Edición: Lumen, 2007 (trad. Elena Rius)
Páginas: 224
ISBN: 9788426416278
Precio: 18 €
Jeanette Winterson (Manchester, 1959) es una de las voces más originales y ambiciosas de
la literatura de nuestros tiempos. Debutó en 1985 con Fruta prohibida, una novela parcialmente autobiográfica en la que
ya se adivinaban algunos rasgos experimentales que culminarían en obras como La pasión (1987) o La niña del faro (2004). Aunque resulta difícil enumerar unas
características comunes en toda su producción —ella misma se propone innovar de
forma constante, como en Escrito en el
cuerpo (1992), libro que tiene poco que ver con los citados arriba—, se
puede decir que siente predilección por la ambientación en épocas pasadas, la
narración fragmentada, la combinación de la realidad con elementos maravillosos
de evocación medieval, el tema de la identidad sexual, la presencia de la
religión y el uso de recursos metaliterarios. La pasión, considerada una de sus mejores novelas, revela este «estilo
Winterson» en todo su esplendor.
Jugando a cara o cruz

Los dos protagonistas
representan dos formas opuestas de ver
el mundo y, en concreto, el amor. Como buen soldado, Henri siente devoción
por Napoleón y su paso por el ejército gira en torno a los pequeños logros que
harán que se sienta orgulloso de él; al menos, hasta que la muerte y la
destrucción lo obligan a adoptar otra perspectiva de la guerra. Mientras tanto,
Henri sueña con el primer amor, un sentimiento tan puro y racional como el
resto de sus convicciones. Villanelle, por su parte, ha estado rodeada de un
halo de misterio desde su nacimiento, cuando detectaron que sus pies presentaban
la misma anomalía que los de los gondoleros, algo insólito en una niña. Este
detalle actúa como una premonición de la doble identidad que determina sus días,
puesto que la joven, por el ambiente en el que se mueve y por su propia sensualidad,
se muestra mucho más abierta hacia el amor y el sexo que Henri.
La pasión se desarrolla entre contrastes, entre rupturas
y conexiones; un juego a cara o cruz que puede obtener resultados extraordinarios
o peligrosos por la mezcla explosiva de los dos extremos. Las diferencias
también se refieren a los personajes secundarios, desde los amigos de Henri
hasta la anciana veneciana que aconseja a Villanelle, todos ellos
imprescindibles. Este tipo de oposiciones abundan en la obra de la autora, pero
aquí se encuentran más acentuadas si cabe que en novelas posteriores como La mujer de púrpura. La pasión está escrita con mucha
precisión, un gran sentido del paralelismo y la simetría; es como si un lado
actuara como espejo de lo que el otro no exterioriza.
Las mil formas de la pasión
La verdadera
protagonista de esta novela es la pasión o, mejor dicho, las múltiples manifestaciones
que puede adoptar. Por un lado, el amor
y el sexo, que se dan en tres formas distintas: un amor espiritual, casi
platónico (Henri); el sexo como aventura, sin sentimientos (Villanelle, los
soldados que frecuentan el prostíbulo); y, por último, el amor y el sexo
unidos, como una plenitud que llena a los personajes. Sin embargo, nada es sencillo:
el papel de la sociedad como ente hipócrita
(el contexto de principios del siglo XIX lo potencia todavía más) que
censura algunas prácticas y empuja a seguir determinadas pautas de
comportamiento (matrimonio convencional) complica las relaciones. Las trabas
que la sociedad y la religión ponen al amor son otro tema común en Winterson
desde su debut, Fruta prohibida, en
la que relata cómo una adolescente tuvo que abandonar su comunidad religiosa
tras ser rechazada por su lesbianismo.

Con este
planteamiento, es de suponer que el tratamiento del amor y la pasión resulta
mucho más complejo de lo que cabría esperar. En el prólogo de La mujer de púrpura, su novela más
reciente, Winterson explica que la protagonista no existió tal y como la
caracteriza ella, pero que seguramente hubo mujeres que tuvieron algo en común
con ella. Lo mismo se puede aplicar a La
pasión: en cierto modo, la autora narra las historias de algunas personas
de aquella época que no pudieron ser contadas, aunque, a la vez, el mundo
recreado actúa como un espejo de nuestra
contemporaneidad e invita a reflexionar en los conflictos que propone.
Contadora de historias
La obra de
Winterson no se entiende sin una aproximación a su particular estilo. Además de
alternar las partes narradas por cada personaje, dentro de estas el texto se
divide en fragmentos cortos que
recogen escenas del pasado y el presente hasta conformar el conjunto de la
historia. El tono, irónico, deja
frases tan brillantes como la que abre la novela: «Napoleón tenía tal pasión
por el pollo que hacía trabajar día y noche a sus cocineros». También son
recurrentes las referencias a la
narración en sí, el arte de contar historias («Os estoy contando historias.
Creedme», dice Henri a menudo), que recuerdan a las que utilizó años más tarde
en La niña del faro («Cuéntame una
historia, Pew»). Estas características hacen que se la catalogue como una
escritora posmoderna.
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Jeanette Winterson |
En su
autobiografía, ¿Por qué ser feliz cuando
puedes ser normal? (2012), Winterson confiesa que desde el principio tuvo
el propósito de ser una escritora ambiciosa, de tratar temas de la vida desde
una perspectiva arriesgada, experimental. Esto explica por qué La pasión, novela que publicó cuando aún
no había cumplido los treinta años, muestra un nivel deslumbrante, sin ninguna
pizca de ingenuidad literaria y con cada detalle, cada juego de palabras,
elegido con la máxima exactitud. Lo mismo se puede decir de su forma de sugerir
significados: el mensaje final que se extrae de La pasión invita a la ambigüedad,
a seguir pensando, a releer; nada es sencillo en esta novela, aunque por eso
mismo resulta tan interesante leerla e intentar profundizar en lo que nos
quiere decir. Esto es lo que he tratado de hacer en esta reseña: analizar e
interpretar, pero con la conciencia de que en los libros de Winterson no
existen los absolutos, de modo que siempre será posible buscar nuevas explicaciones,
nuevas miradas, nuevas lecturas. En eso consiste, al fin y al cabo, la buena
literatura.
Madre mía, qué reseña tan prolija... qué gustazo. Me encanta lo que tengo leído de Winterson hasta ahora y esta es una novela a la que le tengo muchas ganas, sobre todo después de haber leído tu análisis. "La niña del faro" me pareció una pequeña maravilla y espero disfrutar con esta también.
ResponderEliminarBuena reseña. No conozco a esta autora así que me la anoto desde ya :)
ResponderEliminarBs.
@Zazou. En mi opinión, "La pasión" es todavía mejor que "La niña del faro" (y eso que "La niña..." es una maravilla). No te la pierdas.
ResponderEliminar@Ángela León. No te arrepentirás de leerla, es una escritora muy original y estoy segura de que te sorprenderá. Tanto "La pasión" como "La niña del faro" son dos opciones estupendas para descubrirla.
Me has convencido totalmente, sino me estreno con esta será con cualquier otra de la autora.Un saludo
ResponderEliminar@Maidafeni. Si no empiezas con "La pasión", te recomiendo "La niña del faro". También me han hablado muy bien de "Espejismos", que la tengo pendiente.
ResponderEliminarRecordaba haber leído esta reseña tuya hacía ya un tiempo. Ahora, acabo de terminar "La pasión" y me ha dejado noqueada. ¡Qué delicia de libro!
ResponderEliminarLa pasión es el mejor libro que he leído (y llevo unos cuantos). Mi biblia.
ResponderEliminarLa pasion es uno de los libros más hermosos que he leído. "hay una gran diferencia entre enamorarse o inventar un amor.....
ResponderEliminarMagnífic comentari. Y una delícia de libro
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