Edición: Lumen, 2014
Páginas: 168
ISBN: 9788426400109
Precio: 16,90 €
(e-book: 9,99 €)
Muy
pocos autores pueden presumir de tener cuatro novelas publicadas a los
veinticinco años (la última, en una gran editorial). Sé que Jenn Díaz
(Barcelona, 1988), filóloga y colaboradora de revistas como Jot Down y Granite & Rainbow, debe de estar harta de las referencias a su
juventud cuando se habla de sus libros, pero lo que ha conseguido me parece tan
extraordinario que pasarlo por alto sería casi una negligencia. Porque, además
de precoz, es buena. En su forma de redactar y en las ideas que plasma tanto en
su obra como en sus artículos. Ha hecho en poco tiempo lo que muchos aspirantes
a escritores no completan en toda una vida: leer mucho, leer a los maestros y
aprender de ellos. Sin leer (bien) no se puede escribir (bien). Ella cita como
influencias a Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Virginia Woolf, Clarice Lispector y Natalia Ginzburg, entre otras. Las ha digerido, doy fe.

Jenn
Díaz pone voz a Mariela (y a alguien más) en una primera persona introspectiva, elegante y cercana que fluye con
agilidad, impregnada del suave sentido del humor de una muchacha que se expresa
con la naturalidad propia de su edad. También es muy hábil con el monólogo
interior, como demuestra en la segunda parte, un texto en el que da rienda
suelta a oraciones llenas de ramificaciones; todo un torrente de palabras que
brota directo de las entrañas del personaje. Cuando un autor principiante se
propone escribir con esta ambición, corre el riesgo de caer en la palabrería y
la falsa afectación, aquello de pretender ser más de lo que se es. No es el
caso de Jenn Díaz: sus letras, además de exuberantes, están llenas de
contenidos. Es ahí, en la unión de forma y significado, donde nace la
literatura, y ella lo sabe.

Por
otra parte, la recreación del pueblo, la
escritura poética y el entramado familiar me recordaron un poco a Cielos de barro (2000), de Dulce Chacón.
La autora ya se decantó por este tipo de espacio en sus primeros libros, Belfondo (2011) y El duelo y la fiesta (2012), y, según comenta en una entrevista
reciente para Rick’s Magazine, se
inspira en la localidad de su abuela, donde pasaba los veranos, porque le
resulta «infinitamente más interesante, inabarcable» que la ciudad cosmopolita.
Quizá este atractivo se debe a lo próximo del municipio, a esa red de
relaciones cerradas que conforman los vecinos y que tanto influye en Mariela, ya
que aprende a partir de lo que le cuentan, de lo que escucha; y con el recuerdo
muy vivo de la guerra, que acrecienta la tensión y los secretos. Sin embargo,
este ambiente tiene el inconveniente de condensar muchas incógnitas en una
misma familia, lo que le da unos tintes dramáticos con los que, como lectora,
no conecto del todo.
![]() |
Jenn Díaz |
En
fin, así es Jenn Díaz: savia fresca,
pero con las propiedades del realismo intimista de siempre. Termino con un
comentario que es a la vez una crítica y un halago: me he quedado con ganas de
leerla en un registro de mayores dimensiones, una novela más extensa, rica en
los retratos psicológicos y las subtramas, y no tan centrada en un único
personaje y una única etapa de su vida. Crítica, porque, pese a todos los
aciertos de Es un decir, en algunos
aspectos tal vez sabe a poco (la tercera parte me pareció un tanto apresurada,
como si tuviera prisa por acabar y no desplegara lo suficiente todo lo que la
protagonista averigua). Halago, porque imaginar una obra más compleja en manos
de esta autora implica que pienso que no le falta capacidad para llevar a cabo
ese reto. Solo necesita tiempo y confianza, así que espero que esa mariposa
vuele alto y se llene de color para poder seguir disfrutando de la prosa de Jenn
Díaz en el futuro.
Me quedo con que, más que el haber publicado varias novelas tan joven, es una autora con calidad. Sobre el libro me voy a quedar con esa confianza que tienes de que después de su lectura, Jenn Díaz puede dar el salto a una historia más extensa y compleja. Tiempo tiene, y la confianza hay que presuponerla.
ResponderEliminarY por supuesto, me "llevo" el libro.
Gracias!
Ma le llevo apuntada, que me ha producido mucha curiosidad, besotes
ResponderEliminar@Ana Blasfuemia. Sí, Jenn Díaz es buena. Con leer algún texto de su blog (enlazado al comienzo de la reseña, en su nombre) ya se nota que sabe escribir. Creo que disfrutarás mucho de "Es un decir".
ResponderEliminar@Susana Palacios. Merece la pena, ya lo verás :).
Conozco alguna obra de la autora pero no he leído ninguna, con tu reseña de hoy me ha picado la curiosidad de leerme algo de ella, si no la novela de esta entrada, alguna de sus anteriores. Un saludo
ResponderEliminarJenn Diaz es buena escritora... y guapa también: genio y figura ;)
ResponderEliminarHace ya unos ocho meses, aproximadamente , tuve el honor de conocerla en persona, en una charla organizada por una pequeña librería de Barcelona, junto a Alejandro Palomas y Iolanda Batallé, me cautivó su proximidad, su expresión, su sinceridad.... Y sí, quiero leerla, y tras leer tu opinión, quiero leerla ya.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu reseña.
Besos
@Maidafeni. También hablan muy bien de "Belfondo", su primera novela, y "Mujer sin hijo", publicada hace unos meses. Tengo ganas de leer más cosas suyas.
ResponderEliminar@Alonso Barán. Me alegro de encontrar a otro seguidor de Jenn Díaz :).
@Cristina_Roes. Estoy segura de que vas a disfrutar mucho de "Es un decir". Por cierto, has citado a dos autores a los que también me apetece mucho leer. Ay, el tiempo (y el bolsillo).
ResponderEliminarÉsta era una de las novedades de Lumen a las que había echado el ojo, así que me alegro mucho de que hayas traído tan pronto la reseña:)
ResponderEliminarSeguro que todo el mundo destaca su juventud, pero coincido contigo en que tener cuatro novelas publicadas a los 25 años no es algo que se pueda pasar por alto.
En cuanto a la obra en sí, me parece muy interesante ver la posguerra desde la perspectiva de una niña y sobre todo el que sea intimista. Siempre me ha parecido difícil utilizar la primera persona cuando el que habla es un niño, puede resultar poco increíble si no se tiene cuidado, así que me apetece mucho ver como maneja esos monólogos interiores que destacas.
1beso:)
@Elena:). Eso lo borda: una voz infantil natural, fresca; y a la vez con ese punto arisco por la forma violenta en la que ha tenido que crecer. Está muy bien.
ResponderEliminarNo conocía a la autora. Y me has dejado con ganas de probar con esta novela.
ResponderEliminarBesotes!!!
Impresionante reseña, te felicito.
ResponderEliminarMe has atrapado completamente, y me temo que ya es hora de que lea a esta escritora. Impresionante que alguien tan joven consiga esto, pero algunas veces sucede.
Gracias por permitirnos concoerla
@Margari. A mí me ha gustado mucho descubrir a una nueva voz de la literatura española. La mayoría de autores jóvenes que conozco prefieren otros géneros (romántica, fantasía...) y se agradece mucho encontrar a una con ese gusto por el realismo, tan menospreciado actualmente, pero que ha dado tantas alegrías.
ResponderEliminar@Rustis. Gracias a ti por leerme y comentar :). Y sí, lo de Jenn Díaz es impresionante. No me gusta halagar a un autor por el simple hecho de ser joven, pero es que, insisto, además de joven es buena. Y eso no se encuentra todos los días. Tendrá una gran carrera, estoy segura.
Me la llevo. CReo que va a gustarme esta historia y si le encuentras similitudes con Cielos de Barro de Dulce, tengo garantizado que me gustará el estilo.
ResponderEliminarBs.
@Ángela León. Bueno, tengo que decir que las tramas son completamente diferentes; ha sido más una sensación por el ambiente de pueblo, la escritura de buen nivel, la brevedad, etc. Creo que se situarían en la misma tradición realista/costumbrista.
ResponderEliminarRecién llegado a mis manos! Quiero leerlo mañana porque la semana que viene quizás esté con la autora. Así que paso de puntillas por tu reseña para leerlo in albis. Besos
ResponderEliminar@Marisa G. ¡Que lo disfrutes! Y luego cuéntanos qué te ha parecido :).
ResponderEliminar