26 diciembre 2011

La edad de la ira - Fernando J. López

Editorial: Espasa
Páginas: 320
ISBN: 9788467033687
Precio: 19,90 €

En estos momentos tendría que empezar mi balance de lecturas de 2011, pero la novela que os comento hoy será una de las que incluya en el ranking y no podía quedarse fuera, así que he decidido esperar un día y darla a conocer en condiciones: La edad de la ira es, para mí, una de las grandes sorpresas de este año. Me acerqué al libro casi por casualidad: su trama me resultaba atractiva, pero no hasta el punto de desear leerlo sí o sí, de modo que durante unos meses quedó un poco olvidado (aunque las referencias que tenía de él eran muy positivas, todo hay que decirlo). Hace unas semanas al fin cayó en mis manos y pude darle una oportunidad, de la que no me arrepiento en absoluto.

La educación secundaria en la literatura: ¿un tema complicado?

Más allá del argumento evidente, La edad de la ira posee un enorme valor porque hace un magnífico retrato de los centros de secundaria españoles. Esto me ha llevado a hacer la siguiente reflexión: pocas veces los institutos se plasman de forma realista en la literatura, al menos del modo en el que los vemos en España, puesto que escenas de colegio americano con sus tópicos nunca faltan. Tanto en las obras literarias como en, por ejemplo, las series de televisión, tengo la sensación de que se tiende a idealizar demasiado este entorno: el alumno acosado al final se integra y hace buenas migas con sus acosadores, todos los profesores resultan simpáticos después de un tiempo, docentes y estudiantes tienen tiempo y ganas para preparar buenas iniciativas…

Claro está, en esta percepción también influye la manera en la que cada uno haya vivido esa etapa. Yo cursé la ESO y el bachillerato y desde luego no me identifico con ese buenrollismo, lo que no quita que esas novelas y series puedan tener valor por otras razones (no todo es la ambientación ni la credibilidad, aunque a La edad de la ira le dan un gran plus). De todos modos, de una cuestión sí estoy plenamente convencida: hay muchos prejuicios hacia el tema, tanto en lo relativo a los chicos (que si generación botellón, que si falta la mili…) como a los profesores (que si son demasiado blandos, que si han suspendido a mi niño…). Por mi parte, ni creo que todos los jóvenes sean unos despreocupados (a veces lo que hace falta es capacidad para despertar su interés) ni pienso que los docentes sean peores que los de hace unas décadas (de hecho, siento una gran admiración por quienes se atreven a enfrentarse a una clase de alumnos con las hormonas revolucionadas).

Así pues, dejando a un lado la literatura juvenil, muchas veces me he alejado de libros ambientados en un instituto porque no me gustaba lo que encontraba. Y hasta me ponía de mal humor, ya que en cierto modo era como si los autores no se atrevieran a plasmar la verdad o tuvieran una visión distorsionada de la misma. Vuelvo a decir que comprendo que cada uno vea el asunto de una manera, pero digamos que, en pleno siglo XXI, determinados planteamientos resultan un poco caducos en comparación con lo que hay ahí fuera. Quizá por eso la mejor manera de abordar el tema es en manos de alguien que camina por los pasillos de un colegio todos los días y tiene la suficiente madurez para hacer un retrato fiel, esto es, un profesor.

Fernando J. López

Fernando J. López (1977) es ese profesor del que os hablaba. Vive en Madrid, es licenciado en Filología Hispánica, ha trabajado para diversas editoriales de renombre y en la actualidad compagina la enseñanza en un centro de secundaria con la escritura. Hasta el momento ha publicado tres novelas: In(h)armónicos (2000), Premio Joven y Brillante; La inmortalidad del cangrejo, Premio Río Manzanares de Novela y Premio Ciudad de Badajoz; finalmente, La edad de la ira (2011), tercera finalista del Premio Nadal 2010. Pese a ser un autor desconocido para el gran público, esta larga lista de galardones avalan que su prosa no está nada mal. Por otro lado, Fernando J. López también lleva una compañía de teatro, en la que ha representado varias de las más de veinte obras que ha escrito. Finalmente, lo podéis encontrar en la red en la bitácora Eso de la ESO, donde cuenta sus vicisitudes como docente.

Sinopsis

Marcos Álvarez es un adolescente de dieciséis años que acaba de matar a su padre con una máquina de escribir, además de herir gravemente a uno de sus hermanos. Un periodista, Santi, siente un gran impacto al leer la noticia: no conocía de nada al chaval, pero no comprende cómo se puede llegar a ese extremo y decide investigar para intentar reconstruir los días previos a ese fatal desenlace. Como el resto de la familia de Marcos se cierra en banda, no le queda otra que acudir al instituto, donde todos, profesores y alumnos, están consternados por la noticia. Sabían que el chico tenía problemas con su padre; no obstante, nunca se mostró violento y les cuesta creer que haya sido capaz de hacer algo así. A través de los testimonios de varios profesores y las charlas con alumnos, Santi tratará de averiguar si todo ocurrió como dicen los medios.

Comentario personal

El libro podrá gustar o no gustar, pero creo que todos estamos de acuerdo en que trata un tema atrevido, mezcla de thriller, crítica y, sobre todo, realismo (del que me gusta, del que no cae en los extremos y abarca una escala de grises, del que no olvida los terrenos pantanosos, en otras palabras, realismo del de verdad). No hay que asustarse por la palabra «asesinato»: quienes me leéis desde hace tiempo sabéis que no soy amante de la novela negra, de modo que podéis deducir que aquí el suceso no es más que el punto de partida; el texto no se regodea en la violencia y enseguida nos traslada a la vida en las aulas, el otro tema estrella de la obra.

Fernando J. López me parece valiente por abordar un asunto como este: intentar hallar las causas de un suceso terrible, sin quedarse solamente en la superficie que transmiten los medios. Es increíble la cantidad de noticias similares que leemos en la prensa y, sin embargo, ¿cuántas veces nos interesamos por conocer el trasfondo, las motivaciones del agresor? No, lo habitual es quedarse en el simple «La gente está loca» y cruzar los dedos para que nunca nos pase a nosotros. Ojo, el autor en ningún momento pretende justificar los hechos, sino simplemente conocer, encontrar razones, descubrir si en su día a día se podía entrever algo. A mí me parece un planteamiento interesantísimo.

La investigación se lleva a cabo de una forma que da bastante juego: el periodista no entrevista a los profesores, sino que estos le pasan unos escritos en los que cada uno le explica lo que considera relevante para el caso, sin obviar su situación personal para poder entender mejor su actitud. No hay nada evidente, la gracia está en fijarse en los detalles, intentar relacionar la historia de uno y de otro y empezar a hacer cábalas sobre lo que pudo ocurrirle a Marcos. Porque a él también lo conocemos bien, claro: el chico popular, idolatrado por sus compañeros y simpático con los profesores; nunca bruto, nunca cruel, aunque había varias muestras de la mala relación con su padre.

Con quienes sí habla el periodista son los compañeros de clase: unos defienden a su amigo, otros pierden la lealtad, y juntos conforman un retrato estupendo de la adolescencia española actual: emplean el lenguaje propio de ellos, hay grupos de chonismo y otros más sibaritas a los que les gusta el cine antiguo, algunos tienen blog, no falta el estudiante acosado… En definitiva, variedad y realismo, no se cae en el error de tacharlos a todos de vagos ni tampoco de convertirlos en las almas cándidas que no son (en esto último también me llevo muchas sorpresas en mi vida blogueril, al ver que algunos padres se escandalizan por lo que leen sus hijos cuando la calle está repleta de situaciones peores). Además, a veces también aparecen sus progenitores, lo que ayuda bastante a hacerse una idea más completa de cómo son.

Además de plasmar perfectamente a los chavales, la investigación también nos presenta una visión sublime y crítica del sistema educativo. Crítica, sí, porque aunque el autor sea profesor no ha barrido para casa y ha intentado reflejar a unos docentes creíbles, que se aburren cuando tienen que dar ciertas lecciones y no siempre poseen la vocación que se espera (aunque eso no les quita competencia). Es decir, personas normales y corrientes, por mucho que a ellos les toque lidiar con la atenta mirada de los padres. En la historia también se ve cómo en ocasiones les gustaría impulsar determinadas actividades y no pueden por falta de apoyo o de recursos.

Lo mejor de todo es la cercanía de esta representación, porque el IES Rubén Darío es un centro de Madrid, de España, un instituto de clase media como el que hay en tu barrio o en el mío. Sin bailes de final de curso, sin clases de educación física en las que se ofrecen mil deportes distintos, sin animadoras, sin Kellys ni Michaels (y con Meris, Adrianes y Ahmeds), con botellón, móviles con cámara y mala educación (a veces). Un fiel reflejo de nuestro sistema educativo, de nuestros chicos, de nuestros profesores. Quizá las mentes más conservadoras se escandalizarán ante algunos temas (el libro no se limita a la trama de Marcos, sino que también entra en otras esferas, como la homosexualidad y el racismo), pero yo creo que no se puede pedir más y tenemos que sentirnos afortunados por poder disfrutar de una reproducción tan brillante como esta.

No lo he dicho expresamente; aun así, creo que se sobreentiende que con tanta profundidad y tanto realismo (espero que esta palabra os quede grabada a fuego después de leerme) los personajes están muy bien trazados y se les llega a conocer a fondo. Es curioso, pero al que menos conocemos es al narrador, Santi, que apenas deja caer unas migajas de sí mismo cuando trata temas con los que se identifica. Por otro lado, el único defecto que puedo verle al libro reside en el hecho de que a menudo los relatos de los profesores se alargan tanto en su vida personal que parece que el hilo principal se desvía, aunque de todos modos comprendo que estos fragmentos eran necesarios para conocerlos a fondo (y no me aburrieron en absoluto).

En lo relativo al estilo, Fernando J. López tiene una prosa directa, amena, con lenguaje asequible y cuidado. Cuando conviene, plasma perfectamente la voz de los adolescentes, lo que por desgracia no ocurre a menudo (las novelas en las que todos los personajes se expresan igual abundan demasiado, ay…). La corrección, teniendo en cuenta lo que se ve por ahí, también está genial. Y qué decir del ritmo: con ese misterio y el perfecto entramado de las pistas, el libro no se puede soltar (aunque tampoco es un thriller a lo Dan Brown, entre otras cosas porque ahonda mucho en todos los aspectos).

En definitiva, La edad de la ira me ha cautivado de principio a fin y tiene algo que muy pocas novelas consiguen: me hizo pensar en su historia cuando no estaba leyendo e incluso después de terminarla estuve unos días dándole vueltas. Se puede decir que me obsesionó, y no solo por la trama de Marcos (que, a todo esto, se resuelve de una forma muy coherente), sino por todo, cualquier detalle me maravillaba por su contenido crítico y su acierto. Lo considero imprescindible para profesores de secundaria y para cualquier persona interesada en este mundo, y por qué no, para cualquiera que quiera disfrutar de una buena novela, a secas. Teniendo en cuenta que está escrito por un profesor, credibilidad no le falta y nunca está de más conocer mejor esta parte de nuestra sociedad, sobre todo si se hace de una forma tan amena y adictiva como aquí.

Conclusión

Sin lugar a dudas, merece la pena leer La edad de la ira. Con un planteamiento atrevido y, en cierto modo, transgresor, el autor nos adentra en las entrañas de los centros de secundaria españoles, sin olvidarse de lo bueno ni de lo malo que hay en ellos. Probablemente muchos temas no serán aptos para personas tradicionales; no obstante, el realismo y el valor que tiene para lanzar su crítica me parecen sus mayores atractivos. Además, lo narra todo de una manera clara y con gancho, es un libro muy cuidado en todos los aspectos. Leedlo, no os arrepentiréis.



Mi valoración: 9/10

21 comentarios :

  1. Te doy la razón con tu crítica, me gustó mucho la novela, tan lejos de bailes de fin de curso y buenrollismo como dices.
    Beeeeesos

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  2. @Poy. Me alegro de que coincidamos. Ojalá más gente se anime a leerlo.

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  3. No conocía este libro, pero con esa sinopsis y con la buenísima reseña que has hecho, creo que voy a tener que pillarlo prontito, que me has djeado con ganas.
    Besotes!!!

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  4. @Margari. Eso, anímate, ya verás como no decepciona ;).

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  5. Lo leí hace ya bastante y también me encantó e incluso después entrevisté al autor.

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  6. Se ve realmente bueno, espero poder leerlo pronto. La editorial actualizará su catálogo durante Enero, así que espero llegue. ¡Felices fiestas!

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  7. @Zoeybird. Acabo de pasarme a leer la entrevista, muy interesante :).

    @Pablo. Es bueno, es bueno. Espero que puedas conseguirlo ;).

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  8. Buscaré el libro porque mi generación es la de Bug y Cou y es muy diferente sin duda a esta, y mi hijo forma parte ya de esa comunidad de educación secundaria que se menciona en el libro.

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  9. @Carmina. Creo que para los que tenéis hijos de estas edades puede ser muy interesante leerlo. Ya me contarás qué te parece.

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  10. Muy buena reseña =)
    Le tengo echado el ojo de hace tiempo, creo que puede gustarme =)

    Besotes

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  11. @Shorby. Si al final te animas ya me contarás ;).

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  12. Buenísima reseña. Poco más se puede añadir -coincido plenamente con tu visión del libro-. Enhorabuena!

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  13. @Juan Enrique. ¡Gracias! De momento, todos los que hemos comentado coincidimos en nuestras apreciaciones del libro.

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  14. No conocía el libro pero me ha llamado mucho la atención. Me lo apunto! Besos.

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  15. @Kristineta. Por desgracia me temo que ha pasado bastante desapercibido, aunque ya hace casi un año que se publicó y es una propuesta muy interesante. Si finalmente lo lees, ya me contarás :).

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  16. Me ha pasado algo con este libro: normalmente, tras una reseña como ésta, apunto el título en el listado de mis próximas lecturas y lo busco en la biblioteca o lo comento con la esperanza de que alguien me lo preste (cuestión de economía y espacio en casa). Pero en esta ocasión, me llevó al blog del autor y tras leerlo, corriendo a la librería a comprarlo (incluso he aplazado la lectura de otro que me estaba gustando). Dos días es lo que me ha durado, aún me quema lo que he leído. Es de esos libros en los que sigues pensando incluso cuando ya los has terminado: impactante, atrevido y más que recomendable, de lectura obligatoria. Tengo dos hijos pequeños (¿el de 10 años ya preadolescente?) y siento cierto vértigo ante etapas venideras que espero saber llevar...
    He intentado sintetizar, pero créeme que con lo que este libro me ha despertado, es imposible.
    Ah! Y felicidades por el cumpleaños, que vengan muchos más para seguir disfrutándolos.
    Saludos,
    Irene Maeztu

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  17. @Irene Maeztu. No sabes cuánto me alegro de leer lo que me dices. Veo que el libro nos ha dejado las mismas sensaciones, yo también le di muchas vueltas tras terminarlo. Es una pena que no haya tenido más difusión, es una de esas lecturas que no dejan indiferente.

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  18. Quizá ahora con la edición de bolsillo se difunda más.
    Yo, siguiendo tu recomendacion leí : Las vidas que inventamos y me gusto mucho, así que el 6 de febrero iré a comprar este que nos recomiendas ahora.
    Chao!!!

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  19. @Teresa. En mi opinión, "La edad de la ira" es aún mejor que "Las vidas que inventamos". Prepárate para disfrutar, para pensar... y para sufrir.

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  20. Pronto lo leeré. Pinta fenomenal. :)
    ¡Nos leemos! :)

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  21. Quien mata al padre al final?

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