, su madre o su amada, su matrimonio con
Dios o fugarse con la chica y comenzar de cero. No obstante, el conflicto va
más allá de la elección entre las dos mujeres, entre otras cosas porque la
madre no es un personaje tan simple como aparenta: a diferencia de las matronas
puritanas severas, esta madre experimenta una evolución, pasa del rechazo
inicial, la reacción instintiva, a la compasión, tanto por su hijo como por la
amante, hasta el punto de rezar por ambos, por contradictorio que pueda parecer
este gesto. A pesar de su fervor religioso (estamos en la Italia de principios
del siglo XX), llega a cuestionar el voto de castidad de la Iglesia católica,
se pregunta por qué su hijo no puede casarse como los demás hombres, por qué la
amante, al fin y al cabo una solitaria desdichada, no puede seguir con él.
En su fuero interno, los apoya.
El
sacerdote, por su parte, es otro personaje complejo. Creció sin una figura
paterna al uso, bajo el ala protectora de su madre, encaminado desde jovencito al
sacerdocio, aunque, como se revela, antes de hacer los votos ya había dudado
sobre su vocación. Ahora mantiene una doble vida: por un lado, su relación amorosa
(la noche, los secretos, lo prohibido); por el otro, su imagen pública, su
deber cristiano (el día, la claridad, lo socialmente aceptable). Para el
pueblo, él es una persona ejemplar, un párroco de reputación intachable. En
concreto, Deledda enfatiza la figura de un discípulo, un muchacho que lo admira
y aspira a seguir su camino. Este niño, todavía tierno para comprender los
entresijos del oficio, enumera convencido los principios de un buen sacerdote. El
entusiasmo del aprendiz, su inocencia, aumenta el malestar del párroco y su
madre, atormentados por sus mentiras. Cuantos más elogios, más remordimientos,
hasta que llegan al límite. Deledda traza un vívido (y por momentos angustioso)
retrato de la hipocresía social de
la Cerdeña de entonces, pero, en lugar de condenar o ridiculizar al que finge,
siente empatía por él, lo compadece.
Es
reseñable que la autora rompa tabúes sobre la religión en un país tan católico,
y en un tiempo en el que no era común poner en duda estos valores. Tiene mucho
interés que se centre en una madre de estrato social bajo, una creyente devota,
que ha dedicado todos sus esfuerzos a que su hijo sea sacerdote (apostar por
una intelectual recelosa de la Iglesia habría conllevado menos riesgos). La
paradoja de que su nuevo estatus (porque ser la madre de un sacerdote también
es una forma de ascenso social: «tú eres una mujer ambiciosa: has querido
volver como ama allí donde habías sido criada. Ahora sabrás todo lo que has
ganado», p. 26) pueda echarse a perder por las pasiones de su hijo lleva a
Deledda a deconstruir a un personaje, la madre, en teoría anclado en la hegemonía de los
valores tradicionales: cuando la «desviación» del orden la toca de cerca,
cuestiona sus creencias desde la raíz, se da cuenta de la opresión que
conllevan las normas, de que su hijo podría haber sido más libre si nunca
hubiera ocupado ese cargo. El auge
y la caída de la madre tiene un punto perverso; ella es una especie de
víctima y verdugo.
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Grazia Deledda |
La madre,
como todas las grandes novelas, tiene múltiples capas. Está su vertiente más
realista o costumbrista: la naturaleza de fresco social, con su indagación psicológica en la madre y el
hijo (y de manera secundaria en la amante y el aprendiz), que la sitúa como
una predecesora clara de autoras como Natalia Ginzburg. A la vez, las
disquisiciones morales le otorgan un alto valor simbólico, por su desenlace
fatal y por el uso de elementos religiosos (la figura del anterior sacerdote,
los rezos de la madre, la confesión, el «milagro», conceptos como pecado,
culpa, castigo y redención). En conjunto, puede leerse como una espléndida tragedia moderna sobre
la opresión espiritual que culmina en un final catártico. El estilo de Deledda,
preciso y sutil, se caracteriza por su lenguaje poético, rico en metáforas y
comparaciones, más insinuante que explícito. Es, además, muy vivaz, muy hábil
con el diálogo y el tono próximo al lenguaje oral. En un momento en el que la
literatura italiana escrita por mujeres está de plena actualidad, Grazia
Deledda no puede faltar en ninguna biblioteca.
¡Hola! ¡Qué interesante se ve este libro! Lo apuntaremos para leerlo pronto.
ResponderEliminarEs muy bueno. Me alegra que os haya llamado la atención.
EliminarDesconocía por completo a esta autora. Y tu buena reseña, como siempre, me deja con curiosidad y con ganas de disfrutarla.
ResponderEliminarBesotes!!!
Deledda es una de las grandes, aunque ahora está muy olvidada y hay pocas traducciones disponibles (en castellano está "Cósima", en Nórdica, que también parece muy interesante).
Eliminar¡Lo tengo! Me compré hace lustros tres libros suyos en Nuoro (qué mejor sitio) y recuerdo brumosamente haber leído "Cosima" y "Cañas al viento" o como lo hayan traducido, pero al leer tu reseña no me suena el argumento. Corro rauda a remediarlo, pues me has intrigado con tu comentario, para variar. Feliz y largo fin de semana!
EliminarEspero que te guste. A mí me ha dejado con muchas ganas de seguir leyendo a Deledda, seguramente continuaré con "Cósima".
EliminarSiempre reseñas unos libros muy interesantes. No son los típicos y eso me encanta. Cuando me paso por tu blog mi lista de futuras lecturas aumenta considerablemente.
ResponderEliminarUn saludo.
¡Gracias! Me alegra que te interesen los libros que comento. Leo lo que me apetece, así que me resulta fácil evitar las tendencias (salvo honrosas excepciones).
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