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21 diciembre 2012

Fragmentos de libros: Paula

La selección de la especie no ha servido para que florezca la inteligencia o evolucione el espíritu, a la primera oportunidad nos destrozamos unos a otros como ratas prisioneras en una caja demasiado estrecha.

No estaba limpia, nadie lo estaba, dentro de cada uno de nosotros había un monstruo agazapado, todos teníamos un lado oscuro y malvado.

Los hijos, como los libros, son viajes al interior de una misma en los cuales el cuerpo, la mente y el alma cambian de dirección, se vuelven hacia el centro mismo de la existencia.

En el lento y silencioso proceso de la escritura entro en un estado de lucidez, en el cual a veces puedo descorrer algunos velos y ver lo invisible.

Mi vida está hecha de contrastes, he aprendido a ver las dos caras de la moneda. En los momentos de más éxito no pierdo de vista que otros de gran dolor me aguardan en el camino, y cuando estoy sumida en la desgracia espero el sol que saldrá más adelante.

Tal vez estamos en el mundo para encontrar el amor, encontrarlo y perderlo, una y otra vez. Con cada amor volvemos a nacer y con cada amor que termina se nos abre una herida. Estoy llena de orgullosas cicatrices.

***

06 mayo 2012

Madres e hijos en la literatura (Especial Día de la Madre)

Hoy es el Día de la Madre y quiero celebrarlo con un pequeño homenaje a las grandes madres de la literatura. No, no me refiero a las escritoras, sino a personajes de ficción (o reales) que han inspirado historias en las que la maternidad está muy presente. Dada la universalidad del tema, en casi cualquier libro podemos encontrar alguna muestra de la relación entre madres e hijos, pero he querido quedarme con aquellos en los que goza de mayor protagonismo.

Empiezo por una madre entrañable, tanto como sus cuatro hijas, que viven solas mientras el padre está en la guerra. Os suena, ¿verdad? Hablo de Mujercitas, un clásico inolvidable cargado de sabias enseñanzas de la señora March. Una mujer con coraje, aunque el mayor ejemplo de valentía lo tenemos en No sin mi hija, el relato verídico de Betty Mahmoody, que se vio encerrada en Irán junto a la pequeña Mahtob. Su caso es el más conocido, pero, por desgracia, no el único.

Por otro lado, hay novelas en las que tenemos la oportunidad de conocer a más de una generación de madres, como sucede en la deliciosa Lo que sé de Vera Candida, en la que las tres féminas de caracteres muy distintos crian a su hija solas. También está Una madre imperfecta, escrito en clave de humor, que trata temas tan actuales como la maternidad juvenil o la senilidad.

Más tristes son las obras sobre madres separadas de sus hijos, por motivos bien distintos. Desde la enfermedad y la muerte de Paula, la hija mayor de Isabel Allende, al secuestro inspirado en hechos reales de Nunca olvides que te quiero, un libro que alterna fragmentos de narración con cartas de la madre a su pequeña desaparecida, cargadas de sentimiento. Pero la separación puede darse por muchos otros motivos, por ejemplo, que la madre se encuentre encarcelada, como en Un secreto bien guardado.

Si os fijáis, en muchos escritos sobre la maternidad la figura del padre queda desdibujada o en un lugar secundario. No es de extrañar, pues, que haya tantas obras sobre madres solas, bien porque el matrimonio se acabó, como en Lo que me queda por vivir, bien porque el padre nunca quiso hacerse cargo de la niña, como en El club de los viernes o El tiempo entre costuras.

Cambiando de tercio, sería injusto centrarme únicamente en las madres biológicas. La adopción también merece su mención, pues no basta con concebir a la criatura, sino que hay que cuidarla y sacarla adelante. La protagonista de La hija de mi mejor amiga se hace cargo de una niña porque su progenitora muere por enfermedad. Su vida da un giro de ciento ochenta grados y, para complicarlo más, las dos son de diferente raza, lo que provoca prejuicios entre la gente. Muy distinto es el caso de La hija del Ganges, que narra el regreso real de Asha Miró (adoptada por una familia catalana) a la tierra donde nació.

Finalmente, me quedan las madres que no son madres, o mejor dicho, las madres que no actúan como tales, porque las hay. La frívola mujer de El vino de la soledad, más preocupada por sus amantes que por su hija, es un buen ejemplo de ello. Por otra parte, en Criadas y señoras hay unos cuantos ejemplos de relaciones complicadas entre madre e hijos, desde esa Elizabeth llena de dudas con su pequeña a las adultas Skeeter y Hilly que no se entienden con sus madres. Suerte que al menos tienen una Aibileen para calmar los ánimos.

En definitiva, madres para todos los gustos, desde las tiernas y cariñosas a las duras como una roca, aunque casi todas comparten ese amor incondicional por los hijos. Aquí solo os he hablado de unas pocas, pero la literatura está llena de muestras de este sentimiento único y especial que pocas veces deja indiferente al lector. ¿Os animáis a comentar cuáles son vuestras favoritas?

21 marzo 2012

Lecturas temáticas: sagas familiares

Se conoce como saga familiar un libro que relata las vivencias de diversas generaciones de una o varias familias. Es un tema que me encanta encontrar en la literatura, de modo que he decidido hacer una lista con propuestas que recomiendo a quienes quieran descubrir más obras de este tipo.

1. Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez: la maravillosa historia de los Buendía, una familia marcada por la soledad cuya vida se desarrolla en un pueblo imaginario, impregnada de elementos mágicos. Independientemente de que sea una saga familiar, cualquier amante de la literatura debería leer este libro. Una obra maestra.

2. La casa de los espíritus, de Isabel Allende: tres generaciones de grandes (y peculiares) mujeres, Clara, Blanca y Alba, acompañadas por el patriarca Esteban Trueba. Además de ser la mejor novela de la escritora chilena y uno de los referentes del realismo mágico, narra una historia en parte verídica, la de la familia de la autora (ella misma lo cuenta en sus libros de no ficción, como Paula). Me fascinó, y me parece injusto que a veces se la tache de copia de Cien años de soledad: pertenecen al mismo género, pero cada una cuenta su propio relato.

3. Espejo roto, de Mercè Rodoreda: un clásico de la literatura catalana, aunque bastante desconocido para los lectores de otros lugares. Nos traslada a la Barcelona de principios del siglo XX, al corazón de una familia acomodada cuya existencia está marcada por los secretos oscuros. La obra contiene muchos elementos simbólicos y hay escenas que permanecen en la memoria. Imprescindible.

4. La tía marquesa, de Simonetta Agnello Hornby: una familia de la aristocracia siciliana en el siglo XIX. La protagonista, Costanza, vive determinada por la tristeza desde su infancia y la relación con sus parientes no es buena. La elección de la ambientación me parece exquisita (la autora desciende de una familia aristócrata, así que conoce bien el tema) y disfruté mucho con la evolución del personaje. Merece la pena.

5. Habitaciones cerradas, de Care Santos: a partir de la figura de un pintor atormentado, Care Santos plasma una historia que combina pasado y presente y está llena de giros inesperados. Comparte con Espejo roto la familia burguesa y la recreación de Barcelona, pero en este caso el relato no es lineal, sino que mezcla fragmentos de diversos tipos de texto que al final encajan como un puzle. Muy bueno.

6. En el país de la nube blanca, de Sarah Lark: la vida de dos mujeres inglesas que en pleno siglo XIX viajan a Nueva Zelanda para casarse y allí nada resulta ser como esperaban. Entre los puntos fuertes de la saga, destaco su ambientación, el carácter pasional de los personajes, la introducción a la cultura de los maoríes y la facilidad de la lectura. La recomiendo especialmente a los amantes del romance y las aventuras.

7. Lo que sé de Vera Candida, de Véronique Ovaldé: una novela exquisita y evocadora, en la que destacan las tres generaciones de mujeres, Rose Bustamente, Violette y, sobre todo, Vera Candida. Las tres tienen en común el hecho de criar a su hija solas y no revelarle nunca el nombre del padre. La historia tiene tintes del realismo mágico hispanoamericano y la prosa me pareció una delicia. No creo que sea un libro para las masas, pero si os gusta este estilo os encantará.

8. Hija de la fortuna y Retrato en sepia, de Isabel Allende: el primero nos cuenta la vida de Eliza Sommers y Tao Chi'en, que llegaron a California en la época de la fiebre del oro. mientras que el segundo se centra en Aurora del Valle, su nieta. Ambas se mueven en el estilo del realismo mágico que la autora ya desplegó en La casa de los espíritus, aunque a mi parecer son un poco inferiores. Lo que más recuerdo de ellas es que, a pesar de que a ratos se me hicieron pesadas, me transmitieron un gran sentimiento. Se pueden leer de forma independiente.

9. Un secreto bien guardado, de Maureen Lee: dos tramas paralelas en pasado y presente que relatan, respectivamente, la vida de una joven en el Liverpool de la Segunda Guerra Mundial y el reencuentro de esta mujer con su hija veinte años después. El tema clave de la novela, ese secreto bien guardado, es el motivo por el que la madre fue encarcelada y separada de la niña. Una historia muy entrañable.

10. Los pilares de la tierra, de Ken Follet: Edad Media, una catedral en construcción, una abadía, un hombre trabajador, una mujer proscrita, malos malísimos y una bella historia de amor. A grandes rasgos, estos son los ingredientes del gran éxito de Ken Follet, una novela que no me gustó tanto como esperaba por el maniqueísmo de los personajes y otros detalles, aunque aun así le reconozco el mérito de ser entretenidísima.

Algunas que no me convencieron: Un dulce par de senos, Sweet Mandarin, La nieta de la maharaní...

Por último, os animo a comentar qué sagas familiares os han gustado para hacer más rico este listado de recomendaciones (sin enlaces a otras páginas, por favor). Mi propósito no es enumerar todas las novelas de este tipo que existen, sino solamente las que nos han hecho disfrutar; de este modo, quienes lleguen a esta página encontrarán un montón de buenas opciones.

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