Sin lugar a dudas, el racismo es uno de los temas estrella de Criadas y señoras. El libro está ambientado en la década de los sesenta, una época que nos queda muy reciente, y desde el principio me impactó que la sociedad norteamericana de la zona tratara a los negros como si estuvieran en plena esclavitud. Por mucho que la novela tenga su parte de ficción, Kathryn Stockett ha declarado que se inspiró en la mujer que la crió durante su infancia, de modo que en estas páginas hay mucha más verdad de la que se podría pensar.
El racismo se refleja en muchos puntos. Para empezar, en el hecho de que las hijas de las criadas negras crezcan con la idea de que también van a ser criadas, sin que ni siquiera se les pase por la cabeza intentar tomar otro rumbo (el momento en el que Skeeter aborda a Minny para preguntarle si siempre tuvo claro que sería criada es un buen ejemplo de ello). Los hombres lo tenían un poco mejor al poder acceder a la universidad, pero también tenían que lidiar con el desprecio de los blancos y los trabajos en muy malas condiciones.
Por otro lado, resulta evidente que el trato a las criadas no siempre era el adecuado. Hilly Holbrook (la señorita blanca que representa los prejuicios y la xenofobia en su máximo esplendor) es la que dirige el cotarro en la localidad en la que se desarrolla la historia. Su primera idea: colocar unos retretes para el servicio, no vaya a ser que «esos negros» les pasen alguna enfermedad. «Esos negros» que en muchas ocasiones cuidan más de sus hijos que ellas mismas.
La separación de los barrios también es una muestra de la gran desigualdad social que existía. Mientras que las familias blancas de clase media-alta vivían en casitas encantadoras como la de la imagen superior, los negros se tenían que conformar con casas pequeñas y muy pocos recursos, incluso cabía la posibilidad de que el médico de los blancos se negara a atenderlos. Cuando se pertenecía a una familia numerosa y además el marido tenía la mano muy larga (caso de Minny), la situación todavía se complicaba más.
A todo esto, destaco la actitud de las criadas y de toda la población negra en general. En el libro se les puede aplicar aquello de la unión hace la fuerza y también que los que menos tienen son los que más dan: las escenas en las que se apoyan los unos a los otros desprenden un valor inmenso, una gran demostración de la amistad. Quizá no podían rebelarse contra sus jefes, pero entre ellos encontraban comprensión mutua y muchos gestos de cariño. Sus encuentros en el autobús me parecieron entrañables.
Por último, aunque a mí esta historia me tiene embelesada, soy consciente de que no es la primera ni la última que se escribe sobre el racismo. En Criadas y señoras se citan Matar un ruiseñor (una obra que valoro mucho más con el paso del tiempo) y Lo que el viento se llevó (este último con una referencia clara a la Mammy). Si queréis más, en este artículo del blog Crónicas Salemitas se hace un repaso más exhaustivo a la literatura que se ha escrito sobre el tema.
En definitiva, creo que queda claro que esta novela es mucho más que esas galletitas de la cubierta española (una imagen muy mona para mi gusto, pero que puede llevar a conclusiones equivocadas con respecto a su público potencial). Si alguien todavía tenía dudas acerca del interés de su contenido o de si se trata de una historia «para mujeres», espero que con esta entrada se haya animado a darle una oportunidad.
El racismo se refleja en muchos puntos. Para empezar, en el hecho de que las hijas de las criadas negras crezcan con la idea de que también van a ser criadas, sin que ni siquiera se les pase por la cabeza intentar tomar otro rumbo (el momento en el que Skeeter aborda a Minny para preguntarle si siempre tuvo claro que sería criada es un buen ejemplo de ello). Los hombres lo tenían un poco mejor al poder acceder a la universidad, pero también tenían que lidiar con el desprecio de los blancos y los trabajos en muy malas condiciones.
Por otro lado, resulta evidente que el trato a las criadas no siempre era el adecuado. Hilly Holbrook (la señorita blanca que representa los prejuicios y la xenofobia en su máximo esplendor) es la que dirige el cotarro en la localidad en la que se desarrolla la historia. Su primera idea: colocar unos retretes para el servicio, no vaya a ser que «esos negros» les pasen alguna enfermedad. «Esos negros» que en muchas ocasiones cuidan más de sus hijos que ellas mismas.
La separación de los barrios también es una muestra de la gran desigualdad social que existía. Mientras que las familias blancas de clase media-alta vivían en casitas encantadoras como la de la imagen superior, los negros se tenían que conformar con casas pequeñas y muy pocos recursos, incluso cabía la posibilidad de que el médico de los blancos se negara a atenderlos. Cuando se pertenecía a una familia numerosa y además el marido tenía la mano muy larga (caso de Minny), la situación todavía se complicaba más.
A todo esto, destaco la actitud de las criadas y de toda la población negra en general. En el libro se les puede aplicar aquello de la unión hace la fuerza y también que los que menos tienen son los que más dan: las escenas en las que se apoyan los unos a los otros desprenden un valor inmenso, una gran demostración de la amistad. Quizá no podían rebelarse contra sus jefes, pero entre ellos encontraban comprensión mutua y muchos gestos de cariño. Sus encuentros en el autobús me parecieron entrañables.
Por último, aunque a mí esta historia me tiene embelesada, soy consciente de que no es la primera ni la última que se escribe sobre el racismo. En Criadas y señoras se citan Matar un ruiseñor (una obra que valoro mucho más con el paso del tiempo) y Lo que el viento se llevó (este último con una referencia clara a la Mammy). Si queréis más, en este artículo del blog Crónicas Salemitas se hace un repaso más exhaustivo a la literatura que se ha escrito sobre el tema.
En definitiva, creo que queda claro que esta novela es mucho más que esas galletitas de la cubierta española (una imagen muy mona para mi gusto, pero que puede llevar a conclusiones equivocadas con respecto a su público potencial). Si alguien todavía tenía dudas acerca del interés de su contenido o de si se trata de una historia «para mujeres», espero que con esta entrada se haya animado a darle una oportunidad.
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Si aún no habéis leído Criadas y señoras, os recuerdo que hay un sorteo en marcha hasta el 31 de octubre. ¡No dejéis pasar la oportunidad de conseguir esta joya!
La verdad es que no me llamaba demasiado la atencion el libro, pero tiene una cantidad ingente de criticas positivas, y ahora con la adaptacion al cine me esta entrando el gusanillo de leerlo. Me paso por tu concurso. Besos!
ResponderEliminarUn libro que me gustó muchísimo!!
ResponderEliminarA mi tampoco me llamaba especialmente la atención el libro, pero creo que tendré que replantearme mis objeciones después de ver lo mucho que te ha gustado... además seguro que luego querré ver la película y me dará coraje no haberme leído el libro.
ResponderEliminarBsos
Por fin lo estoy leyendo y me está encantando! Gracis por el especial, lo estoy disfrutando doblemente al leer el libro a la vez. Bsos
ResponderEliminarPues creo que has hecho bien en especificar que no son sólo galletitas, porque efectivamente, la portada induce a error y se cree que es un libro sólo para mujeres, en el sentido despectivo de la expresión. A ver si me toca que ya le tengo ganas, y si no pues a la lista de la compra.
ResponderEliminarA mi me lo recomendó una amiga y más de lo mismo, cuando vi al portada pensé que sería un libro tb para "mujeres". Es una "pedazo libro" de principio a fin, de lo mejorcito que he leído. Me muero por ver la película y la última vez que fui al cine hará como cinco años estando embarazada del mayor de mis hijos, y le acabo de decir a mi marido que habrá que dejar a la marabunta con la abuela y ver la peli en el cine.
ResponderEliminares una pena que estas cosas pasen pero me llama mucho este libro!
ResponderEliminaroh mas interesante me parece quiero leerlo!
ResponderEliminarbesos!
@Todas. Me gusta que comentéis lo mucho que os gustó el libro, creo que entre todas conseguimos que a más gente le entren ganas de leerlo ;).
ResponderEliminar@Sandra, @Rebeca. Me alegra muchísimo que mis aclaraciones os hayan servido. Es un libro mucho más interesante de lo que parece a simple vista.
Desde que lo ví en el catalogo de Maeva tengo ganas de leerlo y la verdad es que aún no sé porqué no lo he echo... Me apuntaré a tu concurso a ver si tengo suerte y me toca uno de los ejemplares!
ResponderEliminarBesos!
@Kristineta. Eso, a ver si hay suerte ;). Y si no, al menos la edición de bolsillo sale bien de precio, ¡je, je!
ResponderEliminarMi hermana tiene la protada de circulo que no llama a equivoco alguno. Todavia no lo he leido pero me esta gustando mucho el especial que has montado, creo que me toque o no en el concurso que todavía no he enviado el formulario, no voy a tardar mucho en leerlo.
ResponderEliminar@Carmina. Me alegra que hayas tomado esa decisión :). A ver si tienes suerte en el sorteo.
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