
ISBN: 9788467548082
Páginas: 288
Precio: 8,50 €
Pomelo y limón, novela ganadora del Premio Gran Angular 2011, nos adentra en una historia de amor adolescente bajo circunstancias turbulentas. De entrada, reconozco que no le habría prestado atención porque no me gustan las obras que giran alrededor de un romance, aunque el problema no es tanto su tema central, sino la forma de abordarlo; sin ir más lejos, La mujer del viajero en el tiempo y Contra el viento del norte también hablan de relaciones y, aun así, me encantaron porque se alejan del prototipo de relato azucarado que me viene a la mente en cuanto pienso en las palabras «literatura romántica».
Tal vez ahí se encuentra el error, en tildar de romántico lo que es simplemente realista (ese es el calificativo que mejor se adecúa a Pomelo y limón, en mi opinión). En cualquier caso, ahora no voy a divagar sobre los problemas de la clasificación por géneros, digamos simplemente que mis compañeros de El Tiramilla se encargaron de hacerme saber que este libro merecía la pena (una forma fina de decir que me dieron la brasa durante meses) e incluso acabó en el segundo puesto en nuestro ranking de mejores publicaciones del pasado año (por detrás de En el corazón del sueño y por delante de Everlost, que también me gustaron mucho). Cuando una recomendación tan entusiasta viene de lectores con criterio, no me puedo resistir.
Begoña Oro

Sinopsis

Jorge y María son dos adolescentes que viven su particular historia de amor como tantos otros jóvenes: los cruces de miradas, las primeras conversaciones, las dudas, el primer beso… Todo sería normal si no fuera por el detalle de que las madres de ambos son famosas. Ellos no quieren saber nada de la prensa, pero la prensa se interesa por ellos y los rumores de los programas del corazón los obligan a estar separados, al menos hasta que pase la marea. «¿Por qué tienen que apuntarme con la cámara como si fuera un arma? ¿No ven que me siento encañonada?» (pág. 10). Así pues, en estos momentos solo están en contacto gracias a los mensajes que se intercambian a través de una amiga: las cartas de María y los dibujos de Jorge, en los que reflexionan sobre su mundo y la necesidad de gritar su verdad, porque «una mentira se parece mucho a una verdad, y solo quien la cuenta es capaz de distinguirlas.» (pág. 251).
¿Queréis conocer la verdadera historia de Jorge y María?
Comentario personal

Lo primero que llama la atención al abrir el libro es la variedad de textos que se emplean en él (narración en tercera persona, cartas, correos…). Begoña Oro utiliza la táctica de empezar el relato con la acción comenzada (cuando María y Jorge no pueden verse por las circunstancias) para seguidamente hacer un salto hacia atrás y reconstruir su relación desde su inicio. Ambos hilos se alternan e incluyen breves reflexiones que nos dan una estructura del tipo: anticipación, digresión, anticipación, digresión, hasta que confluyen en la recta final. Al adelantarnos lo que sucederá a los protagonistas, consigue captar el interés del lector en las dos tramas: en una, porque quieres saber qué los llevó a estar separados, y en esta, para averiguar cómo terminará todo.

La historia, como se puede suponer, es típica y original al mismo tiempo: típica porque arranca con dos adolescentes que no pueden estar juntos, como Tristán e Iseo, como Romeo y Julieta; original porque se sitúa en pleno siglo XXI y contiene un sinfín de reflexiones y juegos de palabras que le dan un estilo muy personal. Su final es maravilloso. Además, hay una trama secundaria (una chica desconocida que lee el blog de María) que no está ligada directamente a la principal pero sirve para mostrar hasta qué punto llega lo ocurrido y cómo cambian nuestras impresiones sobre alguien según la forma en la que este se nos presente. Me pareció un buen detalle que hace más completa (aún) esta novela.

Por otro lado, resulta evidente que se habla de la importancia de la privacidad y el lado negativo de la popularidad, así como de los miedos habituales cuando se empieza una relación. Los adolescentes, público potencial de esta obra, se sentirán identificados con Jorge y María y al mismo tiempo utilizarán el cerebro con las inteligentes observaciones que se hacen. En este punto de mi reseña me apetece retomar lo que dije en la introducción: como se puede ver, Pomelo y limón va más allá de lo sentimental y abarca una gran cantidad de cuestiones. Trasciende los límites del género romántico juvenil, en el que últimamente la perspicacia y el realismo brillan por su ausencia.

Todavía hay un recurso del que no he hablado: Internet. Las redes sociales y el correo electrónico están presentes (María tiene un blog, los amigos están en Facebook, Jorge se escribe con su padre por e-mail…), como también lo están en la vida de cualquier joven de hoy en día y, no obstante, en la literatura se aprovechan poco. Lo único malo del uso que se hace de ellos en Pomelo y limón es que me he tirado de los pelos por no tener el ordenador encendido cuando se ponía un enlace (cosa que se soluciona en la versión e-book. Una ventaja más del lector electrónico), aunque debo reconocer que son asuntos adicionales y sin consultarlos también se puede seguir la historia sin ningún problema. De hecho, a veces se plasma esta información de una forma muy bien encontrada (por ejemplo, Jorge le pasa el enlace de una canción a María, pero entonces recuerda que ella está sin Internet y le escribe el estribillo para que sepa a cuál se refiere. Me encantó este detalle).

Conclusión
Pomelo y limón me ha llenado tanto que se lleva mi primer diez del año. Al terminarlo me enfrenté a las próximas lecturas como quien regresa al trabajo después de las vacaciones: sabes que pronto te acostumbrarás, que disfrutarás de las anécdotas cotidianas y que incluso te lo pasarás mejor que durante el verano, pero la sensación no será la misma. Ser capaz de hacer sentir algo al lector me parece fundamental, y esta novela lo consigue. Además, por el buen juicio de los temas tratados y la riqueza del conjunto, pienso que puede gustar tanto a jóvenes como a adultos, ya que carece de los tópicos que se suelen asociar a la literatura juvenil.
En definitiva, se puede decir que he conectado al cien por cien con su historia, hasta el punto de que la defino como inspiradora para los que adoramos la literatura y la escritura. Más allá del entretenimiento, Pomelo y limón contiene un sinfín de técnicas y rasgos a los que merece la pena prestar atención (y esto se ve pocas veces). Me ha llenado en todos los sentidos y lo recomiendo de corazón a todos los que os atreváis con una lectura que en sus primeras páginas puede descolocar por empezar in media res y narrarse desde dos perspectivas. Por mi parte, espero y deseo que Begoña Oro siga escribiendo: ¡quiero más libros suyos!
P. D. Si queréis saber el significado del título, tendréis que leerlo.
Mi valoración: 10/10